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La novela sobre el lugar más peligroso de África

Gonzalo Giner publica “La bruma verde”, Premio Fernando Lara de novela, un “thriller” con tintes ecologistas, ambientada en el territorio más inhóspito del Congo, donde "la vida no vale nada”

A general view shows an artisanal gold mine near Kamituga
Vista general de una mina de oro cerca de Kamituga.STRINGERReuters

Gonzalo Giner ha trenzado un thriller intenso, armado con distintas capas de lectura y ubicado en el Congo. Una aventura que reconcilia varias premisas literarias, la de la niña salvaje, la historia de amor, los trasfondos políticos, la corrupción imperante en el continente negro y una serie de alegatos ecológicos que no conviene olvidar ni dejar de lado ni que caigan en el vacío. «La bruma verde» (Planeta), Premio Fernando Lara 2020, arranca con la masacre en una aldea, la orfandad de una niña que encuentra refugio en la selva y prosigue con el secuestro de una cooperante, unos hechos que irán entrecruzándose con personajes de distinto cariz y perfil. A través de ellos, aparte de completar el relato ficticio, asomaran realidades preocupantes y crudas de una de las regiones más peligrosas del mundo. El autor, que siempre ha puesto el acento en el plano literario más que ninguna denuncia social, ecológica o política, no reprime algunas reflexiones y opiniones sobre la Covid-19 y su difusión en el mundo. «Estamos jugando con fuego -asegura- Este es el último aviso que hemos recibido de la naturaleza, pero habrá más avisos. Los hombres estamos metiendo la pata profundamente. La selva, como la que aparece en mi libro, está siendo atravesada por docenas de carreteras de tierra para llegar a su interior, transportar leña y desarrollar cultivos. Antes, estos ecosistemas, permanecían cerrados y no mantenían contacto con los humanos. Pero estas zonas están siendo sangradas ahora». Y explica casi sin entretenerse en una pausa por qué es tan arriesgado el avance indiscriminado en estas áreas: «Allí aguardan enfermedades en animales salvajes. Si nosotros podemos pasar, estamos facilitando que esos animales entren en contacto con la población humana. Jane Goodall ya advertía que cuando se abren carreteras en zonas con las que no existía comunicación, también entran cazadores furtivos para cazar y comercializar carne. Hay personas que pagan por comer pangolín, chimpancé y otras especies. Lo consideran cool y pagan barbaridades. Pero esta entrada para matar animales implica contagio».

Gonzalo Giner, que se ha buscado unas protagonistas valientes, Bineka, que se cría con un clan de chimpancés, y Lola Freixido, una directiva que emprende la búsqueda de su mejor amiga y pretende rescatarla de sus captores, precisa que hoy en día «existen muchos coronavirus» y comenta que «como no reaccionemos, esto no ha hecho más que empezar. El coronavirus es un virus que ataca a muchas especies animales. Las últimas pandemias siempre vienen de zonas de Oriente y es porque se destruye la selva, los virus saltan a los humanos y el hombre no está preparado. Lo que estamos pasando me recuerda la conquista de América. Allí trasladamos la enfermedad a las poblaciones y murieron muchos indios porque carecían de defensas. Nos puede pasar lo mismo».

Gonzalo Giner posa con el XXV Premio Fernando
Gonzalo Giner posa con el XXV Premio FernandoMaría José LópezEuropa Press

Gonzalo Giner, que es veterinario aparte de escritor, tuvo la primera inspiración para esta novela durante un viaje a África. Pero aquellas primeras impresiones quedaron guardadas en la memoria hasta que tomaron la forma de un libro. «Acudí como turista y empecé a hablar con los ganaderos de allí. Les pregunté sobres sus producciones, qué les daban de comer, cómo lo gestionaban. Apreciaban cualquier recomendación que les hicieras y sobre todo estaban interesados en que les llegaran medicamentos. El contacto con una primatóloga y su lucha contra el tráfico de especies fue el otro detonante», explica el autor. A partir de ahí construyó unas páginas repletas de acción «La república del Congo es enorme y es un lugar peligrosísimo. He concentrado la trama en dos regiones en el noreste, la que puede ser la zona más arriesgada del continente porque ahí coinciden las minas de coltán, las milicias de Ruanda y Uganda, existen señores de la guerra, se explotan minas oro y de diamantes... allí la vida no vale nada. En este libro aparecen todos los contrastes de África: sus lugares más paradisiacos y el más espantoso, en cuanto seguridad. Están las dos caras, la seductora y donde está el mal».

El novelista ha primado una mirada inocente y no externa, de un occidental, sino la de una mujer de allí, Bineka, de 16 años, que «sufre la avaricia y la agresión de las empresas que están comprando extensiones en terreno en el Congo para deforestar ese territorio y cultiva soja o aceite de palma». Cuando se le pregunta por estas explotaciones, asoma su lado más comprometido y explica que «el primer mundo necesita no solo el aceite de palma, sino también la soja, que es una proteína vegetal. Lo que sucede es que el crecimiento mundial de la soja se ha duplicado en menos de diez. Queremos comer más soja, porque aparentemente es más sana, pero, ¿cómo se está logrando esto? Es aquí donde entra la responsabilidad del primer mundo. Si no exiges requerimientos, no impones unas normas de sostenibilidad a los productos y permites la circulación de estos alimentos sin certificados desde lugar de su producción, las empresas se dedican a ganar dinero, generan corrupciones y se montan explotaciones gigantescas». Gonzalo Giner, que remarca que esto es una novela y un canto a la conservación, no evita sacar un ejemplo reciente: «Se han hecho compras en África de una extensión de 300.000 hectáreas de selva, una cifra que corresponde a toda Álava. Los chinos lo hacen porque quieren tener un granero para el futuro».