¿Cómo se celebra el día de los muertos en el mundo?
Desde China hasta Camboya, en cada país se celebra una tradición diferente, aunque con el mismo objetivo: el de recordar a quienes ya no están entre nosotros
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Día de los muertos, Día de los difuntos, Día de todos los santos... Hay diferentes formas de llamar a unas festividades que tienen el mismo objetivo: el de recordar a quienes ya no están entre nosotros. No obstante, ese homenaje se lleva a cabo de diversa manera, según el país en el que nos encontremos, pues, mientras que en España los cementerios se llenan de flores y visitantes, México se transforma en una auténtica fiesta.
Calaveras y flores
Aquella celebración más célebre y simbólica es la de México, que tiene lugar durante los días 1 y 2 de noviembre y cuyas fiestas son consideradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco desde 2008. Su origen se remonta al pueblo indígena dominante en la época prehispánica mexicana, donde los mexicas creían que, al morir, viajaban a través de las nueve regiones del inframundo, el Mictlán.
Esta leyenda es la base del festejo que hoy conocemos como Día de los Muertos, aunque con la llegada de los españoles la celebración comenzó a adoptar ciertos detalles católicos, como es el uso de las cruces. De esta manera, aquellos que morían tenían que superar una serie de etapas para alcanzar el descanso eterno: el Mictlán era el lugar donde los muertos atravesaban durante 4 años por un proceso de “desapego” con el fin de alcanzar la paz.
Estos obstáculos eran ríos, cuevas, montañas, fríos vientos flechazos, enfrentamientos con jaguares... A partir de ahí, se produjo una de las tradiciones más importantes de la identidad mexicana en la que se hace un culto a la muerte muy lejano al que los españoles realizamos. No hay lágrimas ni vestimentas negras, sino música, risa, colores, adornos, flores y simpáticas calaveras, a través de una gastronomía peculiar.
¿Truco o trato?
Si bien esta fiesta se ha imitado en otros países, también destaca la noche de brujas. Mejor conocida como Halloween. Esta fiesta pagana tiene origen en las costumbres celtas que los inmigrantes europeos introdujeron en su día en Estados Unidos. Se celebra el 31 de octubre y, al ritmo de “truco o trato”, desde niño hasta adultos se disfrazan de los personajes más terroríficos, siendo icónicas las calabazas y los sombreros de bruja.
Figuras de pan
En cuanto a Ecuador, por ejemplo, se celebra el Día de los Difuntos, para el que se preparan comidas muy tradicionales: desde la colada morada, una bebida hecha de harina de maíz negro o morado, y figuras de pan, con formas de muñeco. Se celebra el 2 de noviembre y se desarrollan una serie de ceremonias católicas y cristianas, que se mezclan con la cultura indígena.
Visitas al cementerio
Por su parte, como se mencionaba, en España celebramos el Día de Todos los Santos, festividad cristiana donde se rinde homenaje a los difuntos que viven bajo presencia de Dios. La costumbre es visitar cementerios para dejar flores y limpiar las tumbas de los seres queridos, así como se celebran misas, se comen castañas, e incluso se realizan todo tipo de actividades culturales en algunas regiones.
En Brasil, Día dos Finados: introducida por los inmigrantes portugueses, esta celebración religiosa es parecida a la española, pero se celebra al día siguiente: el 2 de noviembre. Los brasileños tienen como costumbre acudir a los cementerios para visitar a sus difuntos, algo peculiar si se compara con el resto del continente latinoamericano.
Alrededor del fuego
En Irlanda, otra fiesta pagana: de origen celta, fue una de las mas importantes en Europa hasta la extensión del cristianismo. Se le conoce como Samhain y, en ella, antiguamente, se celebraba el Año Nuevo celta, que comenzaba a partir del 31 de octubre. Según la mitología, los difuntos tenían la oportunidad esa noche de reencontrarse con sus seres queridos y aún vivos. La tradición ha derivado en encender hogueras, vestir máscaras y en comer el Barm Brack, dulce típico. La fiesta, asimismo, es parecida a Halloween, ya que su origen depende en parte del Samhain.
Ofrendas y ron
Por otra parte, viajamos hasta Camboya para conocer el Día de los Ancestros (“Pchum Ben”). Es una de las citas más populares del país y se celebra la apertura de las puertas del infierno. Esto significa que, aquellas almas que no han podido reencarnarse, vuelven a la vida para mezclarse entre los vivos. Cánticos y ofrendas se suceden durante esta jornada camboyana, tan peculiar como única en el mundo y que, generalmente, se celebra en los meses de septiembre u octubre, durante 15 días según el calendario jemer, sistema lunar que sigue país.
En Haití, en cambio, se llama a la fiesta “Día de Todas las Almas”, y tiene lugar el 2 de noviembre. En la isla, todas las personas que lo celebran visten de rojo y negro, colores que asocian con sus antepasados. Con esto, asisten a los cementerios para visitar las tumbas de sus seres queridos, así como destaca un rito: una sacerdotisa conocida como Mambo dirige una ceremonia “sangrienta”, donde baña una cruz en ron y la prende con fuego para liberar a los creyentes de los pecados.
Entre héroes y farolillos
También en India se conmemora a los difuntos: Mahalaya es la celebración religiosa que tiene lugar el último día de la primera quincena de septiembre, o bien alguna fecha en la que haya luna llena. Los ciudadanos entonan cantos sagrados en recuerdo de la mitología de la India, en la que Mahabharata Karna, un mortal que al morir gozó en el cielo de riqueza pero no de comida, pues nunca se preocupó por el prójimo. El protagonista regresó a la Tierra para enmendar su error, convirtiéndose en un héroe.
Por supuesto, China no podía quedar atrás: “Ching Ming” es el nombre de su celebración. Los chinos consideran que el día 106 del calendario lunar los difuntos visitan la Tierra. Por ello, las tumbas se adornan con flores, velas, notas y comida. Por su parte, sus vecinos de Japón llaman al evento “Obon”, asociando la celebración a la naturaleza y teniendo lugar en julio o agosto. A través de bailes, desfiles, música y colores, los japoneses suelen lanzar farolillos de papel a un río para que guíen los espíritus de los muertos.