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Maalouf sostiene que si no rectificamos nos encaminamos hacia nuevas crisis

Amin Maalouf: “Hay que combatir las identidades que son asesinas”

El novelista, que publica «Nuestros inesperados hermanos», insiste en la necesidad de «reimaginar el mundo»

Amin Maalouf es un hombre centrífugo. Nació en el Líbano, creció en Egipto y reside en Francia. Lo suyo es una suma de exilios obligados o propuestos; un hombre que piensa el mundo con el corazón, lo siente racionalizándolo y lo literaturiza a través de sus lenguas y sus patrias. «El mundo va hacia un naufragio», sentencia este novelista de escritura trágica, o sea, realista, y temperamento optimista. La novela, resumía Novalis, surge de las carencias de la historia. Maalouf, que tiene presente la idea, asegura que su nuevo libro, «Nuestros inesperados hermanos» (Alianza editorial), «nace de una angustia, que es la de ahora. La historia avanza hacia una dirección que no es la que yo desearía».

Su obra nos trae los avatares de dos seres que viven en la soledad de una isla atlántica de Francia y ven sacudidas sus rutinas por un apagón que desploma los medios de comunicación. Con esta premisa de aire apocalíptico, el autor se adentra en las cuestiones inmediatas. «El mundo necesita ser repensado y reimaginado más que nunca. Tenemos los medios científicos y económicos para resolver los problemas que se nos plantean y realizarnos como nunca antes. Lo que falta es saber hacia dónde vamos; conocer lo que nos gustaría construir. Y esto es cierto incluso a nivel del individuo».

Para Maalouf, «la literatura tiene por función imaginar el mundo de manera distinta a la realidad» y por eso su presencia hoy resulta importante. «Estoy consternado por la evolución del mundo. Me da igual si miro hacia mi región natal, América o Europa. En todos lados se percibe el incremento de las tensiones; vamos hacia otra Guerra Fría, hay otra carrera de armamento y hemos demostrado nuestra incapacidad, de hacer vivir en nuestras sociedades a poblaciones que son diferentes; de gestionar el mundo, que ha aumentado su velocidad, y que, a la vez, ha progresado en ciencia y tecnología». Maalouf, enclaustrado en su particular ínsula, que no es metafórica, sino geográfica y real, considera que «la historia nos ha dado en 2020 una pausa. Deberíamos tomarnos un tiempo para ahondar en el mundo. Es el momento para hacerlo».

Noticias inquietantes

Maalouf, que ha reflexionado sobre las culturas mediterráneas de ambas orillas, denuncia el fanatismo de raíz religioso o político que aún permea tantas voluntades. «Hay que dar el combate contra las identidades asesinas. Hay que llevarlo a cabo. No estamos avanzando en este plano. Las relaciones entre las personas que proceden de orígenes distintos no mejoran. Más bien se están deteriorando. Estoy convencido de que en ninguno de los países que conozco o he estudiado se está haciendo un esfuerzo verdadero, con pertinencia, sabiduría, perseverancia y voluntad como para permitir que esto cambie. Tengo la sensación de que las identidades siguen siendo asesinas en muchos lugares. Los recientes acontecimientos de Francia son inquietantes».

Para Maalouf, «el fenómeno del fanatismo, como lo constatábamos hace seis o siete años con el Estado Islámico, ha remitido. Esta clase de organizaciones han perdido influencia». Pero sostiene que «lo que sí ha continuado y es difícil de detener es ese fanatismo, criminal, en el que jóvenes, influidos por especuladores, atacan objetivos fáciles y matan a personas que van por la calle y que no son instituciones». El escritor, que no se deja influir por el pesimismo, cede por un instante en su propósito y asegura que «este terrorismo residual es terriblemente difícil de impedir. Es complicado evitar estas acciones. Lo que espero es que se entable un combate verdadero para ganar en el pensamiento».

Una de las ideas que propone es «el control social del entorno de estas personas; que sean condenadas en su origen. En Francia y otros países existen ambientes en que esta propaganda siempre surte efecto». Para él, uno de los problemas que alienta estos ataques es la mirada que existe entre una población emigrante y los demás habitantes del país. «Hay un problema en este sentido que debería ser resuelto y que aún sigue vigente. Luchar contras las identidades asesinas sigue siendo un combate que merece la pena». Para Maalouf lo esencial hoy es meditar sobre lo que deseamos para el futuro. «Lo que nos está sucediendo es una advertencia, un aviso que la Historia nos da. Si continuamos por esta misma andadura nos encaminamos hacia confrontaciones y crisis infinitas. Necesitamos repensar las relaciones entre los países y reconstruir el orden internacional. Incluso la nacion más potente, Estados Unidos, debe reflexionar sobre su sociedad. Esto incluye instituciones, política, las costumbres personales y los medios de comunicación».