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Libros malditos

El poemario de García Lorca que sobrevivió de milagro

Poco antes de marchar a Granada para siempre, el escritor entregó en las oficinas de «Cruz y Raya» uno de sus poemarios más celebrados

Un dibujo de Federico García Lorca sobre "Poeta en Nueva York"
Un dibujo de Federico García Lorca sobre "Poeta en Nueva York"ArchivoArchivo

En estos días, Sial/Contrapunto ha tenido el acierto de recuperar «Poeta en Nueva York», uno de los más celebrados poemarios de Federico, bajo el cuidado de Hilario Jiménez Gómez. Este especialista y veterano lorquista ha tenido la paciencia de preparar el texto despojándolo de erratas y contextualizarlo, en esta espléndida edición, junto con otros textos del autor, como el guion cinematográfico «Viaje a la luna» y dibujos del mismo autor. La lectura de ese texto nos sirve para valorar más la suerte que tenemos, porque fue un milagro que «Poeta en Nueva York» sobreviviera a la Guerra Civil. Poco antes de tomar el fatal tren que llevó a Lorca a Granada, su Granada, donde sería asesinado, se pasó por las oficinas de la editorial y revista «Cruz y Raya». Esperaba verse con su responsable, José Bergamín, que en ese momento no estaba en su despacho. Lorca escribió en una nota: «Querido Pepe: He estado a verte. Creo que volveré mañana. Abrazos de Federico». No hubo ese mañana, pero tuvo tiempo de dejar un sobre con una serie de manuscritos. Eran los poemas que debían formar parte del libro.

Fue la secretaria de Bergamín quien pudo salvar aquel tesoro literario de la guerra. Ahora sabemos que tras el final de la contienda, las oficinas de «Cruz y Raya» fueron saqueadas y que algunos de los libros y publicaciones que guardaba Bergamín se los quedó Adriano del Valle, que los vendió a especialistas y lectores. Afortundamante, cuando eso pasó, el manuscrito estaba salvado en México.

En español e inglés

Pero las aventuras del libro, que este año ha cumplido ochenta desde su primera edición, no acaban aquí. Bergamín pensó inteligentemente que lo ideal sería que el texto apareciera simultáneamente en edición en español y en inglés. Por todo ello contactó con la editorial neoyorquina Norton. Problemas varios hacen que Bergamín, quien ha fundado el sello Séneca en México, se retrase. Será Norton, por tanto, quien tenga la gran exclusiva de la primera edición que llega a las librerías estadounidense el 24 de mayo de 1940 con una cuidadísima traducción de Rolfe Humphries. Tres semanas más tarde, un 15 de junio, será el turno de la primera en español.

Si compleja es la aventura de las ediciones, también lo es la del manuscrito. Algunos de los poemas quedaron en manos de Rafael Martínez Nadal, amigo y confidente del poeta. Nunca se ha sabido si aquello fue un regalo o vaya uno a saber. Lo que sí es cierto es que poco antes de morir, Martínez Nadal vendió esos textos y otros también lorquianos de su colección a la Biblioteca Nacional. Los que tenía José Bergamín corrió una suerte extraña cambiando de manos hasta llegar a las de la actriz Manola Saavedra, que los recibió como regalo tras un recital. En 2003, después de varias polémicas, fueron subastados en Londres, y los compraron los herederos del poeta. Lorca volvía a casa.