Advertencia: esta exposición de León Ferrari podría herir su sensibilidad
El Museo Reina Sofía dedica una retrospectiva al provocador artista argentino en el centenario de su nacimiento
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Conmovido por la lluvia de Napalm sobre Vietnam, León Ferrari (Argentina, 1920) se propuso en su madurez artística denunciar las constantes violaciones de los derechos humanos que se llevaron a cabo en el conflicto. Así, en una vorágine de creación propiciada por su compatriota, el polémico comisario y galerista Jorge Romero Brest, Ferrari sintetizó lo que para él era, en 1965, «La civilización occidental y cristiana». La pieza, una crucifixión de gran formato cuya singularidad pasaba por la transfiguración del sacro travesaño en un bombardero estadounidense, estuvo rodeada por la polémica desde que se exhibió por primera vez en el Instituto Torcuato Di Tella bonaerense.
«Lo único que le pido al arte (…) es que me permita, con la mayor eficiencia, condenar la barbarie de Occidente», explicó el creador a los medios en un clima que acabaría desembocando en la Revolución Argentina y en el exilio del artista. El eco de la sacrílega escultura llegó hasta nuestro siglo, cuando se topó literalmente con la Iglesia. El por entonces Cardenal Bergoglio, que aún no entraba en las quinielas para convertirse en Francisco I, la señaló como «blasfemia» y criticó duramente a la exposición que la acogía por su «mal uso del dinero de los contribuyentes».
Medio siglo después de que viera la luz , la obra de Ferrari ocupa un lugar de privilegio en la muestra que le dedica el Museo Reina Sofía coincidiendo con el centenario desde su nacimiento y que celebra la donación de familiar de más de 300 obras a la pinacoteca. Su nieta, Julieta Zamorano, explica para profanos el cartel que se ha colocado al inicio del recorrido y que advierte de la posible ofensa: «Siempre es necesario mostrar lo diferente, incluso aunque no guste. Él era un verdadero ejecutor de su libertad de expresión».
Esa vanguardia de provocación, que según el director del Museo, Manuel Borja-Villel, se encaja en una «lógica interna de crítica a las desigualdades del mundo», y que para el comisario Javier del Olmo es simplemente «amor», explota en la sala más alta del Edificio Sabatini como una especie de homenaje sentido a lo profano. Las ridiculizaciones de Hitler se mezclan con obras que usan el excremento como materia prima y revisiones en clave materialista de los frescos de la Capilla Sixtina.
La exposición se podrá visitar entre el 16 de diciembre de 2020 y el 12 de abril de 2021