Los cuatro atentados de Julio Provencio
Madrid, París, Bruselas y Niza; en todos ellos el autor y director de escena estuvo cerca, y, ahora, vuelca esos recuerdos en la escena
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Hay un acontecimiento que une a la sociedad como pocos pegamentos lo logran: los atentados terroristas. Sin salir del «shock», las ciudades se paran unas horas, días, para hacerse cargo del dolor colectivo. Se trata de «los únicos momentos en que todos parecemos ponernos de acuerdo y compartir un tipo de reacción ante lo sucedido», dice Julio Provencio. Sabe de lo que habla el dramaturgo y director de escena. Contra su voluntad, al 11M –cuando acababa de cumplir la mayoría de edad– ha ido sumando otras fechas imborrables en París, noviembre de 2015; en Bruselas unos meses después, y en Niza, aunque reconoce que el ataque de Madrid lo vivió de una manera muy distinta, «era otra etapa de mi vida».
Se libró de las cuatro agresiones, pero siempre le pilló muy cerca. En la capital francesa los terroristas fueron a la sala Bataclan, pero bien podían haber ido al Teatro del Odeón –el objetivo era golpear el corazón de la cultura occidental–. Allí estaba él junto al equipo de Angélica Liddell. No se enteraron de lo que había ocurrido hasta que terminó la función. Luego, corrieron a la habitación y se encerraron. No hubo ni cena.
En Bruselas, ya se había ido la compañía, pero Provencio decidió quedarse un par de días más. No pudo volver a tiempo, el aeropuerto desde el que debía regresar había saltado por los aires. Ese mismo verano la tragedia también visitó Niza, aunque «sin mayores consecuencias» para él, explica de lo que define como «una época negra». Todos estos episodios hicieron mella en un autor que ha decidido llevar al escenario parte de los pensamientos que le rondaron por la cabeza cuando logró coger un avión desde el Charles de Gaulle parisino (y no desde Bélgica como estaba trazado). «Tienes la necesidad de volver a casa», confiesa.
Ahí comienza «...and breathe normally (...y respiren con normalidad)», que ocupará la Jardiel Poncela del Centro Cultural de la Villa del 28 al 31 de enero dentro del ciclo Teatro y Derechos Humanos. Provencio, además de escribir el texto y dirigir –junto a Josete Corral–, hace de sí mismo, de ese pasajero del asiento 7D. Observa a su alrededor: «Viajeros solitarios, silenciados por la onda expansiva de las bombas». La nave va a despegar y el móvil ya no es una vía de escape, está en «modo avión». Pero hay algo que va mal. La desconfianza se adueña del vuelo y el protagonista siente la necesidad de hablar ante la amenaza de que se repita una masacre. «Todo cambia tras un atentado. La percepción no es la misma. Surge un sentimiento de alerta y se ponen en juego los instintos más primarios. Las amenazas se multiplican y las posibilidades de otra barbarie parecen más reales que nunca», asegura.