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“Bajocero”: la ética se mide en celsius

Javier Gutiérrez y Karra Elejalde se ponen a las órdenes de un «exigente» Lluis Quílez para narrar un traslado de presos en clave de thriller con notas de Michael Mann

Si Michael Mann, el director de «Heat» o «Collateral», hubiera pasado un invierno en la España vaciada, probablemente habría hecho algo muy parecido a «Bajocero». Lluis Quílez (Barcelona, 1978), realizador con el inequívoco sello ESCAC en sus trabajos, se sirve de Javier Gutiérrez, Karra Elejalde y Patrick Criado para construir un «thriller» con regusto a cañón sucio y a épocas pasadas, pero instalado también en esa tradición más reciente de lo frenético que nos ha regalado «Celda 211» o «El reino».

«Es cierto que mi película es compatible con el género, pero creo que se desmarca de ellas por su propia concepción, porque es como si ocurriera en tiempo real, con grandes escenas de acción encadenadas», explica el director. Y sigue: «Por momentos coqueteamos con el terror, por momentos nos vamos hacia la claustrofobia, la acción o el western. Es una película robusta que busca ser entretenida, pero sin renunciar tampoco a reflexiones morales como la que plantea su final».

Al mal tiempo, plataformas

Sobre el rodaje, en los páramos helados que deja febrero entre Madrid y Castilla-La Mancha, Quílez detalla: «Hemos estado a bajo cero, en nevadas… Si algo funciona a simple vista, cuando pongas la cámara transmitirá la misma sensación. Todo tenía que ser tangible, debía verse el frío de verdad». Karra Elejalde, en un registro más lúgubre que de costumbre, parece estar de acuerdo: «Como te pillara una noche con los pies fríos, ya estabas destemplado para toda la noche. Lluis era muy exigente, pero el equipo nos ha cuidado muchísimo y el frío solo aporta veracidad a la película».

Antes de terminar su intervención, le interrumpe su compañero de reparto, un Javier Gutiérrez con el que siempre se puede contar para llevar a cuestas un filme de este calibre: «No lo dulcifiques tampoco. Hacía muchísimo frío», confiesa sarcástico. El caso de «Bajocero» resulta paradigmático de los nuevos tiempos, ya que, aunque tenía fecha de estreno en salas, finalmente ve la luz hoy mismo en Netflix: «Cuando estemos bien, volverá el cine a las salas. Sé que nos lamentamos y que como industria somos muy pequeños, pero el cine está hecho para verlo en salas», opina Errejalde antes de que le complemente Gutiérrez: «Es necesario que seamos realistas, no alarmistas. Sigue habiendo espectáculos y la cultura es segura. Ese mensaje tiene que calar. Esto pasará. La irrupción de las plataformas ha sido mayúscula y gracias a ello se pueden estrenar películas como la nuestra, pero bendita sea la inversión. Todos ganamos porque ello va a redundar en la calidad del cine español».

La pareja de actores, que por primera vez desde 2015 no está presente entre los nominados a los Goya en ninguna categoría, da su punto de vista sobre el aparente divorcio entre espectadores y académicos, que se ha materializado en la total ausencia de títulos como «Padre no hay más que uno 2» y otros taquillazos entre los nominados: «En los premios no hay justicia nunca. Y tampoco creo que debiera haberla, porque son subjetivos. Hay quien gana mejor director, guion, actriz, fotografía y producción y luego no gana mejor película. Normalmente, si una película tiene muchos académicos entre los que la han hecho, es más probable que esté en más categorías», explica Errejalde antes de que remate Gutiérrez: «Hay películas como ’'Campeones’' que se han salido de la norma, pero cuesta muchísimo más nominar a una comedia que a un drama, y las primeras son las que más ve la gente. Los galardones, al final, lo que ayudan es a vender la película para que llegue a más gente».