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Vuelve la maestra más gruñona y misántropa de la literatura

La autora sostiene que «los años Trump han supuesto un mazazo para nuestra democracia»
© Leonardo CendamoLeonardo Cendamo / Duomo
La Razón

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Hubo que esperar, pero ha regresado. Elizabeth Strout ha retomado a su carismática Olive Kitteridge en «Luz de febrero» (Duomo), su ultima novela. Una obra más coral, menos centrada en ella, donde regresa a Crosby, retoma otros personajes y desvela uno de los mayores secretos de su protagonista: anhela casarse. Con estos mimbres teje un libro ameno, divertido, pero que tampoco orilla o sortea asuntos de mayor calado y profundidad.
-¿Cuál es la ventaja de ambientar en una novela en un pueblo y no en una ciudad? ¿Qué aportan estas novelas?
-La ventaja de situar la acción en un pequeño pueblo reside en que cada personaje puede explorarse en relación con otro personaje de dicho pueblo. Por ejemplo, podemos ver a Olive interactuar con diferentes personas y, a continuación, conocer cómo la ven dichas personas. Sucede lo mismo en la vida real: cada uno ve a una persona de diferente manera. Y en un pueblo, vemos a los distintos personajes que aparecen en historias diferentes, con lo que el pueblo mismo también se convierte en casi un personaje.
-¿Cómo ha sido el reencuentro con Olive Kitteridge?
El reencuentro con Olive me cogió por sorpresa, pero una vez que entendí que iba a escribir de nuevo sobre ella, llegó con facilidad. Al parecer, ¡había más por explicar sobre ella! Me sorprendió, pero también fue muy divertido.
-¿Un personaje se contamina del autor o el autor se contamina del personaje?
-Olive Kitteridge no está contaminada. Es, sencilla y simplemente, ¡Olive! Y tampoco siento que me haya contaminado. Considero que mi trabajo con Olive −al igual que con todos mis personajes− es escribir sin emitir juicios. Yo solo estoy aquí para informar sobre su vida.
-Qué le movió a regresar a Crosby?
-Regresé a Crosby (Maine) sencillamente porque es donde vive Olive. Ella no podría vivir en otro lugar, así que esa es la razón. Sin embargo, hice que Bob Burgess, de mi anterior libro, «Los hermanos Burgess», viviera en Crosby porque, de repente, me di cuenta de que era posible y verosímil. Se había mudado de Nueva York para vivir con su nueva esposa en Shirley Falls, a una hora de Crosby, y pensé: «¿Por qué no llevarlos también allí?». Era completamente plausible y así lo hice.
-Olive Kitteridge es una persona difícil. ¿Por qué cae bien a los lectores?
-Olive Kitteridge no es una persona fácil, pero creo que consigue que los lectores reaccionen por su honestidad al hablar o pensar. Puede que mucha gente piense o sienta de forma similar, pero no lo expresa, así que espero y supongo que les sirve de consuelo. Y aunque es una persona difícil, a veces cuenta con una gran capacidad de empatía. Creo que es compleja, y la mayoría lo somos, por lo que siempre encontramos una pequeña parte de ella en la que nos vemos reflejados.
-Estos años de Trump han dejado huella de alguna manera en Crosby o sus personajes?
-Sin duda, los años Trump han dejado huella en la gente de Crosby. Están los que lo apoyan y los que no. En la historia «El final de los Días de la guerra de Secesión», la gente que recrea esos días históricos no puede pasar la noche en el parque porque −en parte− hay demasiados disturbios entre las viejas tropas confederadas y las unionistas. Y en la historia «Corazón», Betty apoya a Trump, algo que Olive no soporta, y aun así, acaba escuchando a Betty, acaba queriéndola, porque entiende la dura vida que ha tenido. Trump ha logrado que su influencia se perciba en cualquier parte del país, y del mundo.
-¿Qué ha significado para Estados Unidos la presidencia de Trump?
-En mi opinión, los años Trump han supuesto un mazazo para nuestra democracia, y ya veremos si podrá prevalecer por sí misma; confío en que lo haga. Esencialmente, Trump ha dado permiso a aquellos que se han sentido descontentos durante mucho tiempo para actuar basándose en esos sentimientos de racismo y división. Como consecuencia, no solo se ha dañado el proceso democrático como tal, sino que la gente está más divida que nunca, algo que resulta muy doloroso. Y aterrador. Las redes sociales también han contribuido a que esto ocurra.
-¿Los personajes mayores ayudan a responder a más preguntas sobre la vida?
-No creo que la gente mayor sepa más de la vida que los jóvenes. Lo que sí creo es que tienen más perspectiva. Al envejecer, nos damos cuenta de que la vida no es perfecta −quizá pensábamos que la nuestra lo sería−, y, en cierto modo, está bien. Está mejor que bien. La vida es así. Creo que esa es la sabiduría a la que llegas cuando envejeces.
-Muchos personajes de esta novela están heridos. ¿Qué nos enseñan las heridas?
-Muchos de los personajes de este libro han recibido los golpes de la vida, es cierto. Pero mucha gente en la vida real también, y aunque hablamos de «herir», no sé si ese sería el término que utilizaría. Creo que toda la gente de la que escribo tiene una pequeña parte de algo con lo que nos podemos identificar. Para que una historia sea dramática, las situaciones deben ser más extremas, pero nadie pasa por la vida saliendo ileso. Y, de nuevo, está bien. La vida es así. La mayoría nos esforzamos todo lo que podemos.
-En esta novela hay dos sentimientos: el amor y la culpabilidad. ¿Por qué?-El amor y la culpa. Y añadiría la esperanza. Mucha gente se siente culpable porque aman de forma imperfecta. Pero eso no significa que no amemos. Y creo que hay esperanza en cada una de las historias o capítulos. Cada historia tiene un momento de gracia en el que se produce algún tipo de conexión humana, gracias a cual los personajes se sienten mejor. Es un libro que da esperanza. -Una pregunta obligada: ¿Cómo ha vivido esta pandemia?
-He tenido mucha suerte porque he estado en Maine durante la pandemia y todavía puedo salir a pasear la mayoría de días, incluso acompañada de amistades, con mascarilla y distancia. Pero ha sido un periodo largo y duro, y para mucha, mucha gente en todo el mundo.
-¿Qué nos enseñaría Olive Kitteridge sobre ella?
-¿Qué nos diría Olive de ella misma? Que ha tratado de vivir con honestidad. Ha tenido muchos fracasos y muchos éxitos. Y, aun así, al final, no se conoce realmente a sí misma. Ocurre igual con muchos de nosotros. En realidad, no nos conocemos. Es así.