Buscar Iniciar sesión

El lado más humano de los monstruos y los ogros

Laura Falcó y Lorenzo Fernández Bueno publican «Los 13 asustadores profesionales más famosos de la historia», un proyecto solidario a beneficio de la Fundación El Gancho
LA RAZONLA RAZON

Creada:

Última actualización:

¿Sabía que los vampiros con caries han se sorber la sangre con pajita? ¿Y que a los que tienen un solo diente se les llama «vampicornios»? ¿Que a los fantasmas les encantan las natillas, sobre todo, si se las deja en la ventana? ¿O que a los ogros les dan pavor los ratones? Amedrentar a los niños para que obedecieran, como ser raptados por alguna persona o monstruo, era un recurso habitual. Los «asustaniños» eran mitos de la infancia instalados en el folclore popular, gracias al «coco», el hombre del saco, el sacamantecas o el chupacabras. A ellos apelaban nuestros padres y abuelos para que se cumpliesen las normas o para evitar salir a la calle cuando ya había anochecido. La editorial infantil Babidi-Bú encargó a Laura Falcó y Lorenzo Fernández Bueno realizar «Los 13 asustadores profesionales más famosos de la historia», ilustrado por Diana Valdayo, como inspiración del programa de radio «El Colegio Invisible» que ambos dirigen en Onda Cero. Un proyecto solidario a beneficio de la Fundación El Gancho para niños enfermos.
Presentado en un original formato en forma de ficha policial –un guiño para jugar a policías y ladrones, con huellas dactilares incluidas–, sus páginas están llenas de brujas, vampiros, hombres lobo y otras criaturas que forman la banda más terrible y divertida de la oscuridad: los asustadores profesionales, trece villanos malos malísimos que encuentran aquí su antídoto para combatirlos y protegerse de ellos, aunque quizá no sean tan villanos como parecen.
Para Laura Falcó es «un cambio de registro total, pero muy divertido. Cuando nos encargaron hacer un proyecto para niños pensamos en monstruos y fantasmas, que siempre hacen gracia, intentando quitarle un poco de madera, hacerlo en clave simpática y gamberra para reírnos y que, si en el peor de los casos creen que existen, al menos sean vencibles. Tratados así pueden servir para quitar miedos nocturnos, que a veces son un verdadero problema». A lo que añade Lorenzo Fernández: «Estos personajes han sido protagonistas de las pesadillas de muchos niños de varias generaciones. El objetivo es humanizarlos un poquitín, mostrar su parte más buena y positiva para quitar esos miedos infantiles viendo su lado más divertido. Curiosamente –aclara–, al único imposible de blanquearle su historia es, precisamente, el más humano de todos, el temido hombre del saco, basado en el terrible crimen de Gador (Almería), a partir del cual se creó una figura aterradora, terrible y desagradable, conocida también como “Sacamantecas” o “Asustaniños”, que tanto miedo ha provocado».
A estos mitos de nuestra infancia apelaban los padres para que hiciéramos caso. «Era una manera de amedrentar al pueblo, sobre todo en las épocas en que era más inculto y se dejaba llevar por leyendas y fábulas aleccionadoras», apunta Falcó. «Del mismo modo que te provocaban ese miedo y te hacían pasar una noche muy larga despierto –prosigue Fernández Bueno–, también tenían algo de morbo, los repelíamos, pero nos encantaba escuchar historias, aunque, eso sí, siempre con la seguridad de un entorno amigo y con las luces encendidas. En cuanto las apagaban se acababa la broma (risas). A los niños les fascina el misterio. Yo les diría que cuando sean mayores continúen siendo niños».
Asustar con razón
Pero, ¿quién los asustaba más de pequeños? La escritora tiene claro que los fantasmas «porque los sentía, no era fantasioso, sino real, tenía esa sensibilidad y me daba cuenta de que eso no era normal porque los demás no los percibían. Me asustaban, pero con razón de ser». A Fernández era el vampiro, «que con el tiempo me ha acabado fascinando, especialmente Drácula. No dormía pensando que estaba debajo de mi cama y me iba a coger, aquello era terrible. Luego leí el libro de Bram Stoker y quedé absolutamente fascinado con él».
Si en algo coinciden ambos es en valorar las magníficas ilustraciones de Diana Valdayo. «Al ver el primer boceto nos quedamos maravillados. Para quien escribe, es un auténtico lujo tener la oportunidad de firmar un libro así, pensamos que el 80% del proyecto era su ilustración, y, además de colorista y preciosa, Valdayo ha sabido darle un punto de humor, ha captado perfectamente la esencia de cada personaje adaptándola a un público infantil sin caer en la ñoñería. La idea es perder el miedo, y si esto puede contribuir para pasar de él a la risa, pues bienvenido sea», concluyen.

Archivado en: