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José Sacristán: “No tengo el menor interés en cobrar una pensión”

Desde que ayer recibió la llamada del ministro Uribes, el actor celebra el Premio Nacional de Cinematografía
David FernándezEFE

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El Premio Nacional de Cine para José Sacristán es de esos que te sorprenden. No porque no sea merecido, sino por todo lo contrario, hay que mirar el palmarés dos veces para comprobar que no lo tuviera desde hace tiempo. Bueno, quizá uno esté equivocado y sea el de Teatro el que le han dado, pero tampoco. El señor de Chinchón (Madrid), por extraño que parezca, no obtuvo el reconocimiento oficial del Ministerio hasta ayer.
–Pues la verdad es que no, no tenía ninguno, pero espero que vayan viniendo más [dice riendo y soñando con el doblete en Teatro].
Pero lejos de premios y homenajes, que, siendo sinceros, tampoco quitan el sueño al actor, Sacristán celebra la buena nueva como mejor sabe hacer: trabajando. De hecho, la llamada del ministro Uribes le pilló con las manos en la masa. Concretamente, en La Panera (Segovia), uno de esos lugares en los que la cobertura es un lujo intermitente. Y es allí donde se encuentra rodando junto a Fernando Colomo «Cuidado con lo que deseas». Una muesca más en su fructífera carrera, ahora reconocida por ser «un trabajador incansable, curioso, apasionado y versátil. Ha pasado de la comedia popular de los sesenta y setenta a protagonizar películas de carácter social o thrillers, personificando también la propia evolución de nuestra cinematografía», destacaba ayer el jurado, que lo considera «referencia y personalidad indisoluble del imaginario cultural de nuestro país». Amén.
Palabras que homenajean a un intérprete que, en sus comienzos, simultaneó su oficio de mecánico con la escena, donde debutó gracias al director José Luis Alonso como meritorio en el madrileño Teatro Infanta Isabel. En 1960 se sumó a la compañía Teatro Popular Español y sería «La familia y uno más» (1965), de Fernando Palacios, la cinta que le haría introducirse en la gran pantalla. Ya no pararía. Luego vendrían «El arte de casarse», «Sor Citroën», «Cómo está el servicio»... Hasta hoy.
–¿Usted qué desea, con qué debe tener cuidado?
–No tengo demasiada precaución. Siempre he tenido el sentido de la medida en cuanto a desear cosas. Suelo estar próximo a la realidad, nada que esté lejos de mis posibilidades. Pero con eso no quiero decir que haya perdido la capacidad de jugar, investigar y apostar.
–Pensé que le iba a pillar concentrado en el España-Suiza, como al ministro.
–No. No es que me dé igual, pero no sé ni cómo van. Nunca me llamó la atención el fútbol.
–Entonces, no le pregunto ni por su equipo.
–El Chinchón F. C.
–Brindar con un buen chupito de chinchón es lo que merece el premio.
–No está mal, pero mejor celebrarlo trabajando.
–Se ha empeñado en hacer un favor a las arcas del Estado y pasar de la pensión.
–No tengo el menor interés en cobrar la pensión.
–¿Cuál es el primer recuerdo que tiene del cine?
–No te sé decir el título, pero es en el cine de Chinchón. Una de esas series que daban por entregas. Seguramente fuera algo de Fu Manchú.
–¿Qué papel le queda por hacer?
–No tengo ninguna fijación. Lo que vaya viniendo, pero, de momento, estoy encantado con la gira de «Señora de rojo sobre fondo gris», de Miguel Delibes. Tenemos cuerda para rato.
–¿Qué hubiera firmado cuando se metió en esto del cine con «La familia y uno más», allá por 1965?
–Pues la idea que tenía es que fuera una carrera parecida a la que ha sido. El éxito es la continuidad en el trabajo y de eso nunca me ha faltado. Estoy contento y agradecido con cómo ha ido todo.
–No es para menos... ¿Qué otros proyectos tiene entre manos? ¿Se regalará unas vacaciones?
–Tengo una cosa muy bonita. Un proyecto de una dramaturgia que he escrito sobre el primer volumen de las memorias de Fernando Fernán Gómez. Y este verano me toca ultimar ese guión y conversar con el equipo para una lectura dramática de «El hijo de la cómica», que es como se llama.
–¿Cómo ve el futuro de la pandemia, habrá quinta ola?
–Es una cuestión de impaciencia, pero no se trata de un problema solo de España. Lo estamos viendo por todos lados. Confío en que parece que no hay la misma mortalidad. Al final era algo que se podía prever: cuando se abre el grifo se arma la de Dios.
–Y, venga, una política aprovechando que es de los que se moja siempre: ¿qué opinión le merecen los indultos?
–Los veo bien. Lo que no veo bien es que sospecho que la actitud independentista no va a variar. No son secesionistas, son unos chapuzas, y un chapuzas no deben estar en la cárcel. Pero, eso sí, yo no me fío de un chapuzas.