Crítica de “Moonfall”: ¡qué luna la de aquel día! ★★☆☆☆
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Dirección: Roland Emmerich. Guion: Spenser Cohen, Roland Emmerich y Harlan Closer. Intérpretes: Patrick Wilson, Halle Berry, John Bradley, Michael Peña. Gran Bretaña-China-USA, 2022. Duración: 122 minutos. Ciencia-ficción.
¿No echaban de menos al Roland Emmerich que más amamos? No mientan: sentían nostalgia por sus olas gigantes; por sus terremotos que desafían toda explicación geológica; por sus meteoritos jugando a bolos con rascacielos y cumbres borrascosas; por sus héroes fracasados que se encuentran a sí mismos en el sacrificio y la admiración ajena cuando el mundo se acaba y las evidencias de la catástrofe les dan la razón; por sus teorías conspiranoicas sobre las amenazas que se ciernen sobre la humanidad, con la consiguiente indiferencia del gobierno; por sus secundarios graciosos, que a menudo darán con la clave para resolver lo irresoluble, mientras el planeta se cae a trozos como un castillo de naipes. Es la añoranza de la repetición: una de las obsesiones de Emmerich como cineasta es el placer de la destrucción, que aquí se materializa en cómo la repentina desviación de la órbita de la Luna provoca el apocalipsis en la Tierra del mismo modo que lo hacía el cambio climático en “El día de mañana” o los caprichos tectónicos en “2012″.
En esencia, “Moonfall” es un ‘remake’ de aquellas, teñido por una sensibilidad cercana a la de una edición especial de “Cuarto milenio” que culpe a difusas entidades alienígenas -una especie de magma negro que se mueve a la velocidad de la mancha viscosa de “Venom”- del desastre que los hombres no han sabido frenar a tiempo. Lo que sigue es tal disparate que nos conduce, y hasta aquí podemos leer, a la Prehistoria del Big Bang, con la convicción atolondrada de un niño que está seguro de la verdad de sus propias mentiras. Si no fuera porque sabemos que la película ha costado 150 millones de dólares, “Moonfall”, que a ratos parece un cruce bastardo entre “Armaggedon” y “Melancolía”, podría pertenecer a otra generación de ‘blockbusters’, con efectos digitales de discutible acabado, con esa ingenuidad tan pre-11S, ese sentido del humor tan frugal y esa mirada política nada cínica -es el antídoto a “No mires arriba”- que caracterizaban a las superproducciones que ni siquiera se atrevían a soñar con una pandemia a escala planetaria.
Lo mejor
Dejarse llevar por un esquema narrativo que conocemos perfectamente y que se deleita en la destrucción del mundo.
Lo peor
Emmerich ha perdido pulso, y su ingenuidad parece un tanto desubicada.