Patricia López Arnaiz: “El cine no es de las plataformas o las salas, debe ser una experiencia colectiva”
La actriz presenta la “La cima” en el Festival de Málaga, antes de su estreno en cines este viernes, donde comparte ascenso y refugio del Annapurna con Javier Rey
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Subidos a lo más alto de uno de los edificios más altos de Málaga, el sol ciega. El viento, ausente durante las dos primeras jornadas del festival de cine de la ciudad, hace acto de presencia y nos priva de salir a la terraza, pero no de escucharle rugir. En ese contexto, el blanco níveo que viste Patricia López Arnaiz (Vitoria, 1981) para la entrevista con LA RAZÓN termina de dar ambiente a la conversación. La actriz vasca, ganadora del Goya en 2021 por su papel en “Ane”, regresa en la Costa del Sol con “La cima”, que protagoniza en verso montañés junto a Javier Rey (”Fariña”). Coronada la presentación del filme, acotado a unos más que correctos 85 minutos de metraje en los que ambos actores lo dan todo por defender un guion parco, sufrido, minimalista y arrebatador, López Arnaiz habla del proceso de una película que costó sacar adelante, de su complicado rodaje y, por supuesto, del cambio de paradigma en la industria que la ha pillado entre un festival de cine clásico, una producción para Netflix y otra para Movistar+.
“Ibon Cormenzana y yo nos conocimos porque hice una aparición pequeña en una película suya (”Alegría, tristeza”) y un día comenzamos a hablar de la montaña. De cómo nos gustaba a los dos. Y a él también le gusta explorar los deportes extremos, lo intenso. Pensando en la Ione de la película, por casualidad, se acordó de mí para interpretarla. Y quería alguien con la experiencia, no como alpinista, pero sí como alguien que viviera de cerca la montaña. No sé si lo que buscaba en realidad era una vasca”, bromea López Arnaiz sobre el origen del proyecto, cuyo guion corre a cargo de Nerea Castro y en el que seguimos a su Ione y al Mateo de Rey, dos escaladores en momentos vitales sumamente distintos que se encuentran a media altura del Annapurna I, justo antes de una gran tormenta que estrecha la ventana de escalada de la famosa cima.
Humanidad a 3.000 metros
“El personaje de una alpinista, por sí mismo, me apetecía mucho, porque es un mundo que me inspira muchísima curiosidad. A partir de ahí, el trabajo con el éxito, el vacío y la depresión, ese arma de doble filo, me terminaron de enamorar de la historia y cómo se cuenta”, completa López Arnaiz sobre “La cima”, en la que no hay sitio para la brocha gorda pese a lo duro de un rodaje que implicó helicópteros, transporte de alta montaña y mucho trabajo físico: “No se trabaja con las palabras, si no con la vivencia, con la situación. Se trata de hacer todo ese trabajo de una manera muy concreta. No voy a trabajar en lo abstracto de “a mí me ha pasado que tengo una decepción o una desilusión con la montaña”. No. Voy a concretarlo. Y voy a imaginar situaciones concretas, yendo al detalle. Como ir pasando por episodios muy concretos, para que eso esté en la película. Cuanto menos se ponga en palabra todo y más transmita, más interesante”, añade.
López Arnaiz, que no conocía profesionalmente a Javier Rey, ahonda también en la intimidad de la película, que alcanza un emotivo clímax hacia el final y que, sin embargo, no se siente impostado o “fácil”, si no que se da como orgánico en la propia contención del filme, una “rara avis” en el cine que se vende como experiencia y que se fustiga cuando no se va largo de la segunda hora: “Javier (Rey) y yo nos hemos entendido muy bien desde el principio, y hemos conseguido una intimidad real, porque hemos llegado a confiar el uno en el otro. Es alguien que se arriesga mucho y que lo pone todo siempre en la parrilla. Me gusta como actor porque explora, se expone y se entrega. Nos hemos hecho colegas de verdad. Si el espectador hace el ejercicio de imaginarse en esa situación, en el dónde está, metido en una tienda de campaña… es gracias a él. Todo ayudaba mucho, incluido el maquillaje pese a no ser una película en la que no dirías en principio que es tan importante. Cuando llama a sus padres, por ejemplo. Es el momento más conmovedor de la película y esa confianza solo se puede construir a base de intimidad. Al final se hacía tan natural como respirar, que es cuando surge lo humano”, remata.
“La cima”, que compite en Málaga pero se estrenará este mismo viernes en salas de todo el país, es un ejemplo del cambio de tiempos en nuestro cine y en nuestros festivales, en los que se cruzan películas con ambición comercial, otras de autor, las que vivirán en las plataformas e, incluso, las que nunca encontrarán distribución en España: “Quizá no tenga una opinión o una respuesta muy formada, pero creo que los festivales ejercen un apoyo clave en lo económico y visibilizan mucho el papel del cine. Son un apoyo fundamental. El cine no puede ser y estar en las salas o en las plataformas y ya está, es una experiencia común. Colectiva, quizá. Tiene que ser una celebración para poder encontrarnos y vernos. Yo misma puedo entender mucho mejor la película según escucho otras interpretaciones y hago las entrevistas. Son eventos que, en realidad, deben ser una manera para celebrar el arte del cine y darle una exposición y un acercamiento al público. Es una exposición que es imposible alcanzar de otra manera”, se despide para comenzar el descenso hacia la calle Marqués de Larios malacitana.