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Bernardo Atxaga: «Ahora mismo soy un escritor de 1.500 metros, no de maratón»

Publica «Desde el otro lado», un libro de cuatro relatos donde da voz a la naturaleza y reflexiona sobre la condición humana
Enrique CidonchaLa Razón

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Donde muchos se conforman, Bernardo Atxaga se rebela. El escritor ha renunciado a los moldes de la novela y ha convertido a la naturaleza en uno de los narradores privilegiados en «Desde el otro lado» (Alfaguara), una obra caleidoscópica, con muchas entradas y salidas, compuesta por cuatro historias de distinto tono que forman una unidad compacta. Unas narraciones individuales, pero vinculadas entre sí, que abordan la vida, la muerte y los sentimientos desde otro punto de vista.
¿Por qué relatos?
Nuestra obligación como escritores es la forma. Nuestras creaciones deben tener una. Eso ayuda a la lectura, pero su universalización es un corsé. A veces, un tapón o, incluso, una camisa de fuerza. Me he dado cuenta de que la forma está ahí para que luego nos olvidemos de ella. Tienes que tener un sentido de la forma, pero en ningún caso eso debe ser un obstáculo a lo que es lo realmente grande, lo que en la literatura es el sentido fuerte de la palabra.
¿Por eso dejó la novela?
A la hora de dejar la novela, consideré que su existencia es sobre todo social. No existe ninguna necesidad de escribir una novela. Uno puede escribir lo que le plazca. Cuando he vuelto a la novela de un autor en el pasado me gustó mucho, incluso que está fuera de duda para la crítica, me he dado cuenta de que ya no está en mí. Me molesta incluso al entrar en esos textos. La brevedad, de repente, es algo esencial para mí. Todo escritor va buscando su ritmo. Mi distancia en atletismo es 1.500 metros. Yo ahora soy un escritor de los 1.500, no de maratón.
Se vuelca en las emociones.
He escrito sobre realidades exteriores, o históricas, las que son, digamos, mis novelas políticas, pero desde hace años, he girado la cabeza y solo me interesa los aspectos interiores, y cuando uno entra en ese interior, se encuentra que uno tiene que hacer frente a toda esa nebulosa que engloba las emociones y otras fuerzas que residen en el sótano del espíritu y que carece de un lenguaje específico, que no se puede formalizar.
El miedo está presente ahí.
El miedo es la gran fuerza motora. Existe el amor, el odio, pero mucho más antiguo, en su formación, y el que casi siempre está en el origen de todo es el miedo, que ha creado todos los males del mundo. Lo que me interesaba era ver qué derivaciones y transformaciones sufre el miedo y en qué se va convirtiendo. Por ejemplo, yo creo que se puede transformar y convertir en una forma positiva porque está próxima de la prudencia. Pero siempre hay que reparar en que debajo de todo, como basamento, está el miedo, en cualquier situación personal y social. No puedes entender la vida sin eso. Me parece que es un elemento fundamental.
¿Y el perdón?
Muchos usan el perdón como coartada. Algunos de esos, en el fondo, están llenos de odio, sienten agresividad. Para casi todo el mundo, el perdón no es más que una mentira. Es como las algas en el mar. Parece que es un mar de algas, pero por debajo está el agua. A lo mejor el perdón es maquillaje y no salud. En ese relato de mi libro no es más que un pretexto, porque en el fondo está pensando en hacer el mal.
Otro tema es la muerte.
Esos dos espectros que aparecen en este volumen, tienen razón. De no existir la muerte, no habría un punto de apoyo para la vida. La muerte está en el origen del amor. La primera canción escrita que se ha encontrado, hace dos mil años, aparece en una tumba. Los primeros poemas se han encontrado en tumbas. El existir este final de la vida, llena, a su vez, de contenido la vida.
¿Cómo no mencionarle la guerra de Ucrania en este punto?
No es una excepción. Si se entiende como una excepción, ya le digo que no es el camino adecuado. No es una excepción. Lo dejó escrito Walter Benjamin. Si no se percibe así, se está despistando, se está haciendo dejación del sentido de la realidad. Eso ya ha ocurrido y volverá a ocurrir. Hay cierta composición mental que hace que nos olvidemos del pasado. En los libros de historias se da hoy muy poca importancia a los millones de muertos que causó Napoleón. Pero quizá ahora es el momento de ayudar. Eso es lo primero.