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Libros de la semana: de las andanzas de una familia judía en la Europa de Hitler a la gran reflexión de Mayka Lahoz sobre la memoria

Mientras que Emilio Lledó reclama en su último y brillante ensayo la fraternidad y cierto sedimento moral, Pierre Lemaitre publica su primera novela, que era inédita en España y Francia, plagada de humor
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“Los Effinger”: Una familia en la Europa de Hitler

★★★★★
Por Sagrario Fernández Prieto
En 1878 un joven de diecisiete años, hijo de un relojero judío de Baviera, escribe una carta a sus padres, así comienza una historia familiar que termina en 1948 en un espléndido día de primavera berlinés. En este período d ha transcurrido la historia de cuatro generaciones de una saga berlinesa que se inicia con un humilde zapatero judío y va ascendiendo en el escalafón social gracias a la hábil práctica de buscar enlaces matrimoniales con ricas herederas de influyentes apellidos: los hermanos Karl y Paul Effinger se casan con las hermanas Klara y Annette Oppner, hijas de una familia de banqueros.
Durante el tiempo que abarca la novela hubo inflaciones económicas que llevaron a millones de personas a la bancarrota, dos guerras mundiales y el Holocausto. Mientras se lee esta magistral novela que se publicó en 1951, se piensa a menudo en el nivel intelectual de la autora y es oportuno recordar que Gabriele Tergit (Berlín, 1894-Londres, 1982) además de estudiar historia, filosofía y sociología fue una periodista que se vio obligada a exiliarse en 1933 cuando constató que se encontraba en el foco de las fuerzas de asalto nazis.
Historia y memoria
El talento de Tergit sabe conducir al lector con admirable precisión por los avatares de la ascensión económica de los Effinger recreando con igual pericia el funcionamiento de una pequeña fábrica de relojes que el de la industria del automóvil y brilla especialmente a la hora de describir el impacto de una gran noticia de alcance histórico y también trascendental en la vida cotidiana, como el asesinato del heredero del trono austrohúngaro, el archiduque Francisco I en Sarajevo, que fue el disparo de salida hacia la primera Guerra Mundial, o el gran ascenso en las elecciones del partido nazi que lo llevó a convertirse en la segunda fuerza política de Alemania, entonces la repercusión de los hechos se acentúa a través de diálogos tan ágiles en la forma como eficaces en la información. La historia no está ambientada solamente en Berlín, también se extiende a la Francia de la Gran Guerra, los Balcanes y Polonia. La amplitud define esta gran obra en muchos aspectos, su amplia cronología, los numerosos personajes o los hechos históricos. En definitiva: una obra maestra de obligada y satisfactoria lectura.
▲ Lo mejor
El tono de época y la sabia manera de contar logran que sus páginas se lean con satisfacción
▼ Lo peor
Resulta difícil extraer una sol pega de un libro tan bien enhebrado y conseguido

“La gran serpiente”: Pierre Lemaitre antes de convertirse en “Lemaitre”

★★★★☆
Por Diego Gándara
Entre la necesidad y la cultura. O, mejor dicho, entre la cultura como necesidad y la cultura como prestigio. Así ha sido la vida de la narradora de esta novela, que creció en Normandía, en el seno de una familia trabajadora y cuyos padres, dueños de una taberna y de una tienda de ultramarinos, estaban convencidos de que la cultura y el estudio eran la base del progreso. Pero los años han pasado y, ahora, la narradora y protagonista decide rendir cuentas con sus padres y con su vida. «Los armarios vacíos», de Annie Ernaux, es una novela dura, intensa, que pone en escena una grieta social: la diferencia entre el mundo de los trabajadores sin instrucción y el de los instruidos, especialmente aquellos que no necesitan ganarse la vida con el sudor de la frente.
Una diferencia que lleva a la narradora a cuestionarse el papel que han tenido sus padres y las instituciones educativas en su formación como persona y como profesional. Con una arquitectura circular, que empieza con el final de la historia y con un aborto recién consumado en la narración, «Los armarios vacíos» se adentra con pelos y señales en un problema social trascendental, pero visto y diseccionado desde la más profunda intimidad y escrito, a su vez, a corazón abierto: sin filtros, con cruel sinceridad y sin remordimientos. El resultado es una novela intensa, despojada en su prosa pero que desprende una violencia asordinada, un resentimiento siempre a punto de estallar.
Lo mejor
El tono irreverente, con toques de sabrosa inmoralidad y una protagonista atractiva
Lo peor
Algunos flecos en la trama. Escenas que no se resuelven y diálogos un poco forzados

“Identidad y amistad”: Emilio Lledó nos redescubre el sentido de las palabras

★★★★★
Por Toni Montesinos
«El concepto “poiesis” en la filosofía griega» (1961), su tesis doctoral, para la cual le consiguió una beca su maestro Gadamer, en Alemania. «Filosofía y lenguaje» (1970), en que estudió la relación entre la lengua y el pensamiento, «El epicureísmo» (1984), sobre el filósofo griego. «El silencio de la escritura» (1991), una reflexión sobre la memoria y escribir. «Imágenes y palabras: ensayos de humanidades» (1998), donde extendió el concepto de humanismo a la ciencia. «Elogio de la infelicidad» (2005), de paradójico título. «Los libros y la libertad» (2013), en torno a la necesidad de la lectur.
Estos hitos de Emilio Lledó, de noventa y cuatro años, tienen una guinda con este libro al que ha consagrado los últimos diez años. Aunque, en realidad, es un trabajo de toda una vida, desde que en su lectura de la «Ilíada» vio cómo Príamo reclamaba a Aquiles el cadáver de su hijo Héctor, en un contexto de guerra en que incluso la piedad se abría paso. Así las cosas, en esta «Identidad y amistad. Palabras para un mundo posible», el pensador se sumerge en la cultura griega para estudiar dos conceptos fundamentales a la hora de examinar de qué estamos hechos los seres humanos. Lo fraterno y lo identitario vehiculan un ensayo en que el autor comparte cómo de útil y consolador es hoy establecer un diálogo con la Grecia antigua, con un significativo primer capítulo: «El refugio de la ética».
Sedimento moral
Se diría que es lo que más nos urge: tener sedimentos morales para pensar y actuar, buscando la concordia en la «organización de la vida colectiva, la ciudad, la polis». El otro pilar, dice, sería la educación, como equivalente de tener cultura, pues cabe ser conscientes «del sentido de las palabras», «de los sentimientos hacia los que nos llevan». Es un gozo dejarse llevar por este sabio y conocer o redescubrir valiosas ideas que tanto pueden iluminarnos sobre la tolerancia, el cuidado por la expresión y el respeto a conceptos que han ido degenerando y ya no se sabe qué implican por su uso partidista o ignorante, como «democracia», «libertad» o «verdad».
▲ Lo mejor
Cómo comenta pasajes, por ejemplo, de la «República· de Platón, sobre el vivir en sociedad
▼ Lo peor
Sólo cabe felicitar a este miembro de la RAE por cómo nos hace reflexionar

“La trama y la memoria”: La memoria, un ejercicio de recuerdo y de olvido

★★★★☆
Por Jesús Ferrer
Sostenía el psiquiatra Carlos Castilla del Pino que es necesario recordar, tener conciencia del pasado personal e histórico; pero que convenía igualmente olvidar, borrar selectivamente el ayer para seguir viviendo. Los mecanismos evocativos tienen su propia narrativa, que incluye reminiscencias varias en una miscelánea básicamente «textual». Esto es lo que aborda, entre otras cuestiones, Mayka Lahoz (Barcelona, 1972) en «La trama de la memoria», un riguroso ensayo sobre la ética de la rememoración, el recuerdo ficcionado y la reinterpretación mental de la realidad. La base del libro y su logrado objetivo parte de este planteamiento: «La memoria relaciona intrínsecamente la vida, el dolor, el silencio y la palabra, de ahí que permita la deconstrucción y la reconstrucción no solo del sujeto, de la identidad, de sí mismo, sino también del mundo, del otro, de la alteridad».
Con penetrante perspectiva se afrontan cuestiones como la caótica conformación de la memoria, la función del silencio, la difícil verbalización de lo olvidado, el conocimiento científico de esta materia, los diferentes «yos» que integran la mente, y la autorrepresión del pasado. Todo en un tono riguroso, pero compatible con la mejor claridad expositiva. Citas, anécdotas cotidianas y referentes filosóficos integran esta reflexión sobre los procesos rememorativos como formante de la identidad personal, pero también como parte de un amplio cuerpo social, de esa solidaridad evocativa a la que se refería Luis Cernuda en su conocido verso: «Recuérdalo tú, y recuérdalo a otros».
▲ Lo mejor
El libro está perfectamente estructurado: infancia y juventud, religión, activismo, polémicas...
▼ Lo peor
Aborda vida y obra muy bien de manera sintética, de modo que no cabe hacerle ningún reproche