Sección patrocinada por sección patrocinada

Cine

Cuando tu vida cambia “Por los pelos”

Nacho G. Velilla plantea en su nueva comedia hasta qué punto las apariencias afectan a la sociedad actual a través de uno de los grandes complejos de los hombres: la alopecia

El televisivo Antonio Pagudo en "Por los pelos"
El televisivo Antonio Pagudo en "Por los pelos"ATRESMEDIA

Cada año, un millón de hombres viajan a Turquía para realizarse un trasplante capilar. Una cantidad que equivale a un millón de historias y, en general, un millón de complejos. La alopecia suele ser uno de los grandes dolores de cabeza -valga la expresión- para los hombres, quienes se ven, algunos, desde tempranas edades, cada vez con menos cantidad de pelo. Una situación que, a ojos del director Nacho G. Velilla, se ha intensificado más en los últimos años: “Nos relacionamos en un mundo donde las apariencias lo son todo y el contenido importa mucho menos”, explica. Y, a raíz de ello, se plantea una pregunta que ha sido hilo conductor de “Por los pelos. Una historia de autoestima”, su nueva película: “¿Estamos yendo demasiado lejos? La cinta va un paso más allá de los filtros de Instagram, porque la gente ha pasado de ellos a ponérselos en su cabeza o en sus pechos. Se están creando centros para llegar a estereotipos”, explica el cineasta a este diario.

El filme narra la historia de tres hombres: Juanjo (Antonio Pagudo), un policía que obedece a cada consejo superficial de su mujer, Sebas (Carlos Librado), amigo del anterior y también policía, que se ha divorciado y lucha por recuperar el amor de sus hijas, y Rayco (Tomy Aguilera), un joven cantante de reguetón que vive el mejor momento de su carrera. Cada uno tiene su propia historia, pero todos comparten un trauma: la alopecia conlleva también a la caída de la autoestima, por lo que se embarcan en una aventura en la que descubrirán si sus verdaderos problemas están o no sobre sus cabezas.

"Por los pelos" se estrena este viernes 12 de agosto
"Por los pelos" se estrena este viernes 12 de agostoATRESMEDIA

Explica Velilla que cuando comenzó “a contactar con gente que se iba a operar o se había operado, me di cuenta de todo lo que hay tras esta realidad. No son anécdotas, sino historias de infelicidad, complejos, y eso siempre es un caldo muy bueno para hacer una comedia”. De esta manera, y con la principal premisa de que lo importante “era que el público se riese, que estuviera emocionalmente implicado”, el cineasta viajó a Estambul para dar comienzo a este proyecto, que ahora aterriza en cines. “Antes de hacer un guion intentamos entender los sentimientos que hay tras las historias. Estuve en cuatro clínicas de Estambul hablando con pacientes y cirujanos, y me di cuenta de que no había un perfil único, que la media de gente que iba era entre 22 a 35 años, mucho más joven de lo que pensaba. Y también vimos que había varios casos de gente que iba porque sus amigos o parejas se reían de ellos... cuando deberían hacerlo porque ellos mismos quieren”.

Un dos por uno
En “Por los pelos”, María Hervás interpreta a la guía turca encargada de gestionar la experiencia del trasplante capilar de los protagonistas. Explica el director que “cuando vas a Estambul lo primero que te llama la atención es que en tu avión hay más gente calva que la media. Cuando sales a hacer turismo, ves a una guía con unos 10 calvos, con esa diadema que se ponen para detener la inflamación. Vi hasta qué punto han construido una industria llamada turismo capilar, apoyada por el gobierno, que hace que en tres días vuelvas habiendo visitado una ciudad y con el cuero cabelludo totalmente rehabilitado”.

De ahí, nace otra pregunta que se ha planteado en la cinta: “¿Empieza a ser alarmante esta obsesión por las apariencias? Me acuerdo que un cirujano me contó que mucha gente llegaba con una foto de Brad Pitt, y les decía que podía conseguir ese pelo, pero que más allá no podía llegar”. En definitiva, y como Velilla viene haciendo en cada una de sus cintas, “no pretendo juzgar, sino plantear cuestiones. Preguntarnos si estamos dejando muchas veces el contenido de lado, y nos quedamos con el envase, y no solo estéticamente, pues también ocurre en el periodismo, la política y nuestra vida diaria. ¿Prescindimos de lo profundo por lo superficial?”, concluye.