92 años de amor escondidos en el recoveco de un artesonado mudéjar
Creada:
Última actualización:
Los trabajos de documentación del Museo de la Alhambra para catalogar sus fondos han sacado a la luz, en el hueco de un artesanado mudéjar de una desaparecida iglesia de Granada, la carta de amor que un tal Pepe escribió a su amada Emilia en 1921.
Los jardines y rincones de la Alhambra esconden en cada esquina leyendas, secretos, amoríos y traiciones, muchos enterrados para siempre y otros descubiertos por la labor de conservación del personal del monumento.
Los trabajos de documentación y catalogación que afronta el Museo de la Alhambra han permitido descubrir, casi un siglo después, las palabras de amor que Pepe, un vecino de Sorvilán, mandó a su querida Emilia en 1921.
La misiva, de una pobre ortografía y en un papel sin importancia, ha envejecido escondida en un artesonado de madera hasta que el Museo ha rescatado esas palabras de amor.
Su valor no puede competir con el de otras piezas alhambreñas utilizadas por sultanes y princesas, pero sí dejan un reguero de misterios, anécdotas y las historias que la imaginación de cada uno pueda diseñar.
El equipo de arqueólogos que descubrió la carta ha explicado a Efe que el trocito de papel que enmarca las palabras de amor ha visto la luz en uno de los paños de madera que componían el artesonado de la extinta iglesia de San Gil de Granada, almacenados en el Museo alhambreño y de talla mudéjar.
En la carta, que se aborda con guantes como si de una joya más se tratase, fue escrita un lunes hace hoy 92 años por Pepe, un vecino del municipio alpujarreño de Sorvilán que le contaba a su amada Emilia que le mandaría con un recadero otra misiva junto a un racimo de uvas dirigido a un tal don Antonio.
"Si el miércoles no las llevara, no hables el jueves al otro que va con uvas (....) Me dirás si recibiste las uvas y que mandarás las cartas con el que lleve las uvas (...) Sin otra cosa por hoy, besos del que te quiere", reza la carta.
Entre Sorvilán y la iglesia granadina que refugió las letras de amor y uvas, entre Pepe y Emilia, distaban más de 92 kilómetros de vías sinuosas, quizá demasiados para declarar un amor que hoy habría llegado a golpe de clic y con emoticono incluido por Internet.
La misiva ha descansado escondida en el recoveco sin que nada se sepa de sus protagonistas y con un final abierto para que cada cual decida si Emilia leyó aquellas letras, las respondió y cosechó una vida feliz con Pepe.
O si quizás un desatino llevó a los amantes a quedar como se dice, a por uvas, sin recibir noticias del otro.
Lo que sí han detallado en el Museo de la Alhambra es que la carta nunca colgó del techo de la iglesia de San Gil, un extinto templo ubicado al final de la calle Elvira de Granada que se destruyó a finales del siglo XIX, antes de las letras de Pepe, para albergar el diseño de la Gran Vía y el anchuroso centro de la ciudad.
El personal de la Alhambra seguirá ahora la pista para conocer cada detalle de los lugares que cobijaron los paños de madera del artesonado mudéjar y con ellos, la carta de amor.