«Abbey Road»: El epitafio musical de los Beatles
Fue su último disco tras sus trifulcas y estuvieron a la altura merecida
Fue su último disco tras sus trifulcas y estuvieron a la altura merecida.
Los Beatles no se separarían oficialmente hasta el 10 de abril de 1970, pero en realidad su disolución efectiva ocurrió durante 1969, el año más turbulento, y hasta desagradable, del cuarteto de Liverpool. Fueron muchas las cosas que ocurrieron durante ese breve lapso de tiempo: la grabación de dos discos, el famoso concierto de la azotea, la marcha y regreso de George Harrison, la grabación de una película, las discusiones y tensiones con cámaras delante, la deserción de George Harrison, el regreso eventual a los estudios para acabar la historia de la mejor manera posible... Todo tan grande como fueron los propios Beatles. El año comenzaría con el concierto de la azotea del 30 de enero: cinco canciones («Get Back», «Don’t let me down», «I’ve got a feeling», «Dig a pony» y «The one after 909») en las que confirmaron que eran una banda imperial, que tocaban de miedo. La filmación del pequeño set –a instancias de McCartney, inmerso en la grabación de la película de «Let it be»– mostraría a unos Beatles en plena forma y hasta divirtiéndose. En realidad, solo era la máscara del payaso triste.
Para entonces ya estaban cansados de ser los Beatles. De estar juntos. O, más bien, de compartir horas de trabajo. Si seguían adelante, más bien era por la personalidad (casi dictatorial) de McCartney, el gran impulsor emocional de la banda durante toda su carrera. Eran ya meses de sesiones de «Let it be» sin que los otros tres miembros pusieran demasiado énfasis. Y McCartney se empeñó en grabar todo aquello con luz y taquígrafos. Era tristísimo ver cómo se arrojaban los trastos a la cabeza. Harrison se fue y volvió, y el productor George Martin abandonó su implicación: «No quería formar parte de todo aquello». Harrison calificaría las sesiones como «las más tristes de la tierra».
Los excesos de los hippies
Para enojo de McCartney, «Let it be» sería aparcado y no se publicaría hasta inicios de 1970. Las cintas fueron a parar al productor Phil Spector, quien le daría forma final al único proyecto de la banda que sería un fracaso absoluto. No en lo musical, con canciones extraordinarias, pero sí se trató de un producto absolutamente insatisfactorio en todo lo demás, según opinaron sus componentes con el paso de los años.
Todo era demasiado pesado como para terminar de esta manera y los Beatles tomarían una decisión a la altura de su grandeza: conscientes de que iba a ser el final, decidieron aparcar todas sus diferencias y grabar un álbum «en condiciones». Sería «Abbey Road», su última obra maestra, su legado.
George Martin fue esencial en ese epitafio sonoro. Accedió a asumir los mandos de la producción solo bajo la promesa de «trabajar eficazmente». No hacía falta que todo volviera a ser tan cordial como antaño –eso ya era imposible–, pero sí pedía al menos algo de respeto personal y musical. Seguirían los brotes de tensiones, pero por lo general ellos mostraron voluntad de hacer bien las cosas. Y así fue cómo salió «Abbey Road», grabado entre la primavera y el verano. Un álbum que sigue siendo el favorito de muchos, incluyendo George Martin. Baste el memorable inicio de «Come Together» para intuir que habían grabado un disco a la altura de su historia, lo cual es decir mucho. Las canciones se suceden en armonía y, como en «Sgt. Peppers», la suma del disco vuelve a ser mayor que la de los temas. Sería lo último de los Beatles, que nunca se unieron más al completo. El final de la mayor aventura musical de toda la historia.