Almodóvar: “Francia no me tomaba en serio”
El manchego cosecha aplausos en Cannes con «Dolor y gloria», pero recuerda que no siempre tuvo al Festival a sus pies: «No tenían claro si lo mío era una petardez momentánea»
El manchego cosecha aplausos en Cannes con «Dolor y gloria», pero recuerda que no siempre tuvo al Festival a sus pies: «No tenían claro si lo mío era una petardez momentánea».
Almodóvar llega a Cannes curado de espanto. «Dolor y gloria» ha sido recibida en España con reverencias y genuflexiones, el público ha respondido bien en taquilla y estaba escrito, sí o sí, que Cannes la incluiría en su sección oficial. Algunas voces entusiastas de la crítica española le daban la Palma de Oro antes incluso de que se confirmara su presencia en la competición. A la sexta va la vencida, decían. A Francia la tiene a sus pies, la Prensa la ha recibido con aplausos y, la semana pasada, la revista «Variety» le dedicaba su reportaje de portada, con foto de Banderas y Almodóvar en blanco y negro, con un titular explícito: «For the Love of Pedro». Solo las críticas de «The Hollywood Reporter» y «Screen», las otras biblias festivaleras, han sembrado una incertidumbre entre tanta unanimidad, destacando su brillantez pero acusándola de no salir de su zona de confort.
Da la impresión de que Almodóvar sigue siendo más profeta en Francia que en su propia tierra, pero, en un encuentro con la Prensa española horas antes de la gala, desmiente que su historia de amor gala tenga tanta solera. Y menos con Cannes, que es una plaza difícil de torear. «Rechazaron “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, rechazaron “Átame”, rechazaron “Tacones Lejanos”, y todas las anteriores. De hecho, después de eso decidimos darlo por imposible. Francia es uno de los países que más tarde me adoptó. Solo empezaron a tomarme en serio después del éxito en EE UU de “Mujeres”. Con mis primeras películas creo que los franceses no tenían claro si lo mío era buen cine o una petardez momentánea. En Italia, por ejemplo, me quieren desde que “Entre tinieblas” participó en el Festival de Venecia».
Una actitud peligrosa
La Palma de Oro se le resiste, aunque, entre bastidores, se sabe que estuvo a punto de ganarla por «Todo sobre mi madre». «Nunca he adaptado mi cine a lo que Cannes pudiera esperar de mí, ni me he dado palizones de trabajo para poder tener una película a tiempo para competir aquí, como sí hacen otros directores. Creo que los festivales no son tan importantes. Lo son para el cine de autor, que es casi una especie en vías de extinción, pero me parece algo triste que haya quien hace películas con el fin de gustar a los comités de selección de los festivales. Es una actitud muy peligrosa. La Prensa francesa cree que estoy loco por la Palma de Oro, y no es así, aunque, obviamente, la aceptaría. Pero ni mi cine ni mi vida cambiarían. Me siento igual de inseguro que siempre». Lo que no significa que no se ponga nervioso el viernes antes de la entrega del palmarés, esperando la llamada de Thierry Frémaux. «Pienso: ¿Me preparo el esmoquin o no?». Ayer estaba más relajado: «El esmoquin no me aprieta, y el público es muy cálido».
Ayuda que Almodóvar conozca de primera mano las intrigas de palacio de Cannes. Después de todo, en 2017 fue presidente del jurado. «Entendí que hubiera muchos años en los que no me identificaba en absoluto con el palmarés. No me quiero quejar, pero hay poco tiempo para ver las películas y asimilarlas. Y hay días que ves tres, eso es algo antinatural, y muy injusto. La idea de que los miembros del jurado procedan de países y culturas distintos es estupenda, pero la realidad es que a la hora de debatir esa mezcla provoca cierta confusión». ¿Hay buenas vibraciones con el jurado de este año? «Me gusta que sea un jurado de directores. Son los que conocen los rudimentos de la profesión. Conozco a tres de ellos y nos hemos intercambiado piropos». Y sonríe: «Con el presidente (Alejandro González Iñárritu), también».
Inevitable hablar de política, en plena campaña electoral. «Me ha horrorizado la última legislatura en el Congreso. Creo que en ninguna profesión se llega a esos niveles de crispación y de insultos, y, sin embargo, los políticos se lo permiten, en representación nuestra. Ha sido deplorable. Antes de irme a Nueva York y votar por anticipado, no sabía en que país estaba viviendo. El resultado ha revelado la España democrática que conozco. Estamos delante de cuatro años muy alentadores. Soy muy positivo. Eso sí, estoy escandalizado con el asunto Iceta». Y añade: «Respecto a las municipales, yo soy votante de izquierdas, y como tenía que venirme a Cannes, públicamente ya apoyé la opción de Manuela Carmena, que creo que es lo mejor para Madrid. Es espantoso tener un partido de ultraderecha, pero en eso también habéis contribuido los medios, sobre todo los de izquierda, promocionándolo».