Sección patrocinada por sección patrocinada

cultura

Amaral: “La música es como un abrigo que te pones, pero no transforma la realidad”

El dúo ha publicado “Dolce Vita”, un disco sobre la belleza y la celebración de las cosas

Noticias de última hora en La Razón
Última hora La RazónLa RazónLa Razón

Cinco años después de “Salto al color”, Amaral vuelven con “Dolce Vita”, un nuevo trabajo de estudio con el que reivindican, con las ganas intactas, la mirada sobre las cosas buenas del mundo. Se trata de un trabajo de quince canciones en el que exploran la belleza como un elemento subversivo. Lo presentan próximamente en Bilbao (10 de mayo), Zaragoza (16 y 17), Pamplona (24), Valencia (31) y Alicante (7 de junio).

Lo normal para un grupo que lleva tres décadas tocando es acomodarse, pero en vuestro caso es al revés: es un disco energético, personal y rabioso.

Eva: Gracias. La verdad es que nos ha pillado en momento de muchas ganas de hablar de la alegría de vivir, es un disco muy expansivo, muy vital, y está creado como si intentaras empezar de cero en una especie de paraíso y te dieras cuenta de que la foto fija es muy bonita, pero hay viento o el agua está fría. Intentar reflejar la dulzura de la vida pero con sus amarguras.

¿Cómo se mantiene el entusiasmo?

Juan: no hay una línea a seguir ni un secreto que compartir... No sé qué decirte.

Eva: es la propia música la que te lleva. A veces estás taciturno pero escribes una canción y es ella la que te da ánimos. Creo que la música te ayuda a expresar cosas, a hacer teatro.

¿Hay psiconálisis?

Eva: no diría tanto, pero a veces escribes una canción que habla de alegría para sentirte tú más alegre y que los demás la disfruten.

¿Puede cambiar la realidad de la gente?

Juan: No, yo creo que incide en el estado de ánimo. La música te acompaña, te puede hacer sentir eufórico o melancólico, y la celebración de la música es física y la compartes con mucha gente en el directo. Aunque uno de los misterios es que cuando estamos escribiendo una canción, estamos muy solos. La música es como un abrigo que te pones y que está contigo, pero no es la forma de transformar nada.

Eva: aunque se ha demostrado que es curativa.

Juan: por eso, te puede afectar en el estado de ánimo, pero para cambiar las cosas hay otras disciplinas.

Me gusta la metáfora del rompehielos que avanza invulnerable con el casco de acero.

Eva: La canción es más un propósito que una realidad. El de ser fuerte, pero, como todo, no siempre se puede. Una, a veces por cualquier tontería, se quiebra. Pero la canción habla de un propósito, de seguir tu propio instinto y creer más en lo que piensas.

¿Te cuesta mantenerte así?

Eva: Cada vez menos. Soy aragonesa y cada vez más terca, claro.

¿Las críticas os afectan?

Juan: Yo creo que todo el mundo, independientemente de a que se dedique, está expuesto en el mundo contemporáneo y sujeto a crítica. Y eso está bien, no pasa nada. Nosotros estamos mal acostumbrados porque cuando hacemos algo lo que viene es gente apoyando. Pero yo pienso que lo positivo es lo que se hace, salga bien o casi bien. Las críticas a veces pueden ser constructivas o paralizantes. Lo mejor es relativizarlas y hacer cosas, es como si a ti te diera miedo escribir algo porque alguien critique una oración subordinada.

Eva: Siempre ha habido la crítica de barra de bar, pero es que ahora es delirante, se lo dicen a las personas directamente. Es horrible, es extraño lo que estamos viviendo.

Imagínate que eres dentista. Pero esto le sucede mucho a los artistas.

Eva: yo creo que no está circunscrita al mundo del arte o a los más conocidos.

Juan: yo con nosotros no lo siento, porque no estamos pendientes de las redes, pero es que recibimos la desmesura para bien. Nos dicen: ¡Dioses! ¡Increíbles! Y bueno, tampoco es. Estamos mal acostumbrados en ese sentido. Y en el fondo hacer música no es más que ficción, no es más que una serie. Una canción es una ficción de dos minutos. Ya está. Otra cosa es quienes construyen una calle, que es importante.

¿Quiénes son los demonios del fuego?

Eva: esa canción comenzó porque se encendió una estufa de leña que llevaba mucho tiempo apagada y de repente escuchamos unas voces como si tuvieran una radio dentro y no era otra cosa que el hierro calentándose y la madera retorciéndose y parecía que hubiese dentro demonios hablando. Y ese pensamiento de que los antiguos veían en el fuego algo demoníaco, algo divino... ¿cómo no lo ban a pensar? El fuego es fascinante. Y la canción habla también de un nuevo comienzo, de sentirse en paz, de conectar con un nuevo momento y lugar. A veces las ciudades son un escenario de cartón piedra donde todo es confort y no tenemos relación con lo natural.