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¿Tienes fuego?

Ana Locking: "La Reina Letizia mola mucho"

Define su trabajo como una mezcla de pensamiento crítico y narrativo, así como entre sus inquietudes se encierran, además de la moda, tanto el arte como el ser humano

Entrevista con la diseñadora de moda Ana González Rodríguez, más conocida como Ana Locking.
Entrevista con la diseñadora de moda Ana González Rodríguez, más conocida como Ana Locking. Alberto R. RoldánLa Razón

Podrías hablar con ella horas, semanas, meses, pero no ya de moda: de arte en general y del ser humano en particular. Porque ahí, en esa carne que tiembla y en ese esqueleto que hay que vestir ineludiblemente, es donde confluyen todos los caminos de cualquier charla que logre atravesar la superficie. Culta, concienciada y curiosísima, define su trabajo como una mezcla de «pensamiento crítico, analítico y narrativo de “storytelling”». Siéntense, por favor, que este desfile está a punto de arrancar.

Sostiene que la moda va más allá de una manera de vestir. ¿Tiene que ver con una forma de activismo?

En muchas ocasiones sí. Mi forma de pensamiento va un poco entre la nostalgia y la utopía, y hay veces en que las colecciones han sido homenajes a los artistas que admiro y en otros casos tienen ese componente crítico del que tú hablas, pero porque también tengo un poco de conciencia de clase. Siempre he sabido que dónde naces y quiénes son tus padres juega un papel muy importante en la formación de las oportunidades que tienes en tu vida. Tú sabes que la moda es muy elitista y yo siempre he sabido que, en cierta manera, era una minoría y que iba a estar un poco en colisión con ese establecimiento elitista de la moda. Y, por otra parte, la irreverencia que me ha dado mi condición social, donde crecí, en un barrio obrero de Madrid, Usera, me ha hecho tener esa cosa crítica y de implicación social. Esa crítica, a veces, con ciertas políticas y de implicación social con los grupos más desfavorecidos. Así que sí, ja, ja, tienes razón.

Se me ocurren elegancias naturales como la de Cary Grant, que fue un niño pobre y, sin embargo, puede que sea el actor más elegante que ha existido. Hay naturalezas que propenden a una idea de la belleza muy rica, vengan de donde vengan, de orígenes humildes también.

Sí, sí, totalmente. En estética, las cosas más interesantes siempre se han dado en los márgenes, nunca en las clases o en los barrios más privilegiados. La moda siempre ha estado absorbiendo de los lugares en los que han sido más rechazados, en los que han tenido más problemáticas económicas y sociales y han sido más repudiados. Porque todo eso ha hecho que esta gente se revolviera contra el sistema y diera cosas que eran joyas, mientras que los barrios más privilegiados no tienen nada contra lo que revolverse. Entonces, han ido chupando de la contracultura para elevarla un poco al «mainstream». Sí, en los márgenes es donde está siempre lo más interesante a todos los niveles, incluso estéticamente. Y no olvidemos que la moda, en el fondo, es un empeño por sofisticar la realidad y por llevarla a otros lugares.

Lo que dice de los márgenes es cierto, y ahí tenemos el caso del punk, que crearon una moda y una tendencia que, en lo sustancial, sigue viva hoy, vigente.

Totalmente. Mira a Vivienne Westwood de dónde sale, de ahí, y se convierte en una dandi. El dandismo siempre lo relacionamos con el hombre, pero tiene mucho que ver con la mujer. Mira también en su momento a Marlene Dietrich o a la escritora George Sand, a finales del XIX, principios del XX. Y Westwood ha sido una representante del dandismo desde el punk. Y mira también el grunge de dónde surge. Aunque el grunge tiene otros comportamientos, porque está retomado por niños pijos que se rompen los jerseys y el pantalón para contraatacar la cultura desde otro punto de vista…

Y luego se acaban suicidando porque tienen muchos millones y eso es una putada.

Ja, ja, ja, exactamente. Porque tienen un vacío existencial que viene de poseerlo todo.

«El español medio todavía no sabe qué hacer con su forma de vestir»

Ana Locking

De entre las definiciones que he leído de lo que usted hace, he señalado «fusión de artesanía y experimentación». Eso suena a clásica y moderna, a pasado y presente.

Sí… sí. Mis segundas pasiones son el cine y la danza, y en la danza, yo lo hacía de jovencita, siempre hay que tener muy claro que si tú no haces danza clásica y no moldeas el cuerpo, jamás podrás romperlo y deconstruirlo para hacer danza contemporánea. Y con la moda pasa lo mismo. Toda la contracultura belga de la antimoda viene por una técnica depuradísima de lo que es la moda, la construcción y el conocimiento de los materiales, de la técnica. Y hay diseñadores como Martin Margiela que han marcado la moda actual de una manera increíble, porque él creó una cultura de convertir el error en virtud... Sin esa idea de romper lo aprendido no existiría la moda actual.

¿Cuando dice error se refiere a imperfección?

A la imperfección, sí. De hecho, hubo una entrevista a Miuccia Prada que a mí me gustó mucho y me quedé con una frase que decía algo así como que cuando un vestido le salía demasiado bonito, buscaba la grieta, el error.

Hay que buscar la grieta siempre.

Hay que buscar siempre la grieta en la belleza, sí, porque si no está vacía. Si no es como si estuviera hecho por inteligencia artificial. Incluso la inteligencia artificial ya buscará sus métodos, si tú quieres, para dar con la grieta, pero la grieta es algo que solamente el humano entiende. Entiende en el amor donde está la grieta, y ahí está el verdadero amor. Me viene ahora a la memoria una película para mí muy importante, que es «Lo importante es amar», de Żulawski, o la serie «A dos metros bajo tierra», que habla también de la vida, del sexo, del amor, de la muerte. O sea, al final todo eso es tan importante porque hay una caducidad. Y hay también ahí una parte muy bonita de la moda. Fíjate que son reflexiones que llevan de un sitio a otro: la caducidad. La moda es caduca y permanece al mismo tiempo. Tiene esa doble dualidad, ese desequilibrio. En la moda trabajamos con la idea de caducidad para generar nuevas expectativas y nuevos deseos en el público que la compre. Pero, al mismo tiempo, necesitamos una idea de perdurabilidad por tener presente buenos materiales y por tener presente (estoy refiriéndome a la alta moda, lo demás es ropa) la tradición de la artesanía; todo eso que me preguntabas antes del equilibrio entre la perfección de la técnica y de los materiales y saber cómo romperlos, en cierta manera, para contar otras cosas, para hablar del miedo, de la vulnerabilidad, del existencialismo de hoy en día y de que estamos superindefensos ante todo. Hemos pasado pandemias, apagones… Dios mío. Es que cuanto más buscas la seguridad, más perdido estás.

Alimentarse de los clásicos es imprescindible en cualquier disciplina artística. ¿Cuáles han sido sus dioses de carne y hueso?

¿En moda? Pues te diría Alexander McQueen. Indiscutible. Porque nadie como él ha dramatizado las historias que ha contado, a las cuales les ha introducido ese drama. Y la naturaleza también: la ha distorsionado, diciéndonos que realmente somos los humanos los que estamos distorsionando la naturaleza. Y siempre desde una sastrería impecable, un patronaje impecable, unos tejidos impecables. Siempre ha transformado un poco lo salvaje en drama, en poesía o en teatro. Y Galliano, porque igualmente ha mezclado la teatralidad con muchísimas referencias históricas, como Alexander McQueen. Pero en su reciente trabajo en Margiela, no tanto cuando estaba en Dior (y fíjate que ya no está en Margiela, se acaba de inaugurar la última colección ya con otro diseñador), se ha permitido hacer todo eso que hacía desde Dior, pero con un proceso estético de destrucción y reconstrucción, y que es, precisamente, lo que ha sido su vida. Se ha destruido y se ha reconstruido, y en Margiela fue lo que se empeñó en hacer. También Viktor & Rolf son unos referentes que incluyen la teatralidad, pero en su caso introducen «performances» artísticas en todo lo que han hecho. Y Schiaparelli, que llevó la moda a un nivel artístico en su época e incorporó el humor también, que es muy difícil hacerlo en moda, lo sarcástico, elevándolo al lujo. Y los japoneses. Cuando en los años 80 era la efervescencia del maquillaje, de la exageración, todo como muy romántico y muy exagerado, ellos trajeron todo lo contrario, una visión apocalíptica. Porque todos nacen, tanto Issey Miyake como Kawakubo, de una era de explosión nuclear, post-Segunda Guerra Mundial, y traen todo ese drama a Europa. Y luego, yo qué sé, Thom Browne, porque me encanta cómo lleva esta historia del dandismo y lo exagera y lo teatraliza. Y también Marc Jacobs, que ha sabido mezclar muy bien la historia americana y el grunge, toda esa nostalgia americana y del mundo del espectáculo, para redefinir una forma de moda muy actual.

Entrevista con la diseñadora de moda Ana González Rodríguez, más conocida como Ana Locking. © Alberto R. Roldá
Entrevista con la diseñadora de moda Ana González Rodríguez, más conocida como Ana Locking. © Alberto R. RoldáAlberto R. RoldánFotógrafos

Carlos Saura empezó en la fotografía y eso se notó siempre en sus películas: era un esteta. En su caso, ¿de qué modo ha influido la fotógrafa que fue en la diseñadora?

El arte ha influido mucho en mi trabajo, pero no solamente la fotografía. Yo estudié Bellas Artes y terminé siendo fotógrafa durante unos cortos años de mi vida. Luego lo tuve que dejar porque la moda fagocita todo tu tiempo y te exige demasiado, es sacrificada. Pero no solamente la estética de la fotografía, sino que, como te digo, el arte ha influido muchísimo en mi trabajo por la forma de contar las cosas y por lo que te decía, que como diseñadora me importa más lo que estoy contando y cómo lo estoy contando, la forma, en los desfiles: la música, la escenografía…, y de ahí mi admiración por McQueen por su forma de hacer los desfiles. Y volviendo a la fotografía, hay fotógrafos que capturan un instante y otros que lo recrean, y a mí me gusta mucho más recrear los instantes, las escenas, que el fotoperiodismo, que también me interesa mucho pero no lo llevo tanto a mi terreno. Me interesan más los fotógrafos que recrean una escena, como Gregory Crewdson y Jeff Wall, porque si fueran directores de cine harían películas. En el fondo están contando una película con una escena determinada. Y la recreación, esa falsa recreación, a mí me interesa mucho. Y creo que es lo que llevo un poco a mi terreno.

Es Premio Nacional Diseño de Moda y Premio Nacional de las Bellas Artes. ¿Los premios, además de reconfortar, cimentan el prestigio?

(Largo silencio). Eh… En ciertos ámbitos sí, en otros no. En ciertos ámbitos fomentan el prestigio. Pero hay otros ámbitos en los que no le dan importancia; le dan importancia realmente a lo que haces en tu vida o lo que has hecho o lo que sigues haciendo, y cómo te proyectas en el presente y en el futuro. Pero hay lugares en los que a la gente sí le parece vital definirte primero por los premios que ganas más que por lo que has hecho o lo que estás haciendo. Pero, bueno, te abren puertas también, sí.

«Zara es imbatible, pero te cuenta siempre lo mismo»

Ana Locking

Cuando escucha la palabra elegancia, ¿qué mujer y qué hombre acuden a su cabeza?

¿Actuales? Pues mira. Son muy elegantes Isabelle Huppert y Cate Blanchett. Me gusta la irreverencia elegante de Hunter Schafer y de Jodie Foster, aunque a esta última estéticamente no le interese tanto esa vertiente, pero siempre lo ha sido, elegante, porque es de dentro hacia afuera. Julianne Moore me gusta también. De chicos me gustan Pedro Pascal, porque ahora mismo es el hombre del momento y es inevitable citarle, y Denzel Washington, lo elegante que es… Me gustan Paul Mescal y Joaquin Phoenix, aunque este vaya en contra de todo eso pero no puede remediarlo y termina cayendo en ello.

¿La reina Letizia mola?

La reina Letizia mola mucho, ja, ja, ja. Sí. Y mola más cuando la conoces. Porque es una tía que se lo curra mucho, muy profesional y muy generosa cuando habla contigo, porque se ha preocupado de mirar, de estudiar y de informarse de quién eres, qué has hecho y qué estás haciendo en el momento en el que te ve. Y habla y te pregunta sobre esos procesos artísticos o de trabajo en los que una está, cosa que no hace mucha gente. Y, además, es una tía que se molesta también por la estética, le interesa, y es muy elegante.

¿Cómo viste el español medio? ¿Aún nos sacan mucha ventaja los italianos, por ejemplo?

Los italianos visten muy bien, pero con un estereotipo detrás del que si se salen de la sastrería no saben muy bien qué hacer con la forma de mezclar las prendas. Digo el italiano medio, ¿eh? El español medio tiene también un estereotipo, pero más hacia una cosa de gastarse muy poco dinero en ropa porque prefiere gastárselo en otras historias, en comer, en cenar, en viajar, etcétera. Gasta muy poco dinero en ropa, con lo cual no le da mucho valor. El valor no está en lo que te gastas en ropa, obviamente, pero sí está en la importancia que le das. Y entonces eso también tiene que ver con qué parte de tu monedero o de tu bolsillo inviertes en ello. El español medio todavía no sabe qué hacer con su forma de vestir. Y no tiene nada que ver con la juventud media, con las nuevas generaciones, que sí que arriesgan mucho.

¿Zara es imbatible?

(Largo silencio). Sí. Ja, ja, ja. Zara es imbatible.

No hace falta añadir nada, ¿no?

Nada. Es un sí contundente, en mayúscula. Pero sí, una cosa: es imbatible en negocio y mercado, pero no en el interés que tenga con las cosas que cuenta porque te cuenta siempre lo mismo. Su único interés es contarte cosas desde diferentes puntos, pero con la única intención de vender y no de abrirte los ojos ante nuevas perspectivas, o arriesgar o expresarse sin miedo, simplemente con la única intención de vender. Y ahí sí puede combatirse.

Y eso que se suele decir de Zara, que ha democratizado la moda, ¿lo suscribe?

(Largo silencio). De alguna manera sí.

Como Ikea en el mundo del mueble.

Sí, efectivamente. Todo el mundo puede tener una casa bonita, aunque los materiales no sean ejemplares.

Pero eso tiene una parte grata…

Sí, por supuesto. Tiene una parte muy grata, claro que sí. Lo único es que tienes que ser consciente de que no te va a durar mucho tiempo. Es un poco para disfrutar el momento. Puede ser un momento de temporada, en ropa, o puede ser un momento de dos, tres años en mobiliario. Lo que ocurre es que en Ikea sí se valora más el diseño, porque se encargan muchas piezas a diseñadores, y en Zara no se tiene tanto en cuenta. Aunque ahora más, ahora más. Últimamente se están preocupando más por llevar al «mainstream» a diseñadores que no son tan conocidos, pero en su histórico no ha sucedido así.

«La vulgaridad interior, innata, no se puede tapar con dinero»

Ana Locking

¿La vulgaridad hay alta firma que la atenúe?

Sí. Mira, lo voy a ver desde otro punto de vista que me parece también interesante. La moda ha bebido también, porque lo fagocita todo, de la vulgaridad para hacer de eso un recurso artístico interesante. Moschino, por ejemplo, que llevó la vulgaridad a otro nivel. Ahora, lo que tú me preguntas… creo que la vulgaridad interior, innata, no se puede tapar con dinero. Estoy acordándome de la película de Woody Allen «Small time crooks» [traducida aquí como «Granujas de medio pelo»]. ¿Te acuerdas de ella, de la «personaja», cuando se hacen millonarios con las galletas e invita a los miembros de la alta sociedad neoyorquina a su casa? Ahí tenemos un ejemplo muy divertido de eso. Sí, lo vulgar y hortera se detecta a leguas, pero también es divertido echar el ojo ahí.

En la moda apuesta por el riesgo. ¿También en la vida?

Sí, también en la vida. Hubo una colección que le dediqué al miedo y que se llamaba así, tal cual, «Fear», porque yo le tengo miedo a muchas cosas: a la muerte, al fracaso creativo, a la pérdida en todos los sentidos, de amigos, de amor…, pero el miedo en esa colección hablaba de que hay que cogerlo de la mano para que no te paralice y te impulse a continuar. Que sea como una estrategia de «no, no, no, yo no puedo dejarme paralizar por esto». Intento que el miedo me genere el efecto contrario y me impulse hacia adelante y me obligue a asumir riesgos para no quedarme atascada en el camino y para que la realidad no me atrape. Siento que cuando la realidad me atrapa, en estos términos de miedo, de fracaso, de lo que sea, estoy perdiendo una parte de mí muy importante, e intento no perderla. Así que siempre lucho contra ello y me arriesgo.

Esta sección lleva por título «¿Tienes fuego?». Yo se lo pregunto a usted: ¿tiene fuego?

Soy una mujer de fuego, aunque también cerebral, pero quizá tengo fuego en esa obstinación por hacer un fuego que dé luz a las zonas de sombra. Creo que tengo una vocación de dar luz en la sombra. Hay que iluminar todas las partes oscuras, hasta de nosotros mismos.