Entre la tierra y el agua: la belleza en su imperfección
Desde mañana hasta el 26 de marzo, la sede de la Fundación Pons en Madrid acoge “El latido de la tierra y el agua”, exposición con una veintena de pinturas de la artista catalana Adalina Coromines
Creada:
Última actualización:
La naturaleza es su herramienta y la curiosidad su guía. Para Adalina Coromines, “la pintura es libertad y autoconocimiento. Por eso he aspirado a la sabiduría, aprender a vivir, comprender algo más sobre el misterio de la vida, tener menos servidumbres, y poder compartir mi experiencia y ser útil a los demás”. La artista, nacida en Barcelona en 1963, encuentra en la observación y en la experimentación su arte y, por tanto, su libertad. Y así lo demuestra la exposición que a partir de mañana y hasta el 26 de marzo acoge la Parrote Art Gallery (PAG) en Madrid. Titulada “El latido de la tierra y el agua”, la muestra -realizada en acuerdo con la Fundación Pons de Madrid- incluye una veintena de pinturas de diferentes formatos, donde la materia y su conexión con la naturaleza adquiere todo el protagonismo de una artista que innova y extrae de los materiales utilizados unas texturas de gran expresividad, con infinitos matices de luz y sombra.
Licenciada en Derecho, siempre se ha mostrado vinculada al mundo creativo. En 2015 se arrancó a pintar con acuarela, y más tarde comenzó a utilizar tierra, agua y pigmentos naturales. Todo ello, bajo el máximo respeto a la naturaleza y evolucionando en su obra de una manera autodidacta. Ante todo, el nivel de conocimiento que, según la artista, más le ha influido ha sido el relacionado con el inconsciente colectivo y con la conexión que tenemos con todo lo que nos rodea. “A veces tomo decisiones que me llevan a empezar de nuevo un trabajo de días o semanas porque no soy perezosa. Prefiero seguir experimentando hasta encontrar lo que estoy buscando”, asegura.
De esta manera, y bajo un proceso de construcción y deconstrucción, representando texturas, grietas, surcos, cicatrices, rupturas y todo tipo de huellas, la exposición es tan solo un ejemplo de hasta qué punto latimos en coordinación con la naturaleza. Y Coromines lo demuestra a través de los colores de la tierra y el agua, dos de los elementos nucleares de su pintura matérica, que le permiten una gran expresividad en ricas texturas, pátinas y bajorrelieves.
Sus composiciones aluden a lo que Marguerite Yourcenar definiría en “El tiempo gran escultor”: al igual que las esculturas cambian con el tiempo, sea por la erosión o por los gustos sociales de cada época, las pinturas de la artista catalana poseen belleza en su decadencia y en su imperfección. Un sentido de vulnerabilidad que reflejan el ciclo de la vida: “Las mejores ideas y decisiones las he tomado mientras paseaba por la montaña. Me siento más despejada y lúcida, y eso me ayuda a estar en un estado de cierta plenitud”, afirma.
Entre las obras que acogerá “El latido de la tierra y el agua”, destacan “Deconstrucción huella circular”, realizada con tierra, pigmentos naturales y agua, así como “Cicatriz curva” o “Cicatriz horizontal”, ambas de la serie “Cicatrices”. En todas ellas la tensión entre luz y sombra provocan al espectador, tal y como ocurre en “Ruptura”: dispuesta sobre una base de tierras, extrae numerosos matices entre la luz y la sombra acentuada por la combinación de sus materiales habituales. Así como “Los colores de la tierra” muestra fragmentos rotos y los coloca sobre tierra para ir formando esculturas.