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cultura
Christie’s apuesta por la IA, ¿qué pasa con los artistas?
El próximo 20 de febrero dará comienzo una subasta que, bajo la denominación de «Inteligencia Aumentada», pondrá a la venta 20 lotes que abarcan obras artísticas realizadas mediante IA

Las grandes casas de subastas han sincronizado sus políticas de empresa con la imparable evolución social y cultural: si, en 2021, Christie’s se sumó, en tiempo real, al crecimiento vertiginoso de los NFT, ahora le toca el turno a la Inteligencia Artificial. El próximo 20 de febrero dará comienzo una subasta que, bajo la denominación de «Inteligencia Aumentada», pondrá a la venta 20 lotes que abarcan obras artísticas realizadas mediante IA durante las cinco últimas décadas. Al igual que sucedió con la subasta de «Everydays: the First 5000 Days» –el NFT de Beeple que se remató en 69,3 millones de dólares–, Christie’s ha optado por una subasta de larga duración que se cerrará el 5 de marzo. Entre los lotes que integran la subasta, destacan piezas de pioneros de la IA como Refik Anadol, Harold Cohen, Holly Herndon y Mat Dryhurst, Alexander Reben y Claire Silver. Solo un 26 % del total de los lotes corresponden a obras nativas digitalmente del tipo de los NFTs; el resto están compuestos por cajas de luz, esculturas, pinturas e impresiones. La casa de subastas ha informado que se espera que la suma de todos los remates alcance al menos los 600.000 dólares.
Como viene siendo habitual en los últimos años, Christie’s le toma de nuevo la delantera a su competidora, Sotheby’s, organizando la primera subasta dedicada enteramente a la Inteligencia Artificial. Y, como resultaba igualmente previsible, el anuncio de este evento ha suscitado una encendida polémica por el supuesto robo de derechos de autor del que acusan a la IA. De hecho, más de 3.800 artistas han pedido que dicha subasta se cancele, bajo el argumento de que muchas de las obras que se ofrecerán en la subasta se crearon usando modelos de IA «que se sabe que fueron entrenados con el trabajo protegido por derechos de autor sin una licencia». ¿Hasta qué punto tienen razón todos estos opositores al campo creativo abierto por la IA y qué posibilidades tienen de que prosperen sus denuncias? Si comenzamos respondiendo a la segunda de las interrogantes, la respuesta es taxativa: no tienen ninguna posibilidad. La IA constituye una realidad imparable, en la que, además, tanto Estados Unidos como la UE prevén inversiones estratosféricas en los próximos años. En cuanto a la legitimidad de las denuncias de estos artistas, hay que decir que las ideas que esgrimen adolecen de una debilidad intelectual notable. Cuando se refieren al «entrenamiento» de modelos de IA con trabajos protegidos con derechos de autor, hay que matizar que los resultados que ofrece la Inteligencia Artificial no se apropian de obras preexistentes, sino que se nutren de estilos, formas de composición, iconografías, etc... En este sentido, cabe formular la siguiente y espinosa pregunta: ¿acaso esos mismos artistas que denuncian el robo de la propiedad intelectual no fueron formados en las facultades de Bellas Artes y academias a partir de trabajos artísticos clásicos y contemporáneos, de los cuales tomaron estilos, sistemas de composición, iconografías, etc.? La cultura se basa en la continua retroalimentación: no existe ni una sola obra de arte pura, que no deba nada a ningún autor o trabajo precedente o contemporáneo. Siempre existe la contaminación, la cita implícita o explícita. ¿Qué diferencia existe, a este respecto, entre alimentar modelos de IA con imágenes preexistentes y formar a un artista en las facultades de Bellas Artes a través del estudio de la historia del arte?
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