El primer Dalí, a subasta
El óleo «El lago de Vilabertran», una obra de juventud, se pone en venta el próximo día 10 en Fernando Durán por 250.000 euros
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El óleo «El lago de Vilabertran», una obra de juventud, se pone en venta el próximo día 10 en Fernando Durán por 250.000 euros
Vilabertran es un pequeño y hermoso pueblo ampurdanés, hoy especialmente conocido por los conciertos que se celebran en honor de Schubert, la celebérrima Schubertiada. Pero esta localidad, a pocos kilómetros de Figueres, fue hace casi cien años el lugar al que llevó su caballete, sus telas, sus pinceles y sus pinturas un jovencito que empezaba a demostrar que iba en camino de ser uno de los grandes maestros de esa comarca.
Y es que Vilabertran fue uno de los paisajes que inspiraron las primeras obras de un adolescente Salvador Dalí. Una de esas obras será en unos días la protagonista de una subasta que tendrá lugar en Fernando Durán, en Madrid. Será el próximo 10 de noviembre cuando se sepa si tiene comprador un óleo, realizado en 1919 ó 1920, y que tiene un precio de salida de 250.000 euros.
«El lago de Vilabertran» nos traslada a una época en la que el jovencísimo Dalí, alumno del maestro Juan Núñez, se codeaba con el impresionismo gracias a lo que le había enseñado una de las personas que más influyó en él en aquella etapa: Josep «Pepito» Pichot. Y eso se dejó notar en una serie de cuadros. Tampoco parece descabellado intuir la huella pictórica de, por ejemplo, Joaquim Mir y Ramon Pichot en este primer Dalí.
Quinceañero pintor
El lago y el campanario aparecen en telas pintadas por un quinceañero Dalí, con una rica paleta de colores y con ganas de experimentar, alejado de los academicismos. Eso mismo resalta al contemplar esta tela de 68,5 por 47,5 centímetros y que conserva la firma del artista. La pieza formó parte de las obras que quedaron en la casa familiar hasta que Salvador Dalí fue expulsado de ella por su padre.
Posteriormente fue Anna Maria Dalí, la hermana del genio surrealista, fue la encargada de vender «El lago de Vilabertran» a espaldas del mismísimo Salvador, algo que volvió a pasar con muchos otros cuadrados depositados en ese lugar. Los nuevos propietarios fueron los Garriga Camps, pasando posteriormente a manos de una colección madrileña que es la que finalmente ha decidido ponerla a subasta en Fernando Durán.
Pero el impacto de Vilabertran en Dalí fue más allá de lo puramente artístico. En su diario de juventud escribe líricamente, a mediados de 1920, que «he ido a pasear con mi tía a Vilabertran. Nos hemos embriagado con las luces de la puesta, con los murmullos del atardecer, con el brillar de las estrellas».
En esta misma época trató de escribir una novela que quedó inconclusa. Se titulaba «Tardes d’estiu» y de ella se conservan un manuscrito incompleto en el Museo Joan Abelló de Mollet del Vallès, así como una copia en limpio del mismo realizada por Carme Roget, el amor de adolescencia de Dalí, depositado en una colección particular.
En sus páginas, redactadas durante el curso 1921-1922, Dalí nos habla de Lluís, un joven y bohemio pintor de ideas revolucionarias, al que es fácil identificar con él mismo. La acción transcurre en un pueblecito llamado Horta Fresca. La descripción del espacio, en el que se desarrolla la acción, marcado por un campanario y por un paisaje idealizado es inconfundiblemente el de Vilabertran, lo que demuestra que la devoción hacia el pueblo iba más allá de convertir este lugar en un tema de un puñado de cuadros.
Muchos años más tarde, cuando Salvador Dalí ya era el célebre pintor surrealista y el «Avida Dollars» por excelencia, trató de comprar este lugar, el mismo que había recreado en la tela «El lago de Vilabertran».