La pieza es Joan Miró
La fundación del pintor catalán analiza en una gran exposición los vínculos del artista con el objeto como tema e inspiración
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La fundación del pintor catalán analiza en una gran exposición los vínculos del artista con el objeto como tema e inspiración
De Joan Miró se ha escrito mucho sobre la variada y rica simbología que hay en su producción artística. La fundación que lleva su nombre en Barcelona, con el patrocinio del BBVA, explora en una extraordinaria exposición el objeto como elemento y tema en el mundo mironiano. Para ello cuenta con una selección de piezas de los propios fondos del centro, así como de museos como el Centre Georges Pompidou o el MoMA de Nueva York, además de colecciones públicas y privadas de Europa y América. Todo ello a partir de una propuesta expositiva comisariada por William Jeffett. Todo ello sirve para comprender una idea del pintor quien en uno de sus cuadernos personales aseguraba que «servirme de las cosas encontradas por divino azar, hierros, piedras, como me sirvo de un signo esquemático dibujado por azar sobre el papel o de un accidente ocurrido también por azar. Es tan solo esto, esta chispa mágica lo que cuenta en el arte».
La muestra se abre con una selección de objetos de todo tipo reunidos por Miró a lo largo de su vida, pequeñas piezas que se convirtieron en compañeros de viaje en su taller o en su domicilio, hasta el punto que algunos de ellos se acabaron colando en cuadros, cerámicas y esculturas. Es lo que él mismo denominaba como «una fuerza magnética».
Todo ello se visualiza en seis apartados en los que se traza una evolución desde la representación pictórica del objeto hasta que este mismo aparece físicamente en collages o assemblages. Como apunta Jeffett, con todo esto se acentúa aquella célebre idea mironiana de asesinar a la pintura, al incorporar objetos reales «colocados en una relación poética que sugería una forma de representación más allá de la pintura, una intervención en el mundo real».
El relato se cristaliza a partir de 120 obras, entre pinturas, cerámicas y esculturas, que comprenden entre 1916 hasta 1981. Algunas de estas obras nunca se había podido ver en nuestro país, como «Retrato de una bailarina» de 1928, procedente del Pompidou, o «Los juguetes», de 1924, propiedad del Moderna Museet de Estocolmo. Igualmente interesante es la presencia de «La espiga de trigo» y «La lámpara de carburo», dos naturalezas muertas de 1922-1923, del MoMA y que nunca se habían presentado enla Fundació Miró.
A ellas se les suma dos series fotográficas de Claude Gaspari y Planas Montañá, así como un documental de Català-Roca.
Dónde: Fundació Joan Miró.
Cuándo: Hasta el 17 de enero.
Cuánto: 7 euros.