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Los retratos escritos de Julio Merino

El periodista reúne 16 semblanzas políticas
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Ve la luz el primer volumen de sus «Retratos políticos», compuesto por dieciséis cuadros pintados de su mano.
Acaba de ver la luz el primer volumen de sus «Retratos políticos», compuesto por dieciséis cuadros pintados de su mano, que no biografías, y ya tiene en mente el segundo (con Don Juan de Borbón a la cabeza, Josep Tarradellas, de quien fue gran amigo, Buero Vallejo o Manuel Fraga). Se confiesa de la época del papel impreso y anda a regañadientes con la tecnología y los ordenadores, aunque reconoce y sabe que son el futuro. Esos 16 escritos que tenía, de personajes nacionales y extranjeros, los ha actualizado «y ha plasmado lo que he vivido yo con ellos», asegura. Conoció a gadafi en 1979, en un viaje a Trípoli al que fue junto a su biógrafo. También habla de Chávez y Fidel Castro, «a quienes no conozco, pero que me había gustado conocer».
Hace gala de una memoria increíble (recuerda años y días con una facilidad que pasma) y dice que el andar por la vida se lo debe a cuatro puntales básicos en su carrera: Torcuato Fernández Miranda, Sabino Fernández Campo, Emilio Romero, «mi maestro, el que me enseñó el oficio», y Ramón Serrano Suñer, a quien define como «el hombre más culto que jamás he conocido». Se le nota un poco acatarrado y recuperado ya del susto que le dio un infarto prenavideño, aunque se resiste a dejar el pitillo a un lado. Si las cuentas no nos traicionan éste sería su cuarto libro alumbrado en 2012, aunque muy al final del año, y en él destaca el retrato pintado con finura de Don Juan Carlos, de quien cuenta mil y una anécdotas, como la primera vez que le vio, en la que le dio, entre otras muchas, su opinión sobre Adolfo Suárez, y la segunda, en la que habló largamente con él, dos horas muy bien aprovechadas, un sábado 26 de marzo de 1979 a las doce de la mañana. Recuerda una fotografía de Sofia Loren muy ligera de ropa y el motivo de conversación que les dio a ambos, «y eso que él sabía que yo no soy monárquico; bueno, la verdad y la realidad es que no soy anti nada. Después de aquellas dos horas ya no había protocolos», explica. Si ha de quedarse con dos, solamente dos, destaca los retratos de Fernández Miranda y Sabino Fernández Campo, «el primero, cerebro de la Transición y el segundo, pieza clave y alma de la Monarquía».

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