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'La ronda de noche', de Rembrandt: vuelve al quirófano 50 años después de las doce cuchilladas

El de 1975 fue el más brutal, pero no el único ataque a este cuadro; en 1911, un visitante arañó el cuadro con un cuchillo de zapatero

"Ronda de Noche”, obra maestra que Rembrandt remató en 1642
"La ronda de noche”, obra maestra que Rembrandt remató en 1642RijksmuseumRijksmuseum/EFE

Herida, restaurada y aún en pie: 'La ronda de noche', de Rembrandt, símbolo nacional de Países Bajos, recibió hace medio siglo doce cuchilladas en uno de los ataques más graves de su historia. Hoy, la obra maestra vuelve a estar rodeada de andamios y focos en el Rijksmuseum, que intenta cerrar todavía las heridas de aquel violento episodio.

El 14 de septiembre de 1975, un hombre irrumpió en la galería de honor del museo con un cuchillo de mesa y lo hundió repetidamente en el cuadro: doce cortes atravesaron el barniz, las capas de pintura, el lienzo original e incluso la tela de refuerzo añadida después de la Segunda Guerra Mundial.

"Debió de usar muchísima fuerza, y lo hizo muy rápido porque los guardias lo atraparon enseguida, pero aun así logró hacer mucho daño, alcanzó a dar doce cuchilladas", recuerda, en una entrevista con Efe, Esther van Duijn, conservadora del Rijksmuseum y que hoy trabaja en la restauración de 'La ronda de noche' (1939-1942).

Visión escaneada de "Ronda de noche" icónica obra de Rembrandt
Visión escaneada de "Ronda de noche" icónica obra de RembrandtRijksmuseumAgencia AP

La pintura de 337 kilos y cuatro siglos de vida, también conocida como La Guardia Nocturna, mide 379.5 centímetros de alto por 453.5 de ancho.

El ataque obligó a una restauración de urgencia que duró diez meses y consiguió reducir las cicatrices a líneas finas.

Los bordes desgarrados de cada corte fueron alineados, se rellenaron las pérdidas y se repintaron las zonas dañadas, pero, con el tiempo, los retoques se hicieron visibles: brillan más que la pintura original y revelan cicatrices finas que aún recorren la superficie. "Por eso hoy estamos retirando los repintes y los rellenos para rehacerlos con materiales que no se decoloren. Queremos que el daño no vuelva a imponerse a la pintura", explica.

Una vida de cicatrices

El de 1975 fue el más brutal, pero no el único. En 1911, un visitante arañó el cuadro con un cuchillo de zapatero; entonces, el barniz - "tan grueso como una moneda", según la prensa de la época- absorbió la mayor parte del impacto. En 1990, otro hombre arrojó ácido sobre la tela, aunque el ataque pudo ser contenido a tiempo, y de nuevo solo afectó al barniz.

"No había mensajes políticos ni reivindicaciones detrás. Eran personas perturbadas que buscaban llamar la atención", aclara la especialista. A diferencia de las protestas actuales en museos por motivos climáticos, que suelen dirigirse a obras protegidas con cristal, en los casos de la pintura de Rembrandt el objetivo sí era dañar el lienzo.

Las cicatrices de 'La ronda de noche' no siempre vinieron de manos violentas. En el siglo XVIII, funcionarios del ayuntamiento de Ámsterdam recortaron la pintura por los cuatro lados para que cupiera en su nuevo hogar en la sede consistorial. Esas mutilaciones, irreversibles, eliminaron parte de la composición original.

Desde 2019, la pintura está rodeada de andamios y escáneres en una vitrina transparente. Conservadores y científicos del Rijksmuseum trabajan en la 'Operación Night Watch', el proyecto de investigación y restauración más ambicioso de su historia, que combina técnicas tradicionales con imágenes de alta resolución, rayos X y análisis químicos.

El reto es enorme: no solo por el tamaño y el deterioro acumulado, sino también porque Rembrandt empleó técnicas poco comunes.

"Rembrandt no pintaba como los demás: en lugar de preparar el lienzo con cola, usó una base de aceite con plomo; también incorporó cuarzo en la capa de preparación por primera vez. Esa técnica, sumada a los ataques y a siglos de tratamientos, ha hecho que la superficie sea vulnerable", detalla la experta.

El proyecto también es peculiar por la gran dimensión del equipo. "Normalmente un conservador trabaja solo con un cuadro. Aquí compartimos la responsabilidad, lo cual es un alivio, pero también implica consenso en cada decisión, incluso en los detalles más pequeños", añade Van Duijn.

El tiempo como aliado

La diferencia respecto a hace cincuenta años es que el trabajo avanza sin calendario cerrado y con el objetivo de que el público futuro pueda contemplar, sin sobresaltos, la compañía de arcabuceros que Rembrandt pintó en 1642.

"Nuestro director siempre dice que la pintura marca el ritmo, y eso es un lujo inmenso. La prisa siempre es enemiga de la conservación", subraya.

A pesar de las cicatrices, el poder artístico de Rembrandt (1606-1669) permanece intacto. "Aunque la superficie está agrietada y desgastada, sigue siendo impresionante. Con unas pocas pinceladas lograba imágenes de una belleza increíble. Eso aún se siente, de cerca y de lejos", asegura.

Cincuenta años después del ataque con cuchillo, La Ronda de Noche se presenta como superviviente: mutilada, herida, y restaurada una y otra vez, pero todavía inmortal para el Rijksmuseum y la memoria colectiva de los neerlandeses.