Un tesoro francés en El Prado
Descubierta una tabla del siglo XV con un retrato de Luis I de Orleans
Todo cuadro tiene detrás una historia oculta y la de esta tabla elude a un pasado de locura, asesinato y reyes. En la sala 58 A, la pinacoteca madrileña exhibe «Oración en el huerto» (1405-1408), una obra rara, sutil y escasa (sólo existen doce semejantes en todo el mundo); una pieza sin duda extraña y de delicada belleza, pero que contiene en su interior una sorpresa inesperada. Entre las figuras dibujadas aparece un donante con ropas de gala y el emblema reconocible de una divisa: unas hojas de ortiga de oro. La pintura llegó a España a través de una familia con ascendentes galos que cruzaron la raya de los Pirineos en la convulsa época de Napoleón. Cuando la adquirió El Prado, un repinte ocultaba parte de la superficie. Pero Gabriele Finaldi, director adjunto de conservación del museo, intuyó que debajo de aquella veladura había algo más. La restauración de esta joya reveló que, en la esquina izquierda inferior, conservaba el retrato de Luis I de Orleans, hijo y hermano de reyes, un príncipe admirado que dejó detrás una aureola legendaria de buen poeta, soldado valiente y regente justo que guardó el trono ante la irremediable locura (o bipolaridad) de Carlos VI. Su vida estuvo asenderada de tropiezos que hoy se antojan aventureros o novelescos. Su mujer vivía expatriada porque fue acusada, por la reina, de ser la responsable del mal que aquejaba a su marido (fue acusada de brujería y escapó debido a quien era su esposo), y él tuvo que afrontar una rivalidad peligrosa: la del duque de Borgoña. Luis I de Orleans fue abatido en una emboscada de sus enemigos. Cayó de un hachazo en la cabeza y perdió en la lucha una de sus manos. De su rostro, sólo quedaba los dibujos de tres miniaturas. Éste es el retrato más fidedigno que existe de él. Quizá fue encargado después de su muerte, porque la pieza, que formaría parte de un tríptico, parece destinada a la intimidad de una capilla o una devoción privada. Pero además es una valiosa obra medieval. Apenas quedan tablas de este periodo, porque la mayoría de ellas fueron destruidas durante la Revolución Francesa.
Un signo oculto
Pilar Silva, jefa del Departamento de Pintura Española del Museo del Prado, fue la persona que identificó al donante de esta obra. Una labor de investigación que dio sus frutos cuando reparó en una miniatura de un rey enseñando a tres niños. Esos jóvenes eran los hijos de Luis de Orleans y los tres adornaban sus ropajes con hojas de ortiga.