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El artista británico Mat Collishaw aterriza en el Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico con su obra “Dialogues”
La Razón
  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

  • M.Moleón

    Marta Moleón

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Los caminos de tierra visceralmente bellos del Real Jardín Botánico de la capital madrileña conducen de forma laberíntica a una de las construcciones más emblemáticas de todo el recinto. Concebido inicialmente como un invernadero y reconvertido con el paso del tiempo en refugio involuntario del arte, el Pabellón Villanueva acoge por primera vez la obra del artista Mat Collishaw a través de la muestra “Dialogues”. Se trata de la primera vez que el británico expone en España y de la primera vez también que la Fundación Sorigué, la cual posee una de las colecciones privadas de arte contemporáneo más reconocidas del país, organiza algo en Madrid.
A través de una compilación de más de treinta obras de diversa índole entre las que se pueden encontrar esculturas, pinturas, películas, fotografías e instalaciones de gran formato que remiten a multitud de elementos atrayentes y repulsivos,(indicadores tramposos de nuestra mala conciencia, Collishaw invita al espectador a vivir una experiencia reflexiva sobre la naturaleza y las contradicciones que alberga la propia condición humana y a dialogar con los maestros pasados de la historia del arte estableciendo una apasionante conexión con obras expuestas en el Museo Nacional del Prado. “En realidad, estas obras que han existido durante mucho tiempo, es la primera vez que yo las he puesto aquí, todas juntas. En realidad es un trabajo de años. Esta exposición tiene dos partes, una más dedicada a la naturaleza y otra más dedicada a la Historia del Arte. Por una parte nos encontramos obras que contienen integradas plantas, árboles, animales del propio hábitat o partes relacionadas con el jardín en el que nos encontramos ahora y por otra, está todo ese área más dedicada a la historia del arte”, comenta el artista al tiempo que confiesa su predilección por un concepto completamente innovador de la revisión de los clásicos; “Para mí todos estos cuadros siempre han sido estáticos. Siempre han estado congelados. Por eso esta exposición refleja una intención personal de volverles a la vida. Esa necesidad de conseguir que estén vivas otra vez”.
Siguiendo con su habitual tratamiento de temas moral y políticamente comprometidos, el artista británico plasma en esta muestra la solemnidad emocional y psicológica de representaciones que aluden a la dominación del mundo natural, a la relación que establecemos con el entorno que nos rodea y a la forma vibrante y morbosa que tenemos de conectar con la muerte y con la violencia. Mariposas aplastadas, machacadas y ampliadas para el deleite del detalle, flores envueltas en fuego como representación del desvanecimiento de la belleza, espejos multiplicados con proyecciones del cineasta soviético Sergei Paradjanov en donde lo sagrado y lo profano se funde en un solo elemento, la reproducción de un árbol centenario cuyo tronco hueco y podrido ejemplifica el concepto idealizado de esa antigua Inglaterra que ahora muchos pretenden mantener vivos, la desintegración virtual del Papa Inocencio X o el zoótropo creado para la Galería Borghese de Roma en el que la incidencia de la luz va desvelando las figuras ejecutoras de una matanza son algunas de las piezas principales que componen este paseo por la idealización del mundo que puede andarse hasta el 24 de mayo.