Benny Hill, el pícaro que despertó la furia feminista
Alfred Hawthorne se hizo famoso gracias a las gracias sexistas y poco refinadas de su programa de televisión.
Alfred Hawthorne se hizo famoso gracias a las gracias sexistas y poco refinadas de su programa de televisión.
¿Por qué en Gran Bretaña odiaban «El show de Benny Hill»? Era muy divertido. Los gags, aunque ingenuos, eran geniales y Benny Hill era un gordito un tanto pícaro, pizpireto y con una mirada estrábica en cuanto veía a una mujer. ¡Ay! El problema eran esas chicas que a la menor ocasión se desnudaban parcialmente y se le insinuaban, sin que él hiciera algo más que cogerlas de la cintura, mirar maliciosamente a la cámara y salir huyendo.
Las feministas de los 70 también odiaban a Benny Hill. Era tildado de machista, que utilizaba chicas en paños menores –las famosas «Hill's Angels»– y en su etapa de los 90 con algún pecho visto de soslayo. La modelos las sacaba de las revistas del West End y seguía otra de las tradiciones que sus comedias absurdas tomaron del «slapstick» hollywoodiense: las chicas en bañador, las «Sennett Bathing Beauties» del productor Mack Sennett, el inventor de la comedia acelerada repleta de golpes, caídas, garrotazos y chicas guapas en bañador como Mabel Norman y Gloria Swanson.
La recuperación del «slapstick» lo tomó de Charlot, Larry Semon (Jaimito), y el gordo Roscoe Arbuckle: aceleración de la imagen y las repetitivas persecuciones: las «running gag», ahora acompañadas de melodías populares, entre ellas «Yakety Sax», el tema de cabecera de «El Show de Benny Hill».
Benny Hill fue el último de los cómicos de vodevil y Music Hall ingleses que triunfó con un estilo cómico que llevaba pasado de moda cuarenta años. Y lo hizo recuperando sus mejores números, a los que añadió hilarantes persecuciones y personajes tan divertidos como el viejecito John «Jackie» Wright, a quien daba palmaditas en la calva; la abuela que la emprende a bolsazos con Benny y chicas macizas en ropa interior. Y múltiples imitaciones de famosos. Con ellos se identificaba el inglés medio, aplatanado en su sofá, riendo sus gracias, que eran muchas y divertidas, aunque poco refinadas y sexistas. El puritanismo de las feministas inglesas acabó con «El show de Benny Hill», unas carcas entre el Ejército de Salvación y las intolerantes feminazis.
Agarrado hasta la indigencia
«El show de Benny Hill» era un espectáculo de vodevil que utilizaba a chicas en bikini que lo perseguían a cámara rápida como si fuera el único hombre vivo sobre la tierra o abusaban de su ingenuidad. Nunca se casó. Se insinuó que era gay o impotente y nadie le conoció relación alguna. Y era un agarrado hasta la indigencia. Benny Hill, nombre artístico de Alfred Hawthorne Hill, comenzó en el Music Hall y pronto se dio cuenta de que el futuro estaba en la televisión. Comenzó a enviar «sketches» a la BBC hasta que consiguió su propio programa, «Hi There», en 1955, preludio de su popular «The Benny Hill Show», que se mantuvo durante 35 años, tanto en la BBC como en Thames Television, logrando en 1971 veinte millones de espectadores.
Realmente, Benny Hill fue un genio admirado por el público televisivo desde los años 50 hasta 1989, cuando a la contestación feminista se unió el declive de su carrera. Pesaba más de 100 kilos, y los médicos le pidieron que adelgazara. En 1992, tras un ataque al corazón, se negó a hacerse un bypass coronario. Una semana después, a los 68 años, murió de una trombosis coronaria. Lo encontraron muerto cinco días después de su fallecimiento sentado en un sillón frente a la tele. Charles Chaplin invitó a Benny Hill a su casa de Suiza. Se sorprendió de que tuviera todos sus vídeos y de que lo admirara. Le dijo: «Hacía falta alguien como Benny Hill para renovar el “slapstick”».