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Binoche y Moretti en la Croisette: un binomio para chuparse los dedos

El cineasta italiano escribe su carta de amor al cine recuperando el airado, irónico nihilismo de sus autoficciones con “Il Sol dell’avvenire”, al tiempo que la actriz gala se entrega a la magia culinaria del director Tran Ahn Hung
A Brighter Tomorrow - Premiere - 76th Cannes Film Festival
A Brighter Tomorrow - Premiere - 76th Cannes Film FestivalGUILLAUME HORCAJUELOEFE
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Ayer, la sección oficial de la 76ª edición del festival de Cannes se llenaba de cartas de amor. A la magia culinaria en “La passion de Dodin Bouffant”, del vietnamita afincado en Francia Tran Ahn Hung, y a la magia del cine en “Il sol dell’avvenire”, de Nanni Moretti. En la primera el director de “Cyclo”, especialmente afín a sublimar un cine de los sentidos, convierte el arte de la cocina en un medio de comunicación de los afectos. Así las cosas, la historia de amor entre un gourmet célebre, Dodin Bouffant (Benoît Magimel), y su cocinera Eugenie (Juliette Binoche) se convierte en un apetecible, cálido recetario de empatía y cariño al horno, a la vez que en una delicada reivindicación de la cocina como disciplina creativa.
Tran Ahn Hung se beneficia de la química de ambos actores -fueron pareja, tienen un hijo en común en la vida real- para trabajar una complicidad callada, gestual, en la que el elogio de lo artesano (la larga secuencia que abre el filme es la fascinante preparación de un menú completo) desemboca en un festín de sabores afable, acogedor. Parece que catemos todos los platos que se cocinan en la película, sobre todo los que convencen a Eugenie de casarse con su jefe, que, por primera vez, cocina para ella.
Por su parte, en “Il Sol dell’avvenire” Nanni Moretti escribe su carta de amor al cine recuperando el airado, irónico nihilismo de sus autoficciones (“Io sono un autarchico”, “Palombella Rossa”, “Caro Diario”, “Abril”). Puede parecer que su discurso no es muy alentador: los jóvenes italianos no tienen ni idea de lo importante que fue el Partido Comunista en Italia en los años cincuenta, Netflix llama a su puerta para decirle que a sus guiones les falta un “what the fuck” para no perder la atención de los espectadores a los dos minutos, la película que está filmando terminará con el suicidio del protagonista.
En este melancólico, divertido ejercicio de “cine dentro del cine”, Moretti elige autorretratarse como un cineasta en crisis, depresivo, que no se da cuenta de que su pareja está a punto de abandonarle, y que tiene la impresión de estar haciendo películas a contracorriente, practicando un cine de autor anacrónico. En el filme que está rodando, situado en los años cincuenta, descubre que, a pesar de que su objetivo es hablar de la crisis del comunismo en la Italia de los cincuenta, cuando Stalin controló las protestas húngaras contra su régimen con tanques y destrucción masiva, el amor entre los protagonistas parece imponerse sobre el mensaje ideológico. Parece que, en este filme crepuscular, Moretti asuma que, rondando los setenta, ya no tiene sentido seguir quejándose: el final de la película, deliberadamente festivo, reúne a actrices y actores que han trabajado con él durante su carrera en una manifestación luminosa, como si, a pesar de todo, esperara un futuro soleado.