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Carlos Hipólito: «En las redes sociales hay más gente idiota que con criterio»

Después de 40 años de carrera, 38 obras, 27 películas y 26 series, el actor recoge hoy el Premio Corral de Comedias de Almagro por su "rigor en el trabajo y cuidado de la palabra", reconoce el festival de teatro.

Carlos Hipólito
Carlos Hipólitolarazon

Después de 40 años de carrera, 38 obras, 27 películas y 26 series, el actor recoge hoy el Premio Corral de Comedias de Almagro por su "rigor en el trabajo y cuidado de la palabra", reconoce el festival de teatro.

Que a su edad Carlos Hipólito (Madrid, 1956) no es un chaval es evidente. Pero desde cuándo importa una cifra para valorar el espíritu de uno. Igual que existen auténticos carcas que todavía no han llegado a la treintena, el actor tiene muy claro su caso: “Por supuesto que me veo mayor, pero los años van pasando y sigo teniendo una mentalidad muy joven”, ríe. Hoy recibe el Premio Corral de Comedias del Festival de Almagro y reconoce que es un hecho que le ha obligado a mirar “inevitablemente” hacia atrás, con la consecuente sorpresa al ver las cifras: 40 años de carrera, 38 obras de teatro estrenadas en Madrid, 27 películas y 26 series de televisión. “¡Qué barbaridad, cómo puede ser! La verdad es que sí que me ha cundido”.

Lo cuenta un Hipólito a medio camino entre el orgullo de protagonizar dicho CV y el rubor de escuchar los motivos por los que recoge el galardón de la villa manchega: “Por su rigor en el trabajo y cuidado de la palabra”, entre otras, firma el certamen. “Ya son muchos años en esto, pero me sigue dando cosilla oír cosas así. Pienso que hablan de otro”, responde a la vez que reconoce que “si en todo eso hay una parte de verdad, entonces, tiene sentido que me haya dedicado a esto porque es lo que quería hacer. Me enseñaron que en este oficio se puede estar de muchas maneras y la que a mí me legaron mis maestros fue una en la que el respeto y la búsqueda de la excelencia eran fundamentales. No conformarse con una resolución resultona, sino investigar y bucear en cada papel. Que luego haya gente que se merece un reconocimiento así más que yo, también es posible, seguro”.

Un camino marcado por los Adolfo Marsillach, Pilar Miró y Miguel Narros con los que trabajó en un teatro clásico que hace “catorce años que no hago, pero que resulta fascinante que se acuerden de uno”, dice nostálgico. “Empiezas a ver gente que ya no está y te das cuenta de que ha pasado más tiempo del que pensabas”. Casi tanto como el que no pisaba los escenarios de Almagro, “un festival como ninguno”, define. “No se parece a otro que yo conozca. Es un lugar que se convierte en un hervidero de creatividad y al que llegué en un momento de mi carrera en el que empezaba a despuntar un poco. Por eso me hace especial ilusión recoger este premio”.

Un bagaje con el que Hipólito se niega a ser maestro de nadie: “Ni lo he sido, ni lo seré más que de una forma inconsciente”. Ni siquiera en “Billy Elliot”, donde está rodeado de niños. “No, estos chavales son conscientes de todo de una manera abrumadora y no hace falta decirles “éste es bueno y éste no”. Saben reconocer lo que hay en la escena”, explica de un montaje en el que va a seguir, “por lo menos, hasta pasadas las Navidades. Después ya llegarán otros proyectos, porque esto va a ser otro “Rey León””. Entre medias, “Vivir sin permiso” (Telecinco) también asoma entre sus quehaceres. ¿Y “Cuéntame” (TVE), donde pone la voz al narrador? “No sabemos qué pasará con la salida de Carlitos (Ricardo Gómez), que deja todo muy abierto. Lo que está claro es que tampoco puede morir porque si no no hubiera podido recordar nada durante estos años. Así que como la opción de regresar siempre está ahí, la voz en “off” es probable que siga”.

Pero no todo es interpretación en la vida de Carlos Hipólito y, por eso, el actor se sale del escenario para pedir al ministro Guirao que, con el IVA cultural en vías de “arreglarse después de haber sido una de las cosas más dañinas que se han hecho”, apueste por una Ley de Mecenazgo “en condiciones para que empresas potentes puedan invertir en cultura y que ésta pueda prosperar sin necesidad de subvenciones públicas. Se crearía una industria no tan pequeña”. Lo dice un socialista reconocido que todavía se sorprende con el devenir del gobierno de Sánchez: “La verdad es que confiábamos poco en que hiciera las cosas tan bien y ahí está”, comenta. “Se juzga de una manera muy ligera y todo el mundo hoy está convencido de lo que va a pasar. Por eso desconfío de los políticos cuando dicen eso de “lo que los españoles quieren es esto”. ¿Qué van a saber? Ahora, espero que todo esto sea un soplo de aire fresco al que, de momento, hay que dar margen y confianza”.

Si las palabras de los políticos le alteran ligeramente, más lo hacen los “intereses partidistas”, se sincera Hipólito: “Estamos en un punto en el que cualquier cosa que ocurra se utiliza para lanzar los perros a alguien. Vivimos en una especie de linchamiento social de todo el mundo que es muy cansino. Ahí tenemos el ejemplo de las redes sociales, donde opinando hay más gente idiota que con criterio. Se da voz a personas que quieren hacer las cosas mal y se puede difamar de una manera casi impune. El insulto está a la orden del día y de una manera gratuita”.