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«Casi normales»: Nuevo y alentador rumbo para el musical

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Autores: Brian Yorkey y Tom Kitt. Director: Luis Romero. Intérpretes: Nina, Nando González, Jana Gómez. Teatro La latina. Madrid. Hasta el 28 de enero.
Con el aval que dan nada menos que tres premios Tony y un Pulitzer, y precedido de un notable éxito en Barcelona, ha desembarcado en La Latina este musical que, pese a su impecable profesionalidad, no cuenta con ese libreto tan profundo que presume tener. Si bien es cierto que Brian Yorkey –autor del texto y las canciones– se aleja en «Casi normales», y es de agradecer, de la trilladísima comedia romántica en la que parecen enmarcarse casi todos los musicales con sus clichés, tampoco es que esto sea precisamente un drama familiar de complejidad shakesperiana. Resulta original abordar el tema de la enfermedad mental en un espectáculo de estas características, pero, francamente, relacionar el trastorno bipolar con la pérdida de un hijo es forzar la verosimilitud argumental más de la cuenta, por no decir que haría ponerse bizco a más de un experto en psicopatología que lo estuviera viendo. Y eso que precisamente es el personaje del hijo fallecido el motor de la función, porque propicia el principal giro en la trama –muy bien servido por el director Luis Romero ante los ojos del espectador–, porque desencadena todo el conflicto familiar y porque permanece como verdadero eje del mismo hasta el desenlace. Por eso, uno de los puntos fuertes del montaje es haber contado para interpretarlo con Guido Balzaretti, que está magistral y que desprende un magnetismo sobre las tablas fuera de lo común para alguien tan joven. Junto a él, destaca en el otro gran papel de la obra –el de la perturbada madre que trata de recomponer su vida, aunque tenga que sacrificar para ello su matrimonio-, la popular y fabulosa Nina, a la que parece que cantar en cualquier registro no le supone más esfuerzo que el de respirar. La función se desarrolla con fluidez hasta el final y la música de Kitt, en líneas generales, se inserta muy bien en la trama para clarificar el subtexto, dejando en el camino algunas escenas de gran consistencia; pero, seamos serios, el fondo no tiene nada que ver con el Arthur Miller con el que se ha querido comparar la obra para promocionarla.
LO MEJOR
La escena del padre, la realidad, y el hijo,metáfora del delirio y la enfermedad
LO PEOR
Se podía haber hecho una escenografía menos tosca y desconcertante

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