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Cayetana Guillén Cuervo: "La generación de mis padres ayudó a cambiar el país"

La intérprete y gestora recalca la importancia de la cultura para el ser humano
Cayetana Guillén Cuervo
Cayetana Guillén CuervoGonzalo PérezLa Razón
La Razón
  • Javier Menéndez Flores

    Javier Menéndez Flores

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Actriz de largo recorrido, solvente presentadora de espacios culturales en la televisión pública, preside la Academia de las Artes Escénicas de España (AAEE) con el aliento romántico del estudiante que sueña con cambiar el mundo, pero con los pies bien pegados al suelo.
¿Se siente la heredera de un negocio familiar que vende cosas intangibles, sueños, emociones? Guillén & Cuervo Asociados, especialistas en hacer feliz a la gente.
Me siento la heredera de un legado que es identidad del país y que me ha transmitido la importancia de la palabra transformadora y del hecho artístico encima de un escenario, y cómo la formación completa al ser humano, le permite reflexionar, alimentar el espíritu crítico e incluso cambiar, si es necesario, el punto de vista.
¿Lo de ser actriz lo tuvo siempre claro o alguna vez quiso ser otra cosa?
Cuando era niña, los adultos se dedicaban a las artes escénicas o al cine. Cuando no estaba en las piernas de Fernando Fernán Gómez estaba en las de Marsillach, y si no, era Pedro Almodóvar el que andaba cerca. Mi casa siempre ha sido un nido de gente creativa, de conversaciones interesantes, y eso, al niño, le va calando. He crecido en los camerinos, sabiéndome los textos de mis padres, y siempre pensé que había que dedicarse a algo que tuviera que ver con ese universo.
¿Qué películas de la historia del cine sintió que le cambiaban la vida (la rompieron y la iluminaron)?
Mi amor por el cine se inició con «Manhattan» y «Annie Hall» en un autocine al que mi padre me llevó un verano. Con Woody Allen recibí la sacudida. Y la película que más me ha gustado es «Esplendor en la hierba», de Elia Kazan. La vi repetidas veces en la adolescencia. Son las películas que más me han marcado.
Es el ejemplo nítido de que se puede hacer una televisión dignísima en la que se habla con propiedad y se hacen las preguntas oportunas. ¿La buena televisión debería ser también una de las bellas artes?
Me parece una preciosa pregunta, porque siempre he pensado que lo que hacemos desde «Versión española» es puro servicio público. Ha enseñado a los espectadores a ver el cine español desde otro punto de vista. Y con «¡Atención obras!», igual: es un reducto que destaca a personajes concretos, resalta positivamente su obra, lo que aportan a la identidad de España. A la cultura hay que darle una prioridad absoluta porque hace del ser humano alguien más feliz y más libre.
Desde hace mucho tenemos el cine en casa, pero el teatro es imposible llevárselo como comida preparada. Aun así, se cierran teatros porque no se sostienen. ¿Es un arte de otro tiempo, condenado a extinguirse, o siempre existirá?
El teatro no se va a extinguir nunca, porque mientras sacuda a un solo espectador ya merece la pena. El teatro está en crisis siempre y nunca, y ahora mismo está viviendo un momento excepcional.
Cierre los ojos. Está cenando, entre risas, con Brando, Marilyn, Newman, Audrey Hepburn. ¿Quiere despertar?
Sí querría despertar. Me gustaría estar un rato con ellos, poder charlar de distintas cosas, pero siempre querría volver a mi vida y a mi mundo. Me encantaría poder coger, de vez en cuando, una puerta del tiempo y mezclarme en sus vidas como una de sus amigas.
¿Es posible ser actor/actriz y no tener mitos?
Habrá actores y actrices que no tengan mitos, pero creo que todos los trabajos necesitan referentes. Gente que abre caminos, que es como una luz en la que fijarse. Y ha habido una época dorada en Hollywood y también en nuestro país, la de la generación de mis padres: los Gutiérrez Caba, los Larrañaga/Merlo, Julieta Serrano, Núria Espert, las películas de Berlanga, Víctor Erice, Azcona… los que fueron dibujando el mapa en el que los demás hemos crecido.
Preside la Academia de las Artes Escénicas de España. ¿Qué papel cumple, en rigor, esa entidad cultural y qué logros ha conseguido en el año y medio que lleva al frente?
Es una enorme responsabilidad que asumo con mucha humildad, y lo hago en honor a mis padres y a su generación, que tomó las artes escénicas como un compromiso. Sabiendo que la palabra transformadora y esos autores prohibidos podían ayudar a cambiar el país y a caminar hacia una democracia desde una dictadura. Sin ellos, España no habría sido lo mismo. Heredé un trabajo realizado duramente por Jesús Cimarro y José Luis Alonso de Santos, y hemos creado los premios Talía. Se ha celebrado la primera edición con muchísimo éxito. El Ministerio de Cultura, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento se han dado la mano por la cultura. Y mi labor es dignificar todas esas disciplinas artísticas que conforman las artes escénicas. Hemos activado el grupo de artes escénicas por el cambio social, llevado el teatro a las residencias de ancianos, y hemos incluido a los racializados entre los académicos, porque España tiene que caminar a la diversidad como lo han hecho Francia, Inglaterra y Estados Unidos.