Libros

Estreno

César Pérez Gellida: «Los nacionalismos se alimentan del miedo»

¿Qué esconde una mente criminal? El autor trata de responder a esa pregunta en la celebrada «Dies irae»

César Pérez Gellida: «Los nacionalismos se alimentan del miedo»
César Pérez Gellida: «Los nacionalismos se alimentan del miedo»larazon

Dejó el marketing por la escritura, ¡y en qué bendita hora! En un universo de tinta donde se vende menos de lo ansiado, este «parvenu» literario ha roto las estadísticas. Tras el inesperado éxito de «Memento Mori» –primera entrega de su trilogía «Versos, canciones y trocitos de carne»– , se adentra en su segunda sacudida, «Dies irae» (Suma de Letras), donde campa por los laberintos que conforman la mente criminal. Es culto. Informado. Tiene ganas de comerse el mundo y, para colmo, es un tipo genial al que le gusta el buen vino, el buen yantar y la mejor de las prosas. ¿Se le puede pedir algo más a un autor?

-Nadie apostaba por un inspector pucelano amante del vino que persigue a un asesino en serie.

-Y pelirrojo y refranero. En «Dies irae» vemos que para seguir los pasos del criminal tendrá que cruzar la frontera de los procedimientos legales. Cuidado con los castellanos de apariencia contenida.

-¿Por qué un asesino en serie cuando es tan poco común en los países mediterráneos?

-El crimen no tiene fronteras. Si el Arropiero hubiera nacido en Texas ya habría sido objeto de varios bests-ellers y protagonizado unas cuantas películas.

-¿Alguien convencido de que matar está justificado, es el mayor de los peligros?

-Sobre todo si se siente legitimado por una bandera. En los conflictos bélicos se iluminan las sombras más recónditas del hombre, pero a esos asesinos en serie se les llama genocidas.

-Ya me contará a quien ha sobornado: «Escritor novel que publica dos libros en un mismo año».

-Cuento con un padrino, que es Michael Robinson, que me ha abierto muchas puertas; no obstante, al final es el lector el que dicta sentencia.

-Tras «Memento mori», ¿por qué abandona Pucela como su escenario del crimen?

-Un asesino en serie cambia de «coto de caza» cuando nota que se estrecha el cerco. Ledesma tiene que completar su obra poética y busca distintas fuentes de inspiración en otras partes.

-Compararle con Larsson, ¿sirve para encaminar al lector, o para despistarle?

-Responde a la necesidad que tenemos de crear etiquetas. Para mí es un halago que me comparen con uno de los padres de la novela negra moderna y es cierto que existe un común denominador: el uso de un lenguaje audiovisual.

-¿No le ha dado pudor/temor introducir personajes reales como Mladic?

-Ninguno. Sus acciones no deben quedar enterradas por el paso del tiempo.

-¿Por qué lleva al lector hasta la guerra de los Balcanes?

-Me dejó muy marcado. Fue la primera «reality war» a la que asistimos desde la confortabilidad de nuestros sofás. Pudimos vivir el asalto de las tropas serbias a Vukovar, el asedio de Sarajevo, el levantamiento de fosas comunes en Srebrenica o el bombardeo de Belgrado por parte de la OTAN. Nos regalaron imágenes para tapar lo que realmente estaba sucediendo.

-¿Sabría decirme para qué tipo de cabeza un crimen es una obra de arte?

-Los asesinos en serie que son sociópatas narcisistas buscan víctimas que estén a su altura. Son francamente peligrosos porque operan de forma organizada: planifican, ejecutan y se ocultan hasta que vuelven a actuar; sin embargo, con el tiempo se vuelven conscientemente descuidados y suelen terminar entre rejas porque tienen la necesidad de que el mundo sepa lo que han hecho. -¿Tiene una opinión para el proceso mental y el móvil de los padres de la pequeña Asunta?

-Todo parece indicar que se pusieron de acuerdo para asesinar a su hija porque concluyeron que suponía un impedimento para reconstruir su relación sentimental. En estos casos, un miembro de la pareja suele hacer el papel de instigador y otro de ejecutor. Existen precedentes, como el matrimonio Homolka, una pareja de canadienses guapos y ricos que secuestraron, violaron y asesinaron a varias jóvenes, entre ellas, la propia hermana de ella. Y lo grabaron. En el juicio, ella testificó contra su esposo y se le redujo la condena. Hoy vive en Las Antillas con su nuevo marido y sus tres hijos.

-Me pregunto: ¿aquel que se siente legitimado por lo que sea (una bandera, una ideología o el corpus de una doctrina) se siente un justiciero en toda regla?

-Esta convencido de que sus actos se pueden explicar más allá de las leyes establecidas.

-¿Quiere opinar sobre los nacionalismos o lo dejamos para otro momento?

-Resultan claustrofóbicos y raramente se sujetan en los pilares de la cultura, el idioma y la idiosincrasia de un pueblo. Los nacionalismos se alimentan del miedo.

-Ignoro si hay límite para la maldad humana, ¿usted lo sabe?

-No, no hay límite. El ser humano se ocupa de demostrárselo a sí mismo día tras día.

-La derogación de la «doctrina Parot» ha dejado a violadores y asesinos en la calle. ¿Le apetece hablar de ello? ¿O Europa sólo ha hecho lo que debía ante la inoperancia de nuestras leyes patrias?

-Nos sucede por estar a rebufo en todo. No nos preguntamos de dónde ha venido el cañonazo hasta que nos estalla en la cara y cuando sucede pataleamos con rabia; un rato, eso sí, que abren el bar.

-Nos une Bunbury, muy presente en su obra, ¿tiene noticias de qué le parecen sus libros?

-Ha leído los dos y está encantado. Ando un poco rebotado porque «Despierta» debería de haber sonado en «Consummatum est», pero no encajaba en la línea temporal de la trilogía. Una pena.

-Ha escrito el guión y elegido la música... ¿acabará su trilogía adaptada al cine?

-Todo parece indicar que sí. Hay productores interesados pero Robinson no tiene ninguna prisa. Los derechos audiovisuales no podrían estar en mejores manos.

-Amén del vino, el buen yantar y los campos de Castilla. Dígame que cose botones.

-Soy un inútil en todo lo que tiene que ver con el mantenimiento del hogar, ahora bien, cocino, friego, lavo y plancho cuando toca.

-¿Pago de Carraovejas, Mauro, Colegiata, Abadía Retuerta, Teófilo Reyes o Arzuaga?

-Todos los que mencionas son, desde luego, vinos estupendos, no quisiera decantarme (nunca mejor dicho) por alguno en concreto, aunque, sí podría dejarme invitar por el que usted decida.