Benicio del Toro y las dos caras de Pablo Escobar
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Un Robin Hood para unos pocos y un despiadado narcocriminal para la mayoría. Así es el Pablo Escobar que encarna Benicio del Toro en “Escobar: Paradise Lost”, una cinta que cabalga entre el “thriller” de acción y el melodrama romántico y que llega esta semana a las salas de cine. “Ayudó a los pobres pero también destruyó a muchas familias, y las dos cosas se ven en la película”, señaló a Efe el actor portorriqueño, experto ya en dar vida a personajes reales como Che Guevara o el pintor Basquiat.
El siempre potente despliegue interpretativo de Del Toro, que en septiembre pasado recogió en el Festival de San Sebastián el Premio Donosti, es el principal atractivo de esta opera prima del italiano Andrea di Stefano.
Y eso que en realidad Escobar no es el verdadero protagonista de la historia. Lejos de un ‘biopic’ al uso, el filme es “una radiografía de su maldad y su locura -en palabras de Di Stefano- desde el punto de vista de alguien a quien todo ese mal se le viene encima”.
Ese alguien es Josh Hutcherson (1992), en su primer gran papel después de “Los Juegos del Hambre”. Hutcherson interpreta a un joven surfista que cree haber hallado el paraíso en las playas colombianas y en el amor de María (la española Claudia Traisac), una joven que resulta ser la sobrina del narcotraficante más perseguido del mundo.
“Trabajar con Benicio como antagonista ha sido increíble. Aunque su personaje era tan intenso y él se entregaba tanto a él que resultaba un poco intimidatorio”, admite Hutcherson, que ya había trabajado a las órdenes de Del Toro en “7 días en La Habana”.
El guión incluye referencias al periodo en que Escobar se dedicaba a la beneficencia, cuando se construyó una pantalla de respetable hombre de negocios que le sirvió hasta el punto de llegar a poner un pie en la Cámara de Representantes.
Y se despliega justo en el momento en que esa pantalla comienza a derrumbarse, cuando Escobar le declara la guerra al Estado y se gana el dudoso título de fundador del narcoterrorismo, dejando un reguero de cadáveres de ministros, abogados, periodistas, candidatos presidenciales y policías.
“Imagino que la película pueda suscitar controversias porque Pablo Escobar era controvertido, pero me siento cómodo con el retrato que he hecho”, defiende Di Stefano, que busca tanto la repulsa como la empatía del espectador. “La Historia ya ha juzgado a Escobar”, insiste.
Sobre ese aspecto, Del Toro subraya que el filme “deja sentir la crueldad” a través del personaje de Nick.
Di Stefano no ahorra en elogios al hablar del trabajo con el ganador de un Oscar por “Traffic”.
“A veces miraba a la pantalla y era como ver a Pavarotti cantar o a Pavlova bailando. Hay una especie de levedad, de gracia en lo que hace, que es única. No me importa cómo lo hace, ni cual es su método, pero el resultado es increíble”.
Junto al perfil del hombre que puso en jaque al Estado colombiano, el otro pivote de la trama es la historia de amor entre el personaje de Nick y el de María, un romance que se trasladó a la vida real y a sus protagonistas.
Para Traisac, que había trabajado en España en series como “Luna, el misterio de Calenda” o “Cuéntame”, la experiencia ha sido el primer sello internacional en su pasaporte de actriz.
“El proceso fue muy duro, tuve que pasar seis o siete cástings, pero lo logré. En el rodaje, en la primera escena que tuve me puse mala el día anterior y no pude dormir, pero Josh y Andrea me ayudaron a centrarme en el personaje de María y en sus sentimientos”, cuenta.