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Caviezel, el evangelista

El intérprete, de profundas convicciones cristianas, interpreta a San Lucas en «Pablo, el apóstol de Cristo», un filme sobre la persecución a los primeros creyentes.
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El intérprete, de profundas convicciones cristianas, interpreta a San Lucas en «Pablo, el apóstol de Cristo», un filme sobre la persecución a los primeros creyentes.
Cuando aceptó el papel de Jesús de Nazaret en «La pasión de Cristo», Mel Gibson le advirtió: «Seguramente no vuelvas a trabajar en Hollywood». Jim Caviezel era uno de los actores del momento, pero optó por hacer encajar su trabajo y su profunda fe cristiana aún a costa del ostracismo. Efectivamente, la gran industria le dio de lado. Pero él no se arrepiente. Ahora, regresa al género bíblico para enviar al mundo cristiano (especialmente los perseguidos) un mensaje de esperanza. Y es que en «Pablo, el apóstol de Cristo», de Andrew Hyatt, la pequeña comunidad de la Roma de Nerón vive hostigada y silenciada, cuando no directamente arrojada a las bestias del circo. En ese contexto, el evangelista Lucas (interpretado por Caviezel) llega a la capital imperial para entrevistarse con Pablo, preso por Nerón, mientras sus discípulos, los cristianos de las catacumbas, claman por un rayo de esperanza.
Encontrar la paz
«No deja de sorprenderme que Dios eligiera a un grupo reducido de personas cuya fe alimentó la difusión del cristianismo. En esta película podemos ver a esas personas, como mi personaje, Lucas, un doctor, un tipo brillante, pero que nunca encontrará la paz a menos que haga lo que se supone que debe hacer, y nadie puede hacerle cambiar de opinión. No sabemos cómo va a ayudar a Pablo, ni siquiera él lo sabe», explica Caviezel. Lucas recabará el testimonio evangélico de Pablo en esas sesiones en la prisión hasta dar con lo que hoy conocemos como el libro bíblico de los Hechos de los Apóstoles. Ese mismo, explica, «es el legado de Lucas, gracias a él sabemos más acerca de Pablo, de lo que hizo y de lo que estaba dispuesto a arriesgar». La vida, ni más ni menos. «Lucas y Pablo son héroes porque estaban realmente dispuestos a sacrificarse, y no lo hace por ego sino por amor. El verdadero amor es lo único por lo que merece la pena dar la vida, y ellos estaban llenos de él».
Caviezel, un tipo de misa diaria, confiesa haberse encomendado a la Virgen María (Lucas es el evangelista que más la nombra) para entender a su personaje y entrar en el misterio del amor, el perdón y la redención. Y más que a las técnicas interpretativas ha recurrido al rezo del rosario. Según él mismo ha revelado, «Pablo, el apóstol de Cristo» no será su última cinta religiosa. Parece que cobra fuerza una secuela de «La pasión de Cristo» de Mel Gibson. Y Caviezel ya ha advertido: «Será la película más grande de la historia». O, al menos, la historia más grande jamás contada.

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