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«El insulto» que devino en conflicto

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Ziad Doueiri se le nota su pasado americano. Habla con la vehemencia de un conferenciante nato, de esos educados en las clases de debate de la educación secundaria norteamericana. Se exilió en Estados Unidos después de la primera guerra del Líbano, estudió cine y acabó como cámara de varias películas de Tarantino. Su familia era propalestina y de izquierdas, y probablemente se habrían quedado boquiabiertos si hubieran sabido que «El insulto», nominada al Oscar a la mejor película extranjera, sería denostada por el mundo árabe. «Crecí en un entorno que creía que el mejor cristiano era un cristiano muerto», contaba en la última Mostra de Venecia. «Con el tiempo, me di cuenta de que el sufrimiento no solo estaba del lado de los musulmanes. Me casé con una cristiana, buena parte del equipo de “West Beirut” eran cristianos, y me pareció normal indagar en lo que había sentido ese ''otro bando'' que ya no percibía como rival».
La masacre de Darmour
No es extraño, pues, que «El insulto», que ha triunfado en las taquillas del Líbano, se haya topado con el boicot de los palestinos, que la consideran pura propaganda procristiana, sobre todo en relación a su retrato de la masacre de Darmour, en la que, en 1975, el Frente de Liberación Palestino mató a cientos de civiles cristianos.
Doueiri no es ajeno a la polémica: su anterior película, «El ataque», en la que eligió a una actriz israelí para interpretar a una terrorista palestina y que rodó en Israel, violando la prohibición que sufren los ciudadanos libaneses de viajar al país vecino, también fue condenada por la comunidad árabe. A Doueiri le motiva el conflicto. No es extraño que la anécdota que genera el drama de «El insulto» esté basada en su propia experiencia: «Un día, mientras regaba las plantas, salpiqué de agua a un vecino palestino. La discusión fue subiendo de tono hasta que le dije: “Ariel Sharon debería haberos liquidado a todos”». Luego, asegura, se disculpó. Pero, ¿no teme que la dinámica del conflicto sea demasiado local? «Desde la India hasta España, pueden sentirse identificados con la idea de dos pueblos enfrentados», defiende.

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