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El monstruo que todos somos

El realizador Pedro C. Alonso lleva al límite a la audiencia con «Feedback», donde el infierno se erige como escenario principal.
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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

  • M.Moleón

    Marta Moleón

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El realizador Pedro C. Alonso lleva al límite a la audiencia con «Feedback», donde el infierno se erige como escenario principal.
En medio de la rutilante década del imperio de la posverdad actual en donde pareciera que la información solo sirve para disfrazar la mentira, el realizador español Pedro C. Alonso ha decidido utilizar la ficción para señalar este vicio y mostrarlo cinematográficamente a través de «Feedback», su ópera prima como director. Los escenarios juegan un papel fundamental en la configuración de esta historia que se encuentra a caballo entre el «social horror thriller» y el spot publicitario y en la que Jarvis Dolan, el presentador estrella del incisivo y provocador programa radiofónico londinense «Carne cruda», sufre la intrusión de un grupo de encapuchados que toman el control de las ondas con el objetivo de sacar a la luz un potente escándalo que transformará la noche en una macabra y reveladora orgía de confesiones.
«Lo más inteligente de la configuración del personaje de Jarvis, al que yo interpreto, ha sido presentarlo como alguien heroico inicialmente que posteriormente se va desvelando de otra forma. Ha sido una decisión muy correcta no plasmarle como un psicópata desde el principio. Aunque quizá podríamos considerar que alguien que está a favor del Brexit es un psicópata», comenta entre risas Eddie Marsan, el actor que da vida al periodista, al hilo del tratamiento que se hace en la cinta de temas actuales tan candantes como el auge exponencial de los totalitarismos conservadores, las consecuencias de la división territorial y los porqués de los ataques terroristas en suelo europeo o la viralización del linchamiento público de las redes sociales.
En cinco minutos
«El cine te permite tratar temas muy complejos como los que yo he elegido en este caso, de una manera muy rápida y muy sintética capaz de llegar a la audiencia de forma inmediata. En el cine en cinco minutos has establecido lo que quieres contar. La clave de esta posibilidad en el caso de Feedback es que es muy honesta», señala el director, al tiempo que añade «porque cuando termina no pretende dar una lección moral ni establecer unos códigos éticos que le digan al público lo que tiene que sentir o lo que tiene que pensar. Te da los elementos necesarios para que tú decidas filtrado por tu propia experiencia cual es tu opinión sobre esos personajes». Unos personajes capaces de tejer el hilo argumental de una trama que se antoja aterradoramente real en ocasiones y cuyas contradicciones morales y facetas escarbadas subyacen de una manera destacada en el plano general del debate social: «Los personajes con sombras pronunciadas me resultan demasiado atractivos. También la ambigüedad y la toma de malas decisiones. Todo eso es un material dramático de primer nivel para un buen actor y para un director», sentencia.

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