«El sistema solar»: En navidad chocan los astros

Adriana Ugarte protagoniza este drama sobre una familia disfuncional durante las fiestas navideñas.

No debe ser fácil ser hijo de un hombre tan ocupado como un ministro. Si encima tiene una mentalidad rígida y no resulta especialmente cariñoso, la cosa se complica. Con el paso de los años, los niños van acumulando rencores hacia su padre, hasta que explotan por una u otra circunstancia. En la película «El sistema solar», el «big bang» se produce cuando el progenitor se liga a la novia de su hijo, interpretada por Adriana Ugarte.

Poco más tarde del «affaire», el padre y su nueva pareja van a pasar la Navidad con sus retoños, y, como dice la expresión, «se monta el Belén». Cae el diluvio universal en forma de lágrimas, reproches e insultos. Así, la cinta se desarrolla en su totalidad en un ambiente de angustia y ansiedad costantes. No obstante, eso fue un plús para el trabajo de los actores según cuenta Ugarte: «El ambiente cargado y denso era perfecto para contar esta historia, creo que nos ponía en un estado de fatiga interna, de necesidad de resistencia muy apropiado para los personajes».

En medio de todo el follón, Ugarte es la única intérprete española, el resto son de Perú, donde se rodó esta coproducción. La intérprete señala que «la dinámica a la hora de rodar un largometraje, el comportamiento de los departamentos o los protocolos en el set son similares en España y en el país latinoamericano». Aunque también añade que «es cierto que son culturas distintas y a pesar de que compartamos el mismo idioma, el peruano lo maneja de forma más suave, más dulce, y esto apacigua el alma, lo cual es muy positivo a la hora de enfrentar jornadas intensas».

Todas dentro de la misma casa, único plató del filme. De este modo, la puesta en escena es bastante teatral. Y es que «El sistema solar» era, en origen, un texto escrito para interpretar sobre las tablas, no delante de las cámaras. Pero Ugarte indica que «la adaptación al formato cinematográfico permitió viajar con la cámara desde el salón al comedor, a la cocina, a una de las habitaciones, al pasillo, al jardín, al hall y a la fachada del edificio.Esto aporta muchísimo dinamismo a pesar de que el grueso de la historia se centre en el corazón de la casa».

Esa movilidad y tensión hacen que uno piense que en esta familia surge aquella pregunta que Fermina Daza le dice a Florentino Ariza al final de la obra de Gabriel García Márquez «El amor en los tiempos del cólera»: «¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo?»