Sánchez no da la talla ante el esmoquin de Iglesias
Esta última semana se ha hablado mucho del posible «sorpasso» de Podemos al PSOE. Según la última encuesta del CIS, el partido de la «nueva política» adelanta por la izquierda al centenario referente de la izquierda española. Podríamos dejar esto en una anécdota si esta noche Pedro Sánchez no hubiera dejado otra vez que Pablo Iglesias le volviera a coger con el pie cambiado en plena alfombra roja.
Es complicado explicar cómo una persona que aspira a presidir un gobierno de un país acuda vestido de manera tan informal a uno de los eventos que más Prensa y público reúnen. Cuesta comprender por qué el líder socialista decidió dar la sorpresa vistiendo un traje cuando lo que pedía la Academia era esmoquin. Y todavía choca más cuando Pablo Iglesias, su gran contrincante e imagen más icónica del «normcore» (el estilo que no se preocupa del estilo), aparece con uno. ¿En qué debía estar pensando Sánchez? Desaprovechó el mejor momento para presentarse como un líder político y hasta gran estadista cuando la buena planta de la que goza el secretario general de los socialistas le habría asegurado una imagen impecable en la que todos nos hubiéramos vistos representados. Y más aún, ¿por qué un líder político decide no cumplir con el «dress code» sugerido y acaba siendo casi más protagonista que los propios actores en la fiesta del cine?
Pero todavía fue peor. Volviendo a la idea anterior, cuando tanto Iglesias como Albert Rivera (que Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Cultura, acudiera a la gala y lo hiciera de esmoquin era de esperar) lucen sus mejores galas para rendir tributo y agradecer la invitación a la Academia de Cine, la opción del socialista queda todavía en peor lugar. Mal, Sánchez, mal.