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Crítica de cine

«La buena esposa»: El Nobel era ella

Glenn Close vive resignada, siempre a la sombra de su marido. Un día decide rebelarse y hacer pública la verdad cuando su esposo viaja a Estocolmo para recibir el famoso galardón de literatura

«La buena esposa»: El Nobel era ella
«La buena esposa»: El Nobel era ellalarazon

Glenn Close vive resignada, siempre a la sombra de su marido. Un día decide rebelarse y hacer pública la verdad cuando su esposo viaja a Estocolmo para recibir el famoso galardón de literatura.

Por estas fechas, cada año, los lectores de todo el mundo se lanzan ávidos a las librerías en busca de las obras del escritor sobre el que se haya posado el dedo consagratorio de la Academia Sueca. Pero este año, seguramente ya lo sepan, no habrá Premio Nobel de Literatura. Una serie de escándalos sexuales y de filtraciones han dado al traste con este galardón, al menos en esta edición.

Sin embargo, «La buena esposa», dirigida por el sueco Björn Runge, nos redime de este vacío con la historia de un escritor, Joe Castleman, interpretado por Jonathan Pryce, que se dirige a Estocolmo a recibir este premio junto a su esposa Joan (Glenn Close). Pero, al igual que en el caso real, una historia turbia sacude los prolegómenos de la gala. «Es una extraña coincidencia que la película llegue en los días en que se suele anunciar el Nobel de Literatura –admite el director–. El de nuestro filme va a ser el único premio de este año. Pero la realidad es que cuando rodábamos no pensábamos nada de esto y el movimiento #MeTooo no existía. Lo rodamos el año en que ganó Dylan».

En el caso de «La buena esposa» no estamos ante un asunto de abusos pero sí de relación de poderes, en este caso en la pareja. Joan ha vivido siempre a la sombra de Joe, ofreciéndole desde sus inicios en la literatura un apoyo que iba más allá de lo normal, hasta el punto de trabajar ella, la realmente talentosa de los dos, como su «negro». Ante la conducta infatuada y las infidelidades de su esposo, amenaza con desvelar una verdad escondida en la intimidad durante décadas. «Cuando veo a Joan veo a mujeres como mi madre, de 80 años, que han vivido una vida que quizás les gustaría que hubiera sido distinta –señala Runge–. A ella los focos repentinos del Nobel sobre su marido le superan y le hacen apartarse de ese secreto que han compartido».

Frustraciones cruzadas

Y es que la tremenda sobreexposición de un premio de tal magnitud rompe la armonía de la pareja sustentada en esta mentira. Joan le reprocha a Joe que se vanaglorie del talento que le ha sido prestado y Joe no logra asumir que su literatura no deje de ser una falsa máscara. «Una relación, cuando se basa en el respeto y la autenticidad, es una manera muy buena de mostrarte a la otra persona sin tener miedo a fracasar. Pero Joe Castelman no tiene acceso a esa sala creativa donde su mujer se sienta a escribir y eso le convierte en algo débil hacia sí mismo, por eso necesita irse con otras mujeres para compensar sus carencias y en el fondo él nunca le perdona a ella que tenga más talento que él. Pero si hubiese recibido un premio menor que éste, no se hubiera roto esa armonía», señala el sueco. El trabajo de Close destaca en una cinta que clausuró en 2017 el Festival de San Sebastián, coincidiendo con la Concha honorífica que recibió esta gran dama del cine norteamericano.