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¿Qué hay fuera de esta nave?

Álex González protagoniza con Clara Lago «Órbita 9», un «thriller» romántico en un mundo apocalíptico
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Álex González protagoniza con Clara Lago «Órbita 9», un «thriller» romántico en un mundo apocalíptico.
Las primeras imágenes de «Órbita 9» nos remiten directamente al cine de ciencia-ficción: esos pasillos asépticos de la nave, el robot-tutor del trasbordador... Pero, aunque lo parezca, la ópera prima de Hatem Khraiche no es «una de marcianitos» ni el mundo que plantea es tan futuro como se nos hace creer. Eso lo descubre el espectador rápidamente, al tiempo en que Helena (Clara Lago), única pasajera de una nave, en la que ha nacido, que presuntamente se dirige a colonizar un planeta lejano ante la imposibilidad de vivir en la tierra, se da cuenta del engaño. No es una nave, es sólo un simulador. Será Álex (Álex González), un ingeniero que entra a hacer reparaciones quien le quite la venda de los ojos: ahí afuera no está el éter, las estrellas, si no la tierra.

Un futuro no tan lejano

«Era una película inusual en guión –confiesa González–, pero luego el resultado me ha sorprendido aún más en pantalla. Sería injusto decir que la cinta es de ciencia-ficción porque luego pasa a convertirse en un presente más que un futuro lejano. Por eso yo pongo el foco en el thriller romántico al hablar de ‘‘Órbita 9’’, una historia de amor original en un mundo apocalípticos en el que se han agotado los recursos naturales y estamos investigando vida en otro planeta».
Fuera del simulador (ya sabemos que no era una nave real), Helena y Álex tendrán que evitar ser descubiertos por los mandamases del proyecto que intenta investigar las condiciones de vida en una misión espacial desde el nacimiento a la muerte de sus «cobayas humanas». «Es interesante lanzar la pregunta o el debate de si está bien sacrificar la vida de 10 personas para salvar a 7 mil millones. Estaría satisfecho si, aparte de con el thriller romántico, quienes vieran la película pensaran en el uso que damos al planeta, en ser más responsables en el consumo. Es algo que me preocupa y de lo que creo que tenemos que responsabilizarnos en primera persona, con pequeños cambios que podemos hacer aunque sea difícil porque todos somos cómplices del sistema», señala González.
Meterse en la piel del ingeniero de la cinta ha sido complicado por cuanto se aleja de su propia personalidad: «Yo que soy más emocional que mental; no me cuesta el contacto físico con la gente, dar un abrazo por ejemplo, mientras que mi personaje es muy frío, con poca inteligencia emocional». La cercanía y el contacto con Helena despertará su empatía hacia los otros y le harán sentir remordimientos por el programa secreto al que está siendo sometida la joven. Su historia de amor está plagada de silencios, miradas y medias declaraciones «Los dos están muy solos, ella en la nave-simulador, y él ahí fuera, así que es una historia de amor novedosa, casi adolescente, porque ambos tienen poca inteligencia afectiva. Es bonito ver cómo se descubren uno al otro. Y el personaje de Clara, muy puro, muy inocente, recuerda al mío la importancia de los pequeños milagros: la puesta de sol, la lluvia... Álex se enamora de esa pureza, de esa chica inmaculada e intacta que ha estado aislado del planeta Tierra», concluye.