Santi Amodeo: «Lo del cine para minorías está muy trasnochado»
Santi Amodeo / Director de cine. El Festival de Málaga le acaba de premiar y él lo disfruta con alegría mientras piensa ya en su nuevo trabajo, una comedia sobre el mundo del lujo que estará localizada en Marbella. «La Costa del Sol es una maravilla», dice
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El Festival de Málaga le acaba de premiar y él lo disfruta con alegría mientras piensa ya en su nuevo trabajo, una comedia sobre el mundo del lujo que estará localizada en Marbella. «La Costa del Sol es una maravilla», dice
La elección de Santi Amodeo (Sevilla, 1969) para el premio Eloy de la Iglesia, que se entrega cada año en el Festival de Málaga, está tal vez motivada por la cosmovisión heterodoxa de este director que no trata las mismas temáticas que el legendario cineasta guipuzcoano pero que tiene «una mirada esquinada que quizá sea parecida» a la del genial cine quinqui.
–Señor director, ¿quién mató a Bambi?
–Pues a mí tampoco me quedó claro cuando terminé de ver la película. Era todo un poco disparate, ¿no? Fue un encargo para rodar en España la versión de una peli mexicana, «Matando cabos», que era mucho más salvaje que nuestra versión porque el público de allí está más acostumbrado a la violencia.
–¿Dijo encargo?
–Por supuesto, y lo he dicho muy a conciencia. Fue un honor que vinieran a buscarme para hacer una película así, con un presupuesto muy respetable y que, después, tuvo una magnífica aceptación en taquilla. Un crítico de cine muy importante siempre realzaba las películas por encargo con el argumento irrefutable de que la Capilla Sixtina fue un encargo que le hicieron a Miguel Ángel y fíjate lo bien que le quedó.
–El premio Eloy de la Iglesia distingue, literalmente, a los creadores «singulares e inclasificables». Alguno se lo tomará como una crítica.
–No es mi caso. El año pasado se lo dieron a Paco León, que es un monstruo, así que me tomo muy bien formar parte de ese palmarés. Además, el Festival de Málaga ha conseguido hacerse un nombre en el circuito de los festivales. La política cultural del ayuntamiento es envidiable y te lo dice un sevillano militante.
–Me han chivado que rodará en breve por la zona.
–En efecto. Tengo preparada una comedia que quiero rodar en Marbella, aunque necesitamos algún empujoncito porque trata sobre el mundo del lujo con localizaciones muy caras que no podemos permitirnos el lujo de pagar. La Costa del Sol transmite una imagen de frivolidad falsa y convertirla en un lugar accesible para los rodajes sería una manera de enseñarla como lo que es: una maravilla.
–A punto de cumplir los 47, ¿no le molesta que lo sigan considerando una promesa?
–No diría tanto como una promesa pero es cierto que mi generación ha tardado mucho en madurar profesionalmente. Puede que eso nos haya empujado a estar en el underground más tiempo del recomendable pero, personalmente, me parece halagador que la crítica valore un punto gamberro en mis películas. Espero conservarlo toda la vida.
–Llama la atención que los protagonistas de este boom del cine sevillano sean un grupo de amigos.
–Somos como una familia bien avenida porque llevamos muchos años sufriendo la desconsideración de todo el mundo cuando la verdad es que aquí hay equipos técnicos a la altura de los mejores de Europa. Yo lo comparo con la historia reciente del Sevilla, del que soy hincha: nos han pisoteado tanto, que hemos desarrollado el instinto de supervivencia de las cucarachas.
–Es paradójico, pero sus películas tienen a la vez sello de autor y vocación comercial.
–Una cosa no está reñida con la otra. A todos los directores les gusta que su trabajo funcione en taquilla, está muy trasnochado eso del cine para minorías. Esto es una industria: o se alimenta con dinero o se muere. Yo voy al cine para entretenerme: me encantan las películas de superhéroes o sagas como «La guerra de las galaxias», que visualmente son insuperables.
–Ha formulado en su respuesta anterior el axioma básico del capitalismo: o se gana dinero o al hoyo. ¿Cómo acoge esa opinión el muy subvencionado cine español?
–Niego la mayor. El cine español no está subvencionado, sino que es una industria necesitada de ayudas estatales para ser más rentable de lo que es. Da trabajo a mucha gente. Un rodaje en Sevilla, por ejemplo, tiene un retorno que multiplica por diez las ayudas recibidas. Además, contamos con un arma imbatible para convertirnos en los reyes: el idioma. Países como México o Colombia se han dado cuenta de que Estados Unidos, el gran mercado cultural, demanda cine en español. Ya estamos llegando tarde. Lo que pasa es que aquí somos un poco zoquetes y nos cuesta fijarnos en modelos que funcionan.
–¿Por ejemplo?
–Francia, la primera industria cinematográfica de Europa. Si los franceses tuvieran un idioma tan extendido como el inglés o el español, se habrían comido el mundo. Aun así... nos sacan décadas de ventaja. Allí, en lugar de sangrar con un IVA del 21%, se aplica un canon por localidad. De cada entrada, sea para una película francesa o extranjera, se destina un euro para ayudas al cine. No sale directamente de la caja del Estado, sino que son los espectadores los que contribuyen con la producción nacional.
–¿No cree que la excesiva politización ha separado al cine español de su clientela?
–En el cine trabajan decenas de miles de personas, así que no creo que la mayoría sean de izquierdas. Si en España, a grandes cifras, la mitad del país es de una opción y la otra mitad es de otra, el mundo del cine reproducirá básicamente ese porcentaje.
El lector
«Soy comprador de prensa pero no suelo comprar LA RAZÓN porque, básicamente, no comulgo con su línea editorial. Sin embargo, está presente en muchos hoteles en los que me alojo por motivos de trabajo, así que suelo leerla porque la sección de Cultura, y la crítica de cine me parece excelente».