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«Selma», el precio de la libertad

larazon

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Es un sueño hecho realidad, quizá, en parte, cumplido. La conmovedora historia de quienes lucharon por ser libres y creyeron en la justicia.
Día 7 de marzo de 1965. Los norteamericanos están viendo en la televisión «Los juicios de Nuremberg», de Stanley Kramer. De repente, las noticias interrumpen la emisión con imágenes aterradoras de los actos violentos que se están produciendo en su propio país. En Selma, Alabama, la policía local y estatal ataca con gran brutalidad a los manifestantes que defienden el derecho a votar de todos los ciudadanos, blancos y negros. Aquella marcha se convertirá en la primera de muchas que finalmente consiguieron el triunfo de una lucha centenaria. Y al frente de todo aquello, un hombre: Martin Luther King. Por increíble que parezca, cincuenta años después de la muerte de aquel soñador nunca se había realizado una película con él como protagonista. «Es extraño y bastante triste, pero me alegra decir que hemos conseguido cambiar esta situación», explica Ava DuVernay. LA RAZÓN tuvo ocasión de reunirse con la directora de la cinta –cuyo título es el nombre de la ciudad– durante su presentación en Londres. Y, nada más conocerla, uno coincide rápidamente con los productores: sólo ella podía haber llevado a la gran pantalla una historia que ha unido a la crítica en una gran ovación. «Solemos relacionar a King con una estatua, un discurso o un día de fiesta, pero era una persona que tenía relaciones complicadas, que era muy humano y que murió a lose 39 años por luchar por esas libertades de las que todos disfrutamos ahora. Quería ir más allá del “yo tengo un sueño”. Y cuando ahondas en el mito, te das cuenta de que su fuerza interior es algo que todos tenemos. Si conseguimos encontrarla dentro de nosotros mismos seremos capaces de hacer grandes cosas», explica.
Así que pasen ocho años
Al productor británico Christian Colson («Slumdog Millionaire») le fascinaba la trama y encargó un guión a Paul Webb. Pero hicieron falta ocho años para encontrar al director adecuado. A sus 42, DuVernay previamente sólo había realizado dos películas independientes de bajo presupuesto. Con una de ellas, «Middle of Nowhere», ganó el premio Sundance en 2012. Pero su talento y su propia historia personal hicieron a los productores –entre los que se encuentran Brad Pitt y Oprah Winfrey– llamar a su puerta. La realizadora nació cerca de Compton, en Los Ángeles, pero su familia se mudó después de regreso a su casa de Alabama, donde su padre sigue siendo cartero en Montgomery y su madre trabaja en la misma Selma conduciendo todos los días sobre el puente Edmund Pettus, escenario de los enfrentamientos.
Al final de la película, se muestran imágenes de archivo de las verdaderas manifestaciones que ponen los pelos de punta. «Mi padre vivió en el condado de Lowndes. Tenía 11 años cuando ocurrió todo esto y su maestro lo llevó allí para que viera con sus propios ojos lo que estaba pasando», relata. Fueron sus padres los que acompañaron a DuVernay a la Casa Blanca cuando Barack Obama invitó al equipo para ver la cinta. Y de alguna manera, la escena volvía a hacer historia. Ahí estaba el primer presidente negro de Estados Unidos comiendo palomitas con la primera directora negra de una película nominada al Oscar. «Probablemente fuera uno de los mejores momentos de mi vida», recuerda. El hecho de que ella no fuera nominada fue algo esperado. «No me sorprendió–dice. Yo he trabajado como publicista en Hollywood y sé cómo se mueve aquello. Allí va todo por contactos y yo no conozco a nadie. Lo que sí me dolió es que David Oyelowo, que da vida al reverendo King, no estuviera en la lista porque ha hecho, sin duda, una de las mejores interpretaciones del año», explica. Su ausencia entre los nominados provocó, de hecho, una protesta internacional. El hashtag #OscarsSoWhite fue lo más comentado en Twitter después de conocerse que los 20 actores nominados eran blancos.
Lo que sí logró la estatuilla a la mejor canción original fue el tema «Gloria», de Common y John Legend, cuya interpretación en la gala logró emocionar a los asistentes provocando incluso las lágrimas del protagonista. Lo cierto es que Oyelowo realiza un trabajo impecable. Nadie diría que ha nacido en Oxford y que su acento real es de lo más «british». Cuando se reencontró con Oprah después de trabajar juntos en «El mayordomo», le contó que su sueño era encarnar a King. Se había grabado a sí mismo recitando el discurso de «Mountaintop» y se lo enseñó para ver qué le parecía. A partir de ese momento, ella se obsesionó. «Necesitamos hacer algo con esto», dijo. Fue el pistoletazo de salida. A partir de ese momento, el proyecto se puso en marcha.
Un censo ridículo
A la directora le costó mucho convencer a Oprah para que aceptara además encarnar a Annie Lee Cooper, uno de los personajes secundarios. «Conocí a la Annie real. Y me dijo que le encantaba su programa de televisión y que siempre lo veía. Cuando se lo conté, suplicándole que aceptara, no le quedó más remedio», cuenta la realizadora. Dejando este caso aparte, se podría decir que DuVernay tiene predilección por los actores británicos, ya que cuatro de los papeles principales –incluyendo a Carmen Ejogo como esposa de King, Tom Wilkinson como el presidente Lyndon B. Johnson, y Tim Roth como el gobernador George Wallace– son del Reino Unido. «Sí, no me di cuenta en un primer momento hasta que empezamos a rodar. Pero es que los británicos son malditamente buenos en esto», explica riéndose. «Las escuelas son fantásticas. Cuando veía las audiciones, sabía que tenían que ser para ellos», añade.
Para DuVernay, la ciudad de Selma –en la que sólo 130 de los 15.000 ciudadanos negros estaban censados– demostró la capacidad de cambio y transformación que conlleva participar en las elecciones. «Lo que en este país llamamos justicia está directamente relacionado con el derecho a votar», afirma. «Pero si eras negro en la Alabama de los años 1960 y sentías tanto miedo que ni siquiera te atrevías a inscribirte en el censo, eso también significaba que no tenías derecho a un juicio justo. Hasta que no empecé a investigar, no supe realmente lo que el derecho a votar afecta a la vida diaria de la gente», añade. Con todo, DuVernay buscaba algo más que hechos. Quería profundizar en la faceta humana, mostrando a las mujeres y hombres corrientes que consiguieron cambiar la historia siguiendo su propio sueño. «Mi deseo fue que contáramos la verdad de la mejor manera posible, porque los ascontecimientos que ocurrieron, la gente que participó en ellos, son más fascinantes que cualquier historia que hubiéramos podido inventarnos. En esta película no hay personajes inventados. Todas las personas que se ven vivieron de verdad, lucharon de verdad e hicieron todas esas cosas que se cuentan en la cinta. Son tan convincentes que no había ninguna razón para inventarnos nada. Comprendí que mi papel era ser la narradora de sus historias. Me sentí como un traductor que intenta acceder a la esencia de todos esos hombres y mujeres», recalca.
El FBI seguía cada movimiento de King, basándose en informes de vigilancia del mismo organismo. De hecho, el archivo que documenta tanto los momentos decisivos como los más banales de su vida consta de 17.000 páginas. El guión definitivo se cimenta en los acontecimientos ocurridos desde la bomba puesta en la iglesia de Birmingham hasta la promulgación de la Ley de Derecho a Voto en agosto de 1965.

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