Sobrevivir recogiendo piñas y brezo
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Dice David Gutiérrez Camps (Vidreras, 1982) que «Sotobosque» es una película que le ha acompañado siempre. Estuvo ahí, delante de sus ojos, desde que tiene memoria. «La primera chispa de la cinta surgió en mi infancia –cuenta–. Nace como una especie de fascinación hacia los primeros hombres de color que llegaban a Gerona». Luego, ya más mayor, se puso a investigar sobre las comunidades africanas en la provincia hasta mezclarse con ellas. Conoció a mucha gente y aprendió «lo que era ese mundo», explica. Y de ahí dio el salto al guión, uno de ficción que contaba la vida de un chico que recogía piñas.
Fue el germen de la cinta que presenta ahora en las salas españolas y que, por mucho que se empeñe en decir que es una historia inventada, tiene bastante de la realidad de ese Musa Cámara que centra la atención del objetivo durante todo el metraje. Gutiérrez se puso a buscar protagonista casi al azar y dio con un personaje que «me dejó alucinado», explica el cineasta. Tenía ante él a un joven africano que hacía años había cruzado el océano hasta Canarias en patera para buscarse la vida y que conocía de primera mano lo que quería contar en su película: la vida de un inmigrante que deambula por Gerona en busca de un trabajo con el que sostenerse, y donde, hasta el momento, recoger piñas y brezos es la única de sus opciones. Es el grito de denuncia de Gutiérrez Camps para hablar de una situación en la Europa actual a la que «no veo solución a día de hoy», zanja.