Sólo Rowling lo sabe

Si le sucede igual que a la que esto firma, que J.K. Rowling y su saga de Harry Potter le traen al pairo, no se asusten cuando sepan que estos «Animales fantásticos...» de tan largo título se trata de la adaptación del libro homónimo concebido por la millonaria británica, un «spin-off» (en cristiano, filme nacido como extensión o prolongación de otro anterior) que otros gustan sin embargo llamar precuela, que ni en eso nos ponemos de acuerdo, que amplía el mundo de la saga Potter, porque la película resulta altamente recomendable para pasar un rato sumergidos en una realidad paralela atestada de personajes con poderes muy peculiares y unos encantadores bichitos en busca de adopción. Ambientada setenta años antes de lo narrado en las películas del joven e insoportable mago, olvídense de la neblina londinense, porque la historia se ambienta en Nueva York, año 1926. El excéntrico zoólogo Newt Scamander (una nueva interpretación peculiarísima de Eddie Redmayne tras «La chica danesa»; se trata de un actor ciertamente singular para bueno y para malo) acaba de ser expulsado de Hogwarts por a un incidente relacionado con una de sus criaturas. El joven decide emprender un viaje por el mundo en busca de nuevas variedades y así, aterriza en la Gran Manzana acompañado de una enigmática maleta. Donde se cruza por casualidad con Jacob Kowalski, un pobre tipo que trabaja que desea abrir su propia pastelería. Pero una oportuna confusión provocará que ambos se conviertan en inseparables y huyan algunos animales de Scamander. La comunidad mágica neoyorquina, altamente secreta, pone entonces el grito en el cielo. A ellos se une Porpentina Goldstein y su encantadora hermana Queenie, mientras que el poderoso Percival Graves (Colin Farrell) intentará jugar las cartas en favor propio y en Europa el misterioso Gellert Grindelwald (Johnny Depp, qué poquito sales) comienza a causar grandes estragos. David Yates conoce perfectamente las reglas del juego (no en vano realizó tres entregas de Harry Potter) y ha sabido concebir una cinta que posee buen ritmo pese a que se exceda algo en el metraje, cuánto les cuesta meter tijeras, con unos magníficos efectos especiales, cuatro deliciosos protagonistas y una media hora final sin respiro. Un filme que, cuanto más oscuro se torna (las escenas de la fanática religiosa tan «dikensiana» que adopta a niños que luego maltrata), mejor funciona. Dicen que vienen otras cuatro, ahora sólo cabe esperar que sepan mantener el tipo. Lo deseamos aunque la repipi Rowling no sepa ya dónde meter tantos millones.