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Toni Collette: «Este personaje pudo haberme destruido»

Es el alma de «Hereditary», dirigida por Ari Aster, la cinta de terror del año, y según la crítica, de los últimos tiempos. Aunque el filme va más allá del miedo y se adentra en territorios emocionales con los que le ha costado lidiar a la intérprete. «Ha sido el papel más duro de mi carrera», dice.
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Es el alma de «Hereditary», dirigida por Ari Aster, la cinta de terror del año, y según la crítica, de los últimos tiempos. Aunque el filme va más allá del miedo y se adentra en territorios emocionales con los que le ha costado lidiar a la intérprete. «Ha sido el papel más duro de mi carrera», dice.
Ha sabido Toni Collette elegir bien sus papeles. «La boda de Muriel (1994), de Peter Jackson, la dio a conocer y «El sexto sentido» la confirmó como una actriz sólida. Ahí están para corroborarlo «Pequeña Miss Sunshine», «About a Boy», «Emma» y «Grassland», series como «United States of Tara» o el musical de Broadway «The Wild Party», por el que fue nominada para un premio Tony. Que toca todos los palos lo subraya que tenga, además, un grupo de música llamado «Toni Collette & the Finish» en el que su marido Dave Galafassi toca la batería. Ahora estrena «Hereditary», uno de los filmes más terroríficos de los últimos años y ante el que la crítica se ha mostrado unánime sobre su alta calidad. En la cinta, que está dirigida por el debutante Ari Aster, juega un papel principal el terror psicológico, influida por filmes como «El resplandor» o «El exorcista», película que le aterra especialmente a la actriz, que no ha podido verla acabar. «Hereditary» está coprotagonizada, además, por Gabryel Byrne y Milly Shapiro.
–¿De qué trata «Hereditary»?
–Lo describiría como una mirada a una familia que está padeciendo un dolor tremendo ante la pérdida de un ser querido frente a lo que podemos lidiar con ello de una manera sana o muy insana. También trata el tema de lo que heredamos de nuestros familiares. Muestra un caso extremo.
–¿Le llamó algo especialmente la atención para aceptar el papel?
–El hecho de que el filme pudiera ser de terror pero a la vez tratar un asunto tan delicado como es perder a un ser querido. Es una cinta que va más allá del miedo
–¿Cómo es su personaje?
–Annie está atravesando yo diría que un momento de despertar. Tras fallecer su madre el espectador empieza a darse cuenta de que esta relación madre e hija no era tan buena como podría parecer. Vemos cómo sufrió cuando creció y todo el amor que no tuvo cuando estaba creciendo. En la película podemos ver lo que significa para ella su familia, cuáles eran las intenciones de su madre y que significado tiene su propia existencia.
–¿Le atraen los filmes de terror?
–Me asustan. Bastante. No he podido terminar de ver «El exorcista» porque siento un miedo atroz.
–¿Le ha costado mucho sacudirse al personaje de Annie de encima?
–Un poco, pues es una mujer complicada, precisamente lo que más me llamó la atención cuando leí el guión. Durante el rodaje viví dos vidas, la de dentro del set y la mía fuera. No fue una tarea sencilla, por el desgaste emocional que implicaba. Ella no es la típica madre, sino que hay ocasiones en que te deja perplejo, noqueado, no esperas algunas de sus reacciones. No se ajusta a un comportamiento estándar, sino que posee muchas capas. Está muy reprimida, lo que en cierta forma es comprensible porque en su familia la toxicidad está en el aire.
–Finalmente sobrevivió y la crítica ha sido unánime con su interpretación.
–Lo conseguí, pero sencillo no me ha resultado. Cuando era joven me gustaba que los papeles que me ofrecieran fueran intensos y complicados, algo que ha cambiado con la edad. No esperaba aceptar uno así, de hecho buscaba una interpretación tranquila; sin embargo, el personaje me llamó tanto la atención que decidí decir que sí. Y fui capaz de aguantar todas esas emociones hasta que el director gritó: «¡Acción!». Y creo que esa fue la forma de sobrevivir al papel y que no me devorase. Si me hubiera implicado más en el personaje durante el rodaje no habría funcionado de la misma manera. La única forma de salvar el pellejo era interpretarlo delante de la cámara y después colgarlo en una percha y desconectar. Así le he dado el valor y la intensidad suficientes en vez de estar enganchada a él de manera permanente.
–¿Buscó inspiración para interpretar a Annie?
–No miré más allá de lo que estaba escrito en el guión para dar forma a esta mujer. Estaba tan bien escrito que no necesitaba más. Creo que el guionista ha entendido a la perfección la complejidad propia de un ser humano. El guión era tan honesto y tan crudo al tiempo que no había necesidad de mirar o inspirarse en nada. En caso de que surgiera alguna duda no tenía más que mirar al director a la cara y preguntarle para que él me facilitara la respuesta.
–Su personaje celebra un par de sesiones paranormales. ¿Lo ha hecho usted en la vida real?
–De jovencita siempre me llamó la atención aunque nunca llegué a hacerlo porque tenía una curiosidad enorme, pero el miedo era más grande y podía conmigo.
–¿Cómo vendería «Hereditary», de la que se ha dicho que es la más terrorífica de los últimos años?
–No soy partidaria de decirle a la gente lo que deben esperar de ella o qué conclusión han de extraer. Lo único que espero es que entiendan que no es tan solo una cinta de miedo con susto gratuito, sino que existe una historia preciosa y profunda detrás, bastante triste y emocional. Es como viajar en una montaña rusa. No me andaría por las ramas: es un filme diferente hecho de una manera tremendamente original y únicamente por eso merece la pena sentarse en la sala de cine.
–¿Se quedaría con alguna escena?
–Es complicado. Trabajar con Ari ha sido una experiencia única porque es un director que sabe exactamente lo que quiere en cada momento. Tiene la película completa en su cabeza y se sabe al dedillo cada escena. Sin embargo, te deja espacio para que colabores con él y le des tu opinión. Recuerdo una escena particularmente larga hacia el final de la película en la que mi personaje intenta convencer a su marido de que la ayude a matarse para salvar a su hijo. Era bastante larga y las palabras del guión no eran suficientes, aunque siempre había sido fiel a él, pero en este caso no podía, pues me daba la impresión de que faltaba diálogo. En cierta forma era una declaración de amor. Durante un momento me paré a pensar y dije: «Lo hago como está y acabo lo antes posible». Así que lo rodamos de nuevo y en esta ocasión no me ceñí al diálogo original e improvisé. La escena quedó mucho mejor. Tras finalizar, Ari me dio la enhorabuena porque sabía que esa era la toma perfecta.

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