Cuando la fábula es un antídoto contra el cinismo
Susana Tamaro regresa con un cuento espiritual y anuncia: «Solo escribiré para niños».
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Susana Tamaro regresa con un cuento espiritual y anuncia: «Solo escribiré para niños».
Opina Susanna Tamaro que el mundo es más hostil para los niños del siglo XXI de lo que era en los tiempos en que esta triestina del 57 creció. Y eso que, recuerda, en aquella ciudad de confín y «sin raíces», con la memoria de la II Guerra Mundial muy reciente, «había un clima de miedo, de muerte, de angustia». Pero aún existían la naturaleza y los libros, aquellos cuentos de Andersen que supusieron su primer contacto con la fábula, «un mundo poético que hacía hablar a los objetos». Ahora, Tamaro, que se dio a conocer internacionalmente con el «best-seller» «Donde el corazón te lleve» (1994), quiere hablar de tú a tú a los niños de hoy y a los adultos que conservan la capacidad de maravillarse y leer entre líneas con «La tigresa y el acróbata» (Seix Barral), una fábula espiritual y filosófica que narra el encuentro entre una tigresa («yo soy ella») nacida en la taiga y un hombre. Hoy más que nunca, considera, es necesario volver al símbolo, a la alegoría: «La fábula tiene un papel de resistencia en este mundo cínico, materialista y cada vez más pobre en humanidad e intensidad. Nos relaciona con la humanidad profunda y es un antídoto contra el cinismo y la superficialidad. Yo, de hecho, escribo para acabar con el cinismo».
Ese sería, para la italiana, el gran mal de la sociedad moderna, que ha calado en la mentalidad de los niños, atentos solo «a sus teléfonos, mimados, teniéndolo todo»; niños que «tienen miedo a la naturaleza y se asombran ante una mosca». Para ellos, el libro es su única arma genuina: «Posee una riqueza extraordinaria y una resistencia humana en la era de la electrónica y cuando a los niños les das cosas bonitas y profundas es como una planta que empieza a recuperarse y echar raíces». Tanto es así que, afirma categórica, «a partir de ahora solo escribiré para los niños, no más novelas». Pero no es una apuesta conformista; muy al contrario, «es dificilísimo escribir para ellos».
Su mensaje, el de «La tigresa y el acróbata», sería que «entre el poder y la libertad, elijo la libertad, la cosa más importante y también la más difícil de alcanzar. Yo abogo por buscar la libertad y salir del conformismo, hacerse preguntas y encontrar el propio camino».
Tamaro, que vive en la campiña de la Umbria, apartada de los cenáculos y en constante contacto con la naturaleza, atenta especialmente a los libros de economía y ciencia, aspira a seducir con sus palabras «a aquella inocencia a la que debe aspirar cada vida», independientemente de la edad, ya que «envejecer es como volver a ser niño, despojarse del cinismo, de la crueldad».