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Cuatro asaltos de golpes en el hígado

El periodista Javier Ors publica «Cuarteto de cuerdas», cuatro relatos sobre el boxeo como representación de la vida.
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El periodista Javier Ors publica «Cuarteto de cuerdas», cuatro relatos sobre el boxeo como representación de la vida.
El problema de escribir de boxeo es que en seguida hablas de todo menos de boxeo. «No hay ningún deporte que sea mejor para contar el alma humana, ninguno que pueda explicar mejor el fracaso, la corrupción, la crueldad, la redención de los hombres», explica Javier Ors, periodista y escritor, sobre el núcleo de «Cuarteto de cuerdas» (Berenice), su tercer libro. Cualquiera sabe que no hace falta subirse a un «ring» para terminar la vida con el hígado hecho «foie», pero lo que no podemos garantizar que al terminar la lectura de este libro no vayan a echar un esputo sanguinolento.

Tiempo relativo

«De hecho, los peores golpes de estas cuatro historias de boxeadores se las llevan fuera del cudrilátero. Son atletas, son tipos duros, tienen el coraje que hace falta para subir a dar golpes a otro ser humano que quiere noquearte, pero en realidad son seres muy vulnerables», explica Ors, aficionado al boxeo por las crónicas de su padre, el periodista Miguel Ors, y además porque es practicante amateur del noble arte. «Lo primero que aprendes cuando subes a hacer guantes es que el tiempo y el espacio son realmente relativos. Tres minutos –lo que dura un asalto– son mucho más que tres minutos. Y ese espacio entre las 16 cuerdas que parece tan grande de repente se achica, se encoje. Eso es porque no hay escapatoria, no hay manera de refugiarse. Y te entran ganas de salir corriendo ante cualquier rival. Ahí es cuando el tiempo se hace eterno porque tienes enfrente a una persona que te quiere derribar», explica. Hay muchas experiencias real en la construcción de los personajes. «He tenido trato con bastante gente de este ámbito, me han contado lo que se siente, muchas historias. Descubres los valores que tienen y a personas que no deberían estar ahí o que no encajan con la idea preconcebida de lo que es un boxeador», asegura.
En las cuatro intensas historias de «Cuarteto de cuerdas» los puños no son las armas más peligrosas. Eso lo termina aprendiendo Black Ray, boxeador negro del sur de Estados Unidos que trata de seguir tocando la trompeta con los labios partidos y también lo intuye «El Zurdo» sin salir de Madrid. «La primera es una historia sobre el racismo y la pérdida de la inocencia de un hombre que en apariencia es pura fuerza bruta pero que es muy vulnerable en realidad. Y en la segunda el boxeador también termina destruido por el entorno, en este caso el cultural, que se fascina por el personaje y le conduce a su final en la droga», explica el escritor. Hay inspiración en personajes reales como Carlos Flix, boxeador catalán que llegó a ser campeón de Europa y cuya vida quedó truncada por la Guerra Civil. «Flix, que era de Barcelona, cayó en el lado republicano y cuando los nacionales tomaron la ciudad, decidió irse al exilio. Sin embargo, justo en la frontera se lo pensó mejor porque él jamás había matado a nadie y decía que nunca había pegado a nadie fuera del ring. Él no tiene las manos manchadas de sangre, así que decide regresar y se entrega en una comisaría pensando que no tenía que temer. Fue torturado y fusilado. De su historia me interesaba contar cómo las guerras son tan propicias para que los miserables se impongan sobre los admirables. Por inferioridad, por envidia. Gente sin talento trata de destruirles y los necios arruinan vidas de personas con mucha más valía. Porque los malos no son los que suben a pegarse, aparentemente, en un deporte de brutos, sino los que reparten suertes y sentencias con una catadura moral muy discutible».

Materialismo imperante

Y es que la vida, si no te sacude con la derecha, te está esperando con la izquierda. Sin embargo, a diferencia del «ring», en la calle existen el bien y mal. Ésta es la lucha que se libra en el fondo de las cuatro «nouvelles» donde hay gángsters, yonquis, prostitutas y personajes con el alma en venta. «Trato también la corrupción del dinero, el materialismo imperante. Hoy es muy extraño ver a alguien con la capacidad para reaccionar a la fuerza del dinero. Pienso que ahí hay una metáfora sobre el arte también», explica. ¿Qué es lo que va a sentir el lector con estas historias? «Espero que noten que la vida puede ser muy dura y que las peleas no son la peor parte. Las traiciones, el racismo, la venganza, el fracaso... eso es más peligroso». Ors, que escribe de libros –y de boxeo– en este periódico, ha construido cada uno de los relatos con una técnica narrativa diferente: más literario, cinematográfico y dialogado, coral o fragmentario. También el lenguaje trata de acercarse al hampa y a la psicología de personajes que están esperando que suene la campana, que este eterno asalto se termine de una vez. Son protagonistas que, con el ojo pipa y el protector bucal ensangrentado, te miran de frente y te sonríen porque ya saben cómo va a terminar este cuento.