La Cultura: un tren que no hay que perder
Una docena de autores del Grupo Planeta viajan a Valladolid con el Tren de la Cultura
Madrid Creada:
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En ocasiones sucede que en los transportes, habilitados secretamente para el desplazamiento emocional de las preocupaciones diarias, desarrollamos una tendencia natural a la tragedia de lo placentero: nos enamoramos y leemos. O leemos para enamorar. O nos enamoramos porque la persona que tenemos delante está leyendo. El orden en el que se sucede la lógica de los acontecimientos no importa tanto como el medio predominante en el que la explicación empírica de por qué ocurre esto cuando estamos en movimiento sucede. Y ese medio es, ha sido y será siempre de manera fabuladamente histórica y merecida, el tren.
El mismo al que se refería el dramaturgo belga Francis de Croisset cuando hablaba de que "la lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren"; el mismo en el que coinciden por primera vez los protagonistas de "Antes del amanecer" y somos capaces de adivinar el espíritu de la bella Celine por la portada de la novela "Madame Edwarda", de George Bataille que sostiene entre sus manos o el idealismo fatalista de Jesse –un jovencísimo Ethan Hawke– por la autobiografía del atormentado actor alemán Klaus Kinski "All I need is Love" que lee concentrado segundos antes de dejarse partir por ese rayo cortazariano que te deja estaqueado en mitad del patio –o de los asientos en sus respectivos casos–, y el mismo que partía hace un par de días a las 9:25 en punto de la mañana de la Estación de Chamartín-Clara Campoamor rumbo a Valladolid cargado de una docena de escritores del Grupo Planeta.
El motivo de tan performática y cálida iniciativa no era otro que acercar un año más la literatura a los viajeros del ferrocarril a través del segundo Tren de la Cultura que ha llevado a cabo Renfe de la mano de los autores de la editorial que participarán en una Feria del Libro de Madrid que arranca mañana. De esta forma, figuras literarias como Sonsoles Ónega, Lucía Galán, Henar Álvarez, Carme Chaparro, Ángel Martín, Alina Not, Alfonso Goizueta, Susana Isern, Inma Rubiales, César Pérez Gellida o Antonio Mercero y José Díaz –dos de los autores que están detrás del fenómeno narrativo generado por el pseudónimo de Carmen Mola–, encabezaron el trayecto hacia el territorio pucelano cuyo destino más inmediato era el Palacio del Licenciado Butrón, edificio del siglo XVI que acogerá la futura sede de la Casa Museo de Miguel Delibes –a finales de este año está prevista que abra sus puertas el nuevo espacio, una aspiración "anhelada" prácticamente desde la muerte del escritor– donde también estuvo presente el hijo del autor de "Los santos inocentes" y presidente de la Fundación que lleva el nombre de su padre, Germán Delibes de Castro.
Durante el viaje hubo amor y lectura, también celebración de la palabra escrita: fuera, el convoy, convenientemente vinilado para la ocasión con las imágenes de los últimos títulos de los escritores mencionados y dentro, sucedía el encuentro entre compañeros de tinta. Como confesaba César Pérez Gellida (ganador del Nadal con "Bajo tierra seca"), y vallisoletano que se mostró "encantado" con el "hermanamiento" entre las ferias de ambas ciudades que ha promovido el Tren de la Cultura, las posibilidades de este transporte para la lectura y la escritura siguen siendo extraordinarias, pero también para la inspiración inevitable y germinal de la creación de escenarios, del comienzo susurrado de las historias: "Justo ayer escribí una escena que se desarrollaba en un tren, aunque en otra época", señaló. Nos enamoramos y leemos. Pero también escribimos y jugamos a imaginar mundos nuevos. En los trenes, en los transportes, en todo lo que nos obliga a estar en movimiento. En todo lo que nunca para.